Aunque puede parecer que todo en la naturaleza está catalogado por el hombre de manera meticulosa y no queda nada por descubrir, de vez en cuando surgen nuevas especies mientras que otras simplemente desaparecen. No obstante, algunos seres que se creían extintos han aparecido de nuevo sin ningún cambio en su apariencia. Lo más probable es que esto sea debido a que su modelo fisionómico es tan eficiente, que no han necesitado evolucionar durante toda su existencia. A estos seres se les llama también relictos, ya que son animales que en el pasado eran muy abundantes en grandes áreas, pero ahora sólo viven en pequeñas zonas.
Uno de los casos más famosos es el de los celacantimorfos (Coelacanthimorpha) o celacantos (Latimeria chalumnae), unos peces con aletas lobuladas y carnosas, pertenecientes a la clase de los sarcopterigios (Sarcopterygii). Estos animales aparecieron en el periodo Devónico, hace unos 400 millones años, aunque los fósiles registrados pertenecen en su mayor parte al periodo Carbonífero, hace 350 millones de años.
Durante mucho tiempo se creyó que se habían extinguido durante el periodo Cretácico, hace entre 145 y 50 millones de años, pero el 22 de diciembre de 1938 se halló un celacanto vivo en el río Chalumna (Sudáfrica). El ejemplar medía un metro y medio de longitud y pesaba 50 kilos. Fue desembarcado en el puerto de East London, en la República de Sudáfrica.
El celacanto fue estudiado por el profesor James Leonard Brierley Smith, especialista en ictiología de la Universidad Rhodes de Grahamstown (Sudáfrica), que dedujo que se trataba de un animal perteneciente al grupo de los celacantos.
Lo denominó Latimeria chalumnae en honor al río Chalumna, donde fue encontrado, mientras que el nombre genérico hacía referencia a la conservadora del museo de East London, Marjorie Courtenay-Latimer. Esta mujer fue quien le mandó el espécimen junto a varios dibujos hechos por ella misma cuando se dio cuenta de lo raro que era el animal.
Las ilustraciones se convirtieron en algo primordial para la investigación, ya que sólo había quedado el esqueleto cuando el celacanto llegó a manos del profesor. A raíz de este descubrimiento, James extendió varios carteles en diferentes idiomas por las costas del sudeste africano con el fin de lograr que otros pescadores le informaran de más hallazgos de esta especie.
No fue hasta el año 1952 cuando un capitán mercante consiguió un ejemplar de celacanto que había capturado un pescador en las islas Comores, emplazadas entre Madagascar y Mozambique (en el Océano Índico).
Este archipiélago se encuentra a 2500 kilómetros de Sudáfrica y resultaba algo inaccesible porque no existían vuelos regulares hasta allí. Para desplazarse al lugar, James convenció al ministro de Sudáfrica de la importancia científica del hallazgo, y voló con un avión del ejército aéreo sudafricano. Este celacanto sí se pudo examinar adecuadamente efectuándole un análisis interno, gracias a que James acudió rápidamente hasta donde se encontraba.
En 1987, y empleando un sumergible, se pudieron tomar por fin las primeras imágenes submarinas del celacanto en su hábitat natural. Estas instantáneas fueron realizadas por Michael N. Bruton, del instituto J. L. B. Smith de ictiología (ahora llamado Milestones), y el profesor Hans Fricke, siendo patrocinadas por la organización National Geographic Society y la revista alemana Geo.
Más recientemente, en el año 1998, se encontró otro celacanto en Célebes (Indonesia), instaurando la especie del celacanto indonesio o Latimeria menadoensis. Aunque son parientes de los antiguos celacantos, poseen un modo de vida algo distinto a estos, ya que se han adaptado a vivir en nichos ecológicos a gran profundidad. Esto les ha otorgado algo de ventaja frente a los modernos teleósteos. Las dos especies supervivientes de celacantos son marinas y habitan en las aguas profundas de Indonesia y las islas Comores.
Pueden llegar a medir 1.5 metros de longitud y pesar más de 68 kilos, poseyendo coloraciones que van del parduzco, como la variante asiática, al azul intenso de la africana. Al contrario que la mayoría de peces óseos, tienen aletas lobuladas carnosas revestidas de escamas en la base de las aletas pares. Los celacantos, junto con los peces pulmonados, son los animales marinos más próximos a los vertebrados terrestres.
Se desconocen muchos datos acerca del celacanto, como por ejemplo, su comportamiento reproductivo, aunque se piensa que no alcanzan la madurez sexual hasta los 20 años. Su reproducción es ovovípara, con fecundación interna y unos huevos que miden unos 10 centímetros de largo y tienen un peso de 300 gramos. El ciclo de gestación dura unos 13 meses, tras los cuales la hembra suele dar a luz entre 5 y 25 crías ya bastante desarrolladas que son capaces de sobrevivir sin ninguna clase de cuidado por parte de sus progenitores.
El celacanto es una especie depredadora. Durante el día vive en las cuevas que se encuentran en las zonas profundas (entre 150 y 300 metros), subiendo por las noches a la superficie, donde se alimentan de los peces que moran en los arrecifes.
El futuro del celacanto es algo incierto. Aunque ha conseguido sobrevivir a todas las extinciones masivas acontecidas en los últimos 400 millones de años, podría desaparecer debido a la acción de la mano del hombre. No obstante, estamos aun a tiempo de impedir su extinción. Si se estableciera una estricta protección de las costas de las islas Comores, se podría detener el declive de su demografía.
El hallazgo de la población de celacantos en Indonesia ha significado un alivio para la preservación de la especie, aunque es indispensable tomar medidas concretas para que no se siga expoliando este archipiélago. Con suerte, este fósil viviente podría continuar desafiando a la extinción varios millones de años más.
Vídeos sobre el celacanto:
