En el número 1 de la plaza Denfert-Rochereau de París, se encuentra la entrada a “Les catacombes” («Las Catacumbas de París«), un complejo subterráneo que se compone de más de 300 kilómetros de galerías a 20 metros por debajo del subsuelo.
En realidad estas catacumbas componen un gran cementerio que está tapizado macábramente con huesos humanos de más de seis millones de personas. Los restos se comenzaron a depositar allí en 1786, trasladados desde el distrito de “Les Halles”, donde había un ambiente insalubre y perjudicial, causado por los cementerios de las iglesias, como por ejemplo el “Cimetière des Innocents”.
La intrincada red de pasadizos y túneles, donde se han refugiado desde criminales hasta miembros de la resistencia, son los vestigios de una cantera galorromana de piedra caliza que originalmente estuvo situada bajo las colinas de Montparnasse, Montrouge y Montsorius.
Estas catacumbas se fundaron por mandato del Teniente General de la Policía, Monsieur Thiroux de Crosne, y el inspector general de la cantera, Monsieur Guillaumot.
Sólo hay un kilómetro y medio abierto al público para visitas turísticas guiadas, lo que supone una ínfima parte de toda la extensión de las catacumbas.
Se ha descubierto que incluso se han infiltrado personas para celebrar rituales satánicos y misas negras, ya que existen algunas entradas secretas a lo largo de la capital parisina.
No hace mucho tiempo que vi una película que se desarrollaba, en un 75 %, en estas catacumbas, tiene de ser impresionante visitarlas.
En febrero tuve la oportunidad de visitar las famosas catacumbas de Paris. Realmente son impresionantes, no solo por ver tanto hueso junto, también lo era por la profundidad a la que se encontraba todo aquello (te pasas un buen rato bajando y luego otro bien grande subiendo por unas escaleras de caracol muy angostas).
El aire allí era muy frío y la luz solo estaba presente en determinados sitios, en el resto no se podían echar fotos ya que el flash estaba prohibido (había un hombre detrás nuestra constantemente para recordarlo).
No se exactamente la longitud que puede tener la zona de visitas, pero si recuerdo que fue muchísimo rato andando sin parar y a buen ritmo por zonas que a muchos pondrían los pelos de punta. Sin duda lo recomiendo a todas las personas que no les dé mucha impresión ver tanto cráneo junto.
Dos detalles a destacar de mi visita:
1º) los numerosos cráneos con perforaciones de balas o astas. Se podían ver muchos, cráneos perfectos con agujeros limpios (en algunos casos con orificio de entrada y salida) que denotaba la muerte de algunas de estas personas.
2º) El control que había para que la gente no robase huesos. En la salida pude ver una fila de 3 o 4 personas las cuales estaban sacando fragmentos de huesos de sus bolsillos (uno incluso sacó un cráneo de un bolso). Qué poco respeto tiene la gente por los muertos…..