En la mitología romana se denominaba a Minerva como la diosa de la sabiduría, las artes, las tácticas de guerra, además de ser la protectora de la ciudad de Roma y la patrona de los artesanos. En la mitología griega se llamaba Atenea.
Minerva vino al mundo de un modo muy singular. Júpiter, que sufría acerbos dolores de cabeza, ordenó a Vulcano que le abriese el cráneo de un hachazo, y de él salió Minerva armada de pies a cabeza, con la apariencia de una doncella de 20 años.
Minerva nace de la cabeza de Júpiter
Fue admitida en el consejo de los dioses, gozando en él de grandes prerrogativas. Tenía, como Júpiter, el privilegio de disponer del rayo según deseara; concedía al espíritu profético, prolongaba la vida de los mortales y les deparaba, después de su muerte, venturosas bienandazas.
Todas sus promesas eran puntualmente realizadas, todo lo que ella autorizaba con una señal de cabeza, había de tener riguroso cumplimiento.
Constituida en protectora de sabios y artistas, había inventado la escritura, la pintura y el bordado; conocía también la música, pues sabía tocar la flauta con maestría; pero como le dañaba la boca y le producía fatiga, la arrojó con enfado en las aguas de una fuente.
Orgullosa de su gran talento y de su belleza majestuosa, siempre contemplaba con ojos encelados a todas aquellas mujeres que se jactaban de parecerse a ella. Medusa fue castigada por haberse atrevido comparar su figura atractiva con la hija de Júpiter.
Medusa, una de las tres Gorgonas, había venido al mundo adornada con todos los atractivos personales; sus cabellos causaban la admiración de cuantos la contemplaban; innumerables amantes la pretendían por esposa. Engreída por tantos homenajes se atrevió a desafiar con su belleza a Minerva y hasta se creyó superior a la diosa.
Minerva, llena de indignación, transformó en serpientes los cabellos de la Gorgona, cubrió su cuerpo de escamas, puso dos alas a sus espaldas, desfiguró sus facciones y le dio un aspecto tan espantoso, que bastaba su presencia para causar la muerte o cambiar en piedras viles a los que tenían la desgracia de cruzarse con ella en su camino. Por eso cuando se advertía su proximidad, todos trataban de esconderse o se daban a la fuga.
Aracne fue también víctima de los enfurecidos celos de Atenea. Aracne, famosa obrera de la ciudad de Colofón, trabajaba con tanta habilidad en las labores de bordado, que de todas partes venían curiosos para extasiarse ante sus primores.
Este coro unánime de alabanzas le inspiró tal vanidad que llegó a desafiar a la misma diosa, invitándola a que demostrase, si podía, mayor suma de méritos. El desafío fue aceptado y cada una se puso manos a la obra.
El trabajo de Minerva resultó sin duda muy perfecto, pero el de Aracne no le quedaba en zaga. Sobre la tela había representado a Europa arrebatada por Júpiter transformado en toro; Asteria forcejando contra el mismo dios metamorfoseado en águila; Leda, de la que aquél se hacía amar tomando la forma de cisne; Alcmene, a la que engañaba usurpando los rasgos de la fisionomía de Anfitrión. También podía verse al rey de los dioses cómo se introducía en la Torre de Dánae en forma de lluvia de oro, tornarse llama viva junto a Egina, y rendir el corazón indiferente de Mnemósine, vistiéndose de pastor.
El dibujo era tan perfecto y las figuras quedaban tan vivamente ejecutadas que Minerva no pudo descubrir en él ningún defecto e hizo pedazos el hermoso trabajo en que quedaban tan magistralmente representadas las locas aventuras de su padre, llevando su resentimiento hasta el punto de golpear a Aracne, que llena de desesperación se ahorcó. Movida la diosa a compasión, la sostuvo en los aires para que no acabara de estrangularse y la transformó en araña. Bajo esta nueva forma, Aracne conserva aún su pasión por hilar y tejer la tela.
El acontecimiento más importante de la vida de Atenea, fue la desavenencia que tuvo con Neptuno. La diosa deseaba que la ciudad que Cécrope acababa de construir en Ática, llevara su nombre, mientras que Neptuno aspiraba a lo mismo.
Los dioses acordaron conceder este honor a aquel de los dos que creara la cosa que pudiera resultar más útil para la ciudad. Neptuno golpeó la tierra con su tridente e hizo nacer el caballo, símbolo de la guerra. Atenea con otro golpe de su lanza hizo brotar el olivo, emblema de la paz. Los dioses se declararon a favor de la diosa y la ciudad se llamó Atena o Atenas, que así era en lengua griega el nombre de Minerva.
Esta diosa suele representarse en la figura de una mujer de continente grave y severo, empuñando con su mano derecha una pica y con su izquierda un escudo. Ostenta sobre el pecho la verdadera égida, especie de coraza en la que se halla esculpida en relieve la cabeza de Medusa. Su divina frente está protegida por un casco coronado por un penacho o un gallo. A sus pies aparece una lechuza o un búho, aves vigilantes, tranquilas y reflexivas.
Preside con el nombre de Palas, la guerra y los combates. Este nombre le fue dado cuando venció al gigante Palas, cuya piel arrancó, llevándola consigo en señal de triunfo.
Yo tengo una versión diferente de porqué arrojó la primera flauta al agua. Esto de la mitología sorprende bastante por sus diferentes versiones.