Escritor de novelas de éxito: “Los sabios están entre las personas corrientes”
Nació en Río de Janeiro (Brasil) en 1947 en una familia rica que a los 19 años le llevó a un psiquiátrico. Se metió en las drogas y en una secta. En la dictadura, pasó por la cárcel y la tortura. Fue letrista de canciones y halló su camino en el de Santiago. Su libro «El alquimista» es uno de los más vendidos del mundo.
“Yo no he cambiado la vida a nadie, cada uno toma sus propias decisiones”
Sus amigos dicen que Coelho es una persona muy cordial, un punto coqueto y con genio vivo. Para millones de personas, sus lectores fieles, es una especie de gurú, alguien decisivo en sus vidas de quien esperan unas líneas para encontrarse a sí mismos. Coelho ha dado con la clave para comunicarse con ellos y, desde su casa de Copacabana, en el Río más caliente, desmiente su fama de mago mientras hace magia, unas veces con la luz, pero otras con las sombras que se clarean por el ventanal.
– Sus libros están escritos en forma de parábolas.
– Sí, creo que las historias pueden comprenderse en distintos niveles. Un relato nos puede tocar la razón, la comprensión y la lógica, pero también la simbología, lo que Jung llamaba inconsciente colectivo. Prefiero usar una historia para compartir una emoción que intentar explicar las emociones, porque es imposible. Quiero que la persona sienta, o mejor, comprenda lo que está sintiendo y sienta lo mismo que yo.
– Eso es dificilísimo, sin embargo, a usted parece serle fácil.
– No lo sé, nunca me pregunté si es fácil o difícil para mí. Cuando me pongo a escribir, el libro ya está escrito dentro de mí, en una zona oscura del subconsciente. Lo que hago es encajar un punto de conexión con esa zona. Yo escribo el libro, y el libro me escribe a mí.
– También usa muchos diálogos…
– Sí, es la manera clásica de contar una historia. Soy muy minimalista en las descripciones, porque estoy seguro de que mi lector es muy inteligente y va a llenar los huecos. Creo que el libro es algo vivo, actual, presente; es interactivo porque exige la inteligencia del lector y en mi caso más, ya que prefiero que el lector pueda usar su imaginación.
Reflejos del “guerrero de la luz” – Le gusta considerarse a sí mismo un peregrino y un “guerrero de la luz”, y así ha logrado conectar con millones de lectores ansiosos de misticismo.
– Compara su lenguaje con el que se utiliza en Internet, pero hay quien piensa que en los nuevos medios el lenguaje se empobrece.
– Hay gente que confunde la sencillez con la pobreza; deberían mirar la nieve y ver que es sólo blanca, podría tener colores, pero la belleza de la nieve está en que es blanca. La belleza de las cosas no consiste en complicarlas. Yo era una persona muy compleja, y podría haber escrito un libro complicado y superficial cada semana, sin embargo, un libro simple y directo sólo puedo escribirlo una vez cada dos años.
– Algunos críticos dicen que escribe libros de autoayuda.
– Claro que no. Mis libros no tienen consejos, yo comparto una historia con los lectores y también la filosofía de los personajes, igual que todos los autores del mundo. Aquí en Brasil me clasifican en los libros de ficción, pero en los Estados Unidos me han llegado a poner «El alquimista» en la sección de química.
– Entre sus mitos preferidos está el de la luz y las sombras.
– Todo mi libro «El demonio y la señorita Prym» utiliza este lenguaje: la floresta es el inconsciente; el lobo, el miedo atávico del hombre… Juego con el símbolo de un pueblo que cambia las reglas por conveniencia. La idea es que el libro pueda leerse en distintos niveles, como historia o como filosofía.
– Los símbolos cambian en cada cultura. ¿En cuál se inspira?
– Así es, aunque algunos son universales. La serpiente por ejemplo puede identificarse con el pecado, pero en muchas culturas significa la sabiduría. Mi formación es judeo-cristiana y la serpiente me daba horror, pero sabía en mi interior que era el miedo de conocer el bien y el mal. Un interés que tengo en mi vida es estudiar el lenguaje simbólico y las religiones comparadas.
– He visto que tiene una serpiente de madera en casa.
– Sí claro, está en el suelo, arriba tengo a la Virgen.
– En su última novela cuenta el mito de la Virgen que pisa la serpiente. ¿No le parece irracional?
– No es irracional, sino que no sigue la lógica a la que estamos habituados. Quizá con la razón no se comprende, pero sí con el corazón.
El demonio y la señorita Prym – «El antiguo conflicto entre el bien y el mal». En esta novela de Coelho, un extranjero llega a un pueblo y propone a la joven Chantal Prym regalarle mucho oro si en el pueblo se comete un asesinato.
– Y de la cultura brasileña, ¿qué ha tomado?
– Aquí no existe el muro que separa lo mágico de lo real, esto puede crear algunos problemas pero tiene muchas ventajas; siempre estás conectado con la totalidad, con la energía mágica de la vida. El hecho de ser brasileño y no tener ese foso separador me ha ayudado a zambullirme en el lenguaje simbólico.
– ¿Dónde están ahora los sabios?, ¿dónde coloca la ciencia?
– Los sabios están entre las personas corrientes. Hay todo un cuerpo de científicos muy importante, que trabaja en la medicina, en la genética, pero la sabiduría está compartida generosa y democráticamente entre la gente. Yo voy a los congresos y conozco a personas muy sabias, aunque no tanto como las que encuentro en Copacabana andando por la playa o en un bar en España. Los sabios son quienes están en contacto con la naturaleza y saben compartir la sabiduría de la vida.
– ¿No le da miedo alentar las supersticiones, que la gente se instale en la irracionalidad?
– No estoy hablando de irracionalidad, sino de un nuevo horizonte. Hay que ser un poco loco. Aunque sí, ahora estamos en una encrucijada; porque la espiritualidad puede llevar hacia la tolerancia, la apertura y el despertar de los dones, o bien al fundamentalismo, al integrismo, a las guerras religiosas.