Un frenético despertar. Todo un invierno de sueño deja lo suficientemente despejadas y frescas a las mariquitas para su primaveral apareamiento.
La hembra deposita sus huevos en un lugar pródigo en pulgones…
los cuáles serán devorados al cabo de una semana por las larvas.
Al desarrollarse, éstas se envuelven en un capullo de donde diez días después emerge un insecto alado de color amarillo…
que al cabo de una hora ya ha adquirido su característico color rojo…
Aun así, existen infinidad de colores y variantes en la familia de los coccinélidos.
La mariquita, ya adulta, consume una media de cien pulgones al día.