El término «dinosaurio» fue acuñado en 1842 por el eminente zoólogo inglés Richard Owen a partir de dos vocablos: «deinos» (terrible) y «sauros» (lagarto), por lo que significa «lagarto terrible».
Richard Owen (1804-1892)
Así es como se denomina a aquellos reptiles, ahora ya extintos y fosilizados por todo el mundo, que dominaron la faz de la Tierra durante la vida media de ésta (el Mesozoico). Si además se tienen en cuenta las especies emparentadas de reptiles marinos y voladores, se puede hablar perfectamente de la era de los reptiles.
Los dinosaurios dominaron la superficie de la Tierra durante más de 150 millones de años. Los demás animales vivían por lo general amontonados a un lado y tenían que conformarse con cualquier rincón.
Antes de producirse el auge de los dinosaurios, ya existían reptiles mamiferoides (los denominados terápsidos), pero aquellos animales que se consideran realmente mamíferos fueron evolucionando calladamente a la sombra de los dinosaurios y no salieron a la palestra del mundo animal hasta que éstos últimos se extinguieron.
Los Placerias eran terápsidos dicinodontes que se distinguían por tener una especie de pico córneo cortante en vez de dientes, una abertura en la frente denominada foramen pineal o tercer ojo, y un fuerte esqueleto con huesos cortos y robustos.
El misterioso ascenso de los dinosaurios entre todos los animales terrestres hasta alcanzar semejante posición de dominio plantea múltiples interrogantes. Se sabe con certeza que la aparición de estos animales se remonta al Triásico inferior. Los ancestros de dinosaurios, cocodrilos primitivos y reptiles alados o voladores son los arcosaurios (reptiles dominantes), los cuales evolucionaron a partir de los reptiles prehistóricos junto con las tortugas primitivas, los reptiles marinos y los lepidosaurios.
El Proterosuchus (izq.) o el Euparkeria (der.) son ejemplos de arcosaurios.
A partir de dichos reptiles primitivos surgieron también los terápsidos y sus descendientes, los mamíferos primitivos. Esta ramificación tuvo lugar en el Pérmico medio, hace unos 280 millones de años.
Los arcosaurios poseen una característica en común: dos aberturas craneales detrás de cada órbita ocular. Otras particularidades, pero que sólo se dan en ciertos grupos, son: la bipedestación (muchos dinosaurios), la capacidad de volar (reptiles alados o voladores) y la sangre caliente.
El Pterosaurio («lagarto alado») pertenecía a la familía de los saurópsidos arcosaurios. Poseía el tamaño de una jirafa y, aunque fue el dueño de los cielos en su época, también podía caminar con sus alas.
Mientras que las aves emprenden el vuelo dando un salto con sus patas y mueven las alas sólo durante el vuelo, el pterosaurio necesitaba sus cuatro patas y alas delanteras para darse impulso y comenzar a volar.
A diferencia de los reptiles, cuya temperatura corporal depende del ambiente y, por lo tanto, no es constante, los dinosaurios y reptiles alados o voladores poseían un metabolismo tan activo que su cuerpo gozaba, supuestamente, de una temperatura.
En los primeros 20 millones de años del Triásico, los dinosaurios jugaban un papel secundario dentro del reino animal, pues sólo eran uno de tantos tipos de animales terrestres.
Pronto se dividieron en dos grupos principales: los saurisquios (dinosaurios con pelvis de reptil) y los ornitisquios (dinosaurios con pelvis de ave). Al final del Triásico se produjo, no obstante, una oleada de extinciones que afectó a numerosas especies de reptiles, anfibios y terápsidos.
Se cree que esta muerte masiva fue debida a un cambio climático. Entre los animales que sobrevivieron a semejante aniquilación global estaban los dinosaurios, los reptiles voladores y los reptiles marinos. Éstos ocuparon los lugares que habían quedado libres dentro del reino animal y dominaron todo el espacio vital desde entonces y hasta el final del Cretácico.
En comparación con las otras especies de seres vivos, que se estima en varios millones, su número total no era significativo. Si lo dominaban todo era gracias a sus dimensiones a menudo gigantescas, que eclipsaban a la mayoría de animales restantes.
El omnívoro Lagosuchus (cocodrilo conejo), de sólo 30 centímetros de longitud y 100 gramos de peso, vivió en el Triásico medio y, por la forma de su esqueleto, se le considera un antecesor primitivo de los dinosaurios. Tenía una muslo notablemente más corto que la pierna. Gracias a que corría tan rápido podía escapar fácilmente de sus perseguidores y además atrapar a sus presas desprevenidas. Cuando se ponía erguido, gozaba de un amplio campo visual.