Normalmente me paro a pensar en nuestra sociedad como si yo fuese un extraterrestre que llega a este mundo, desde un punto de vista externo, lo analizo y estudio de esa manera. Sé que es raro, pero no puedo evitarlo. También me paro a analizar los anuncios publicitarios desde un punto de vista psicológico, imaginando cómo afectan a nuestra mente, los porqués y entresijos que guardarán (o que intentan conseguir de nosotros). Esto lo extiendo también a cualquier elemento que veo en la televisión u otros medios de comunicación.
Siempre he notado que se nos maneja como borregos, quizás por eso no puedo evitar desmarcarme en cuanto puedo de cualquier orden establecido, y me pregunto porqué ocurre tal o cuál cosa. Está claro que existe un interés por manejar nuestras mentes, lo que no sé es hasta qué punto llegan, si es el mero hecho comercial de vendernos algo, o realmente existe una megacorporación o grupo reducido de masones que nos controla a todos. Aquí se entra dentro del campo de las conspiranoias, y cada uno tiene su grado particular de manías persecutorias.
Existe una lista de estrategias de manipulación mental a través de los medios que dictaminó Noam Chomsky, que me parece muy acertada. La verdad que no podría estar más de acuerdo con ella, por muy excéntrica que parezca, tiene unos puntos muy interesantes.
Noam Chomsky
Las diez estrategias de manipulación a través de los medios
La estrategia de la distracción
El elemento básico para controlar a la sociedad es la estrategia de la distracción, la cual intenta desviar la atención de la gente de los problemas importantes y de los cambios decididos por las altas esferas políticas y económicas, gracias a la técnica del torrente o inundación de incesantes distracciones y de informaciones anodinas. Esto puede ser una noticia en la televisión sobre un hombre que se encontró un sobre con dinero y lo entregó a la policía (algo que no cambia nuestra vida ni nos afecta realmente), por poner un ejemplo.
La estrategia de la distracción es igualmente esencial para evitar que el público se interese por conocimientos básicos, como los que podemos encontrar en los campos de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología o la cibernética.
“Conservar la atención del público distraída, lejos de los problemas sociales reales, embelesada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales (extraído de ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas’)”.
Esto me recuerda un poco al método de enseñanza que describía Betty Mahmoody en su libro «No sin mi hija», en el que describía cómo en las clases, los alumnos simplemente repetían frases o cánticos como método de estudio. Era como si no les dieran tiempo a pensar, ni rebatir, conversar o preguntar. Sus cerebros simplemente asimilaban lo que cantaban como autómatas a los que les implantan ideas sin retorno. Quizás es una forma de controlar a la persona, a la que no se le ofrece una cultura del diálogo, sino unos preceptos que se graban a fuego en su mente.
Crear problemas y después ofrecer soluciones
A este sistema también se le puede llamar “problema-reacción-solución”.
Se elabora un problema, o una “situación” prevista para ocasionar una debida reacción en la gente, que busca que el propio público pida unas medidas. Al final, estas leyes que la misma gente pide y acepta, son las que se buscaba que adoctrinaran desde el principio.
Un ejemplo es permitir que se desenvuelva o se acreciente la violencia urbana, desarrollando atentados sangrientos, de manera que el público pida nuevas leyes de seguridad y de carácter político en detrimento de su propia libertad. Otro ejemplo es crear una crisis económica para que la gente acepte como un mal necesario la retirada de los derechos sociales y la desaparición de ciertos servicios públicos.
La estrategia de la gradualidad
Para conseguir que se consienta una medida inadmisible, solo hace falta aplicarla poco a poco, con cuentagotas, durante años consecutivos. Es de esta forma que situaciones socioeconómicas totalmente nuevas (neoliberalismo), se impusieron a través de las décadas de 1980 y 1990:
– Estado mínimo
– Privatizaciones
– Precariedad
– Flexibilidad
– Desempleo masivo
– Sueldos que no garantizan ingresos dignos
En definitiva, numerosos cambios que habrían causado una gran revolución si se hubieran instaurado de una sola vez.
