Realmente este fenómeno no se limita solamente a las manos. Las antenas son conductoras de electricidad, así que, en teoría, cualquier elemento capaz de transportar una corriente eléctrica podría actuar como una antena.
El cuerpo humano puede disipar una parte de la energía que recae sobre él, aunque de forma moderada. Cuando regresa al receptor, la señal que ha soportado la influencia de nuestro organismo se acopla con la enviada por el transmisor, de manera que la recepción puede tanto mejorar como resultar distorsionada.
Este fenómeno es más evidente cuando el tamaño de lo que extiende la señal es equiparable a la longitud de onda de ésta. Por ejemplo, los movimientos de las manos pueden intervenir en la recepción de señales de VHF y UHF, pero apenas lo hacen si se trata de la AM, ya que su longitud de onda es de cientos de metros.
Es muy curioso saberlo
La de veces que me he visto agarrando la antena de la tele o de la radio para mejorar la imagen o el sonido.
Recuerdo cuando usábamos de antena para la tele una aguja de punto con una patata.