Fosil de niña de Etiopia de 3,3 millones de años

Un equipo de paleoantropólogos etíopes y alemanes encontraron en Etiopía el fósil de una niña de hace 3.3 millones de años, el más antiguo jamás encontrado de la especie “Austraslopithecus afarensis” con datos nuevos para saber si podían hablar.

La niña, llamada “Selam”, es apenas algo más grande que un chimpancé que tuviera su misma edad, y pertenece a la especie Australopithecus afarensis, la misma cuya fama mundial correspondía hasta ahora, casi en exclusiva, a Lucy, la mujer de esta misma especie desenterrada también en Etiopía en 1974. La pequeña ostenta ya el récord de ser el más antiguo y completo esqueleto juvenil jamás encontrado de los primeros ancestros del hombre. Su antigüedad incluso supera en 150.000 años a la de la propia Lucy.

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Las revistas “Nature” y “Nacional Geographic” presentaron, en sendos reportajes, las conclusiones del estudio que revela que la niña más antigua del mundo, de unos tres años de edad, murió siendo aún lactante cerca del antiguo río Awash, en lo que hoy es Etiopía. El hallazgo, que ocupa la portada de la revista Nature, fue realizado en el área de Dikika, en el noreste de Etiopía, por el equipo de paleontólogos dirigido por el investigador local Zeresenay Alesmeged, por cuenta del Instituto Max Planck de Leipzig, en Alemania.

El cuerpo de la niña permaneció sepultado bajo guijarros y arena lo que permitió que sus restos arqueológicos fueran protegidos, lo que ha permitido ahora encontrarlos en muy buen estado.

Sin embargo, los restos de la niña quedaron “prácticamente soldados a una capa de matriz”.

No es el primer resto infantil de hace millones de años, pero sí el más antiguo. Uno los primeros fósiles de homínido hallados en África (1924) fue el cráneo de un australopiteco joven, pero de aquel niño solo queda el cráneo incompleto.

Los primeros fósiles de la niña se encontraron en la región etíope de Dikika en 2000. Pero el paleontólogo Zeresenay Alemseged y sus colegas siguieron rescatando huesos hasta 2003.

Luego han tenido que dedicar miles de horas de trabajo en el laboratorio para extraer los frágiles restos del bloque de sedimento duro como cemento en que estaban incrustados.

Aún sin separar de la piedra arenosa que lo rodea, se ha extraído también un pie íntegro de la niña -se cree que lo es por el tamaño de sus muelas-, que será clave, cuando pueda estudiarse en detalle, para determinar si esta especie era sólo bípeda, como cree buena parte de la comunidad científica, o era también capaz de trepar y saltar de árbol en árbol, lo que sugiere la gran longitud de sus brazos, la forma de sus hombros y omóplatos, y la curvatura de los dedos de sus manos.

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Portada del National Geographic con una simulación de “Selam”

Los afarensis, que vivieron en el continente africano durante el Plioceno, hace entre 2,5 y 4 millones de años, en una zona tropical que hoy es desértica, medían poco más de un metro de altura en edad adulta, pesaban en torno a 30 kilos y sus extremidades superiores llegaban hasta debajo de sus rodillas.

Su bipedismo -la forma de sus caderas sugiere que caminaban erguidos sobre sus extremidades posteriores- liberó sus manos, lo que permitió perfeccionar habilidades que llevaron al desarrollo de su pequeño cerebro, de sólo 500 centímetros cúbicos, algo más de una cuarta parte de la capacidad del homo sapiens.

El responsable de la excavación, Alemseged Zeresenay, ha tenido, durante los últimos cinco años, que limpiar los restos del fósil, utilizando herramientas de dentista, para dejar a la vista los restos anatómicos, las vértebras y costillas diminutas.

Se ha podido dejar perfectamente limpio el juego completo de dientes de leche y varios molares todavía sin salir, buena parte de las costillas, la columna e incluso uno de sus dedos, aún flexionado, como agarrando algo.

No obstante, el hallazgo más importante para los científicos es un pequeño fragmento óseo alojado en la garganta: el hioides (el hueso de la nuez).

De acuerdo con el especialista en homínidos del equipo de investigación de Atapuerca, Carlos Lorenzo, su estudio es clave para determinar si esos homínidos tenían o no capacidad para hablar, y por su pequeño tamaño y similitud con la de los chimpancés, que no tenía capacidades comunicativas muy avanzadas, parece que no llegaban más allá de gruñidos y aullidos como los que usan los monos actuales para comunicarse entre ellos.

De hecho, hasta ahora sólo se habían hallado tres hioides en todo el mundo, todos ellos de ejemplares adultos y los más antiguos fueron hallados en la Sima de los Huesos de Atapuerca, con unos 400 mil años de antigüedad.

Lorenzo señaló que el análisis de este hueso permitirá conocer el aparato fonador humano, lo que sirve para determinar si estos homínidos tenían capacidad de hablar o no.

“No es la primera vez que encontramos huesos de niños de ‘Australopitecus’, pero siempre habían sido huesos sueltos.

Éste es un esqueleto casi completo, y eso nos dará pistas muy importantes sobre el desarrollo y evolución de estos homínidos”, resaltó.

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Por su parte, Zerenesay, que pertenece a una nueva generación de paleoantropólogos etíopes, puntualizó que “el análisis detallado de estos huesos es una de las tareas más emocionantes que nos aguardan en los próximos años”.

Bernard Wood, de la Universidad de George Washington, escribe, también en «Nature», que el hallazgo es «una mina de información sobre una etapa crucial en la evolución». El hecho de que conserve intacto el cráneo, incluyendo mandíbula inferior, dentadura de leche completa -algo inédito- y un molde del cerebro, así como vértebras, costillas, ambas clavículas y omóplatos convierte a «Selam» en una pieza clave de la paleoantropología, «dotando a los científicos de una herramienta valiosísima para saber cómo era la vida homínida de hace más de tres millones de años».

Más aún, algunas partes del esqueleto, como el ya comentado pie íntegro, «están en la misma posición en que fueron utilizados en vida, una pieza clave que permitirá saber cómo lo utilizaba». El misterio del «eslabón perdido» podría por fin quedar resuelto.

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