La estrategia de diferir
Otra forma de hacer que el público acepte una determinación impopular es la de mostrarla como “dolorosa pero necesaria”, logrando la aceptación pública en cierto momento presente, con vistas a una aplicación futura.
Esto se razona con que es más fácil aceptar un sacrificio venidero, que un sacrifico impuesto de manera inminente. Primeramente, porque el padecimiento no se impone de forma inmediata. Y colateralmente, porque la gente inconscientemente tiende a esperar de manera ingenua que «todo marchará mejorar mañana» y que dicho sacrificio requerido se podrá evitar.
Esto ofrece más tiempo a las masas para irse acostumbrando a la idea del cambio y así se logra, llegado el momento, una mejor eficacia en la resignación general.
Dirigirse a la gente como seres de poca edad
La mayor parte de la publicidad presentada a las masas de gente emplean discursos, argumentos, personajes y entonaciones especialmente infantiles, generalmente próximas a la debilidad, como si el público se tratase de una criatura de poca edad o un deficiente mental.
Está comprobado que cuanto más se intenta engañar al espectador, más se tiende a practicar un tono infantiloide. ¿A qué obedece esta práctica?
“Si alguien se dirige a otra persona como si tuviese una edad de 12 años o menos, entonces, por motivos de sugestión inconsciente, la otra persona sin querer probablemente tenderá a responder con una respuesta o reacción también carente de un sentido crítico, como la que tendría un niño de 12 años o menos edad (texto de “Armas silenciosas para guerras tranquilas”)”.
Emplear el aspecto emocional en pos de la reflexión
Utilizar el aspecto emocional es un procedimiento clásico para provocar un cortocircuito en el mecanismo que rige nuestro análisis racional, con la finalidad de anular el sentido critico de cada persona.
Esto también provoca que el uso del registro emocional abra la puerta de entrada al inconsciente para implantar o fijar ideas, anhelos, miedos y temores, compulsiones, o incitar conductas.
Contener a la gente en un estado de ignorancia y mediocridad
Entretener a los individuos de forma que sean incapaces de entender las tecnologías y los procesos empleados para su control y esclavitud.
“La calidad de la educación impartida a las clases sociales inferiores tendrá que ser la más pobre y vulgar posible, de manera que la distancia de la ignorancia perseguida entre las clases inferiores y las esferas sociales más altas sea y se mantenga imposible de alcanzar para las clases más bajas (texto de «Armas silenciosas para guerras tranquilas»)”.
Incitar a la gente a ser complaciente con la mediocridad
Fomentar entre los individuos de la sociedad la idea de que está de moda o es correcto socialmente el hecho de ser estúpido, ordinario e inculto.
Fortalecer la autoculpabilidad
Se debe hacer creer al individuo que él es el único culpable de su propia desdicha, debido a la insuficiencia de su inteligencia, capacidades, habilidades o esfuerzos. De esta manera, en vez de rebelarse contra el sistema económico, la persona se auto-desvalida y se culpa, lo que provoca un estado depresivo y finalmente, el efecto de la inhibición de su acción. Y debido a que no existe acción, se merma la revolución.
Entender a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen
Durante los últimos 50 años, los vertiginosos avances de la ciencia han provocado un progresivo abismo entre los conocimientos generales de la gente de a pie y aquellos poseídos y empleados por las élites influyentes.
Debido a los estudios en campos como la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, las altas esferas disfrutan de un conocimiento avanzado de las personas, tanto en el ámbito físico como psicológico. Gracias a esto, el sistema ha logrado conocer mejor a cada persona de lo que ella misma se conoce.
Esto quiere decir que, en casi todos los casos, el sistema desempeña un control mayor y un gran poder sobre la gente, mayor que el que cada individuo posee sobre sí mismo.