Después de mucho tiempo sin leer nada, me pedí algunos libros baratos en todocoleccion.net. Aparte de los libros que tenía cuando era niño (y que ya no tengo), me pedí varios clásicos a muy buen precio, algunos a menos de un euro. La verdad que luego da un poco de grima que los libros huelan a humedad y a viejuno, sabiendo que han pasado por muchas manos (será que estoy desarrollando síntomas a lo Michael Jackson), pero al menos salieron baratos.
Me decidí como primera lectura el libro de Julio Verne, «Las tribulaciones de un chino en China«, en la edición de 1973 de Ediciones Susaeta, con ilustraciones de J.P. Montero. Aunque en un principio el libro resultó algo soso, en cuanto el protagonista estuvo en peligro de muerte y la historia sobre su fortuna cambió, la historia ganó en interés.
Trata sobre Kin-Fo, un rico heredero que goza de una gran fortuna, pero parece no disfrutar de la vida y la sobrelleva de una manera desganada. Kin-Fo convive en su gran mansión con Wang, un buen amigo de su fallecido padre, que resulta ser su mejor amigo y consejero.
Cuando comienza la historia, Kin-Fo está a punto de contraer matrimonio con Le-u, una mujer acomodada y bondadosa de Pekín. Pero en ese momento Kin-Fo recibe una carta de San Francisco avisándole de que su banco norteamericano se encuentra en suspensión de pagos. Desde ese mismo momento, Kin-Fo queda arruinado y cree que se quedará en la más absoluta miseria.
A la derecha, Kin-Fo corriendo tras Sun para cortarle un trozo de coleta, algo que hace siempre que éste se porta mal.
Así que resuelve suicidarse, no sin antes contratando un seguro de vida y dejando como beneficiarios a su amigo Wang y a su prometida Le-u. Pero como Kin-Fo no tiene el suficiente valor para suicidarse, le pide a su amigo Wang que lo haga por él, y este accede y le da un plazo de unas semanas para cometerlo. Durante esos días, Kin-Fo experimenta nuevas experiencias en su vida, como la emoción de no saber en qué momento Wang le intentará matar, ni de qué modo.
Pero a pocos días de que se cumpla el plazo para su asesinato, Kin-Fo recibe de nuevo una carta de su banco diciendo que todo era un error y no había quebrado. De repente, Kin-Fo volvía a ser rico y ya no quería morir, por lo que busca a Wang, quien justamente desaparece sin dejar rastro y con la promesa de matarle en mente, tal y como le pidió el propio Kin-Fo.
A partir de aquí la historia se concentra en el viaje que realiza Kin-Fo por toda China en busca de su amigo Wang, con la intención de avisarle de que ya no hace falta que le asesine. Junto a él llevará a su criado Sun, que da una nota de humor en muchas situaciones, y dos agentes de la compañía aseguradora, que al final conocen la historia de la triquiñuela que quería hacer Kin-Fo, y lo acompañan para protegerle y evitar que la compañía tenga que desembolsar el dinero si el interesado fallece.
En este viaje, Kin-Fo descubrirá la valía de estar vivo y lo mucho que debemos agradecerle a nuestra existencia cada día. Más o menos es la moraleja que se extrae de la historia, aunque no he contado el final, claro. Kin-Fo era una persona que lo tenía todo en esta vida y no la apreciaba, quizás porque nunca había sufrido contratiempos. Pero el duro viaje que realizará y los peligros a los que se expondrá, le harán valorar seguir vivo y contemplar su existencia desde otro cariz.
Lo único exagerado que veo en el libro es la tecnología que emplean los personajes cuando están en el mar. Llevan unos trajes de buzo con todas las comodidades posibles: no se hunden, no tienen frío, les sirve para navegar, y lo más extraño, es que portan muchísima comida y hasta logran hacerse un té en medio del mar, gracias a un maravilloso hornillo que funciona aprovechando la llama que se produce cuando el fósforo de calcio entra en contacto con el agua para producir hidrógeno fosforado.
No hay más que leer esta línea: «Ante todo abrieron el saco impermeable de Fry, del cual salieron alimentos de buena calidad: pan, conservas, bebidas y utensilios de mesa», para darse cuenta de lo exagerado que es Julio Verne, ya que si estaban en el mar, era porque unos piratas querían matarles y tuvieron que tirarse por la borda del barco. No creo que uno se lleve tantas cosas en situaciones de emergencia.
Esto parece ser una tónica general en muchos libros de Verne, el hacer que la gente siempre tenga a mano cosas, que ni Doraemon cuando rebusca en su bolsillo. Los personajes de Verne parecen muchas veces superhéroes que han pensado en todo y siempre disponen de las cosas más inverosímiles. Tanta perfección le resta algo de credibilidad y hace que sus obras rocen la ciencia-ficción.
Aun así la lectura es muy agradable y nada complicada, como casi todos los libros de aventuras de antaño.
A mi ultimamente también me da un poco de grima leer libros que estén muy usados. Por eso de los microbios… Y mira que de pequeña y no tan pequeña leia muchos libros de biblioteca y de librerias de segunda mano.
Parece interesante el viaje y me gustan las ilustraciones.
Cuando vengas recuerdame que te busque libros de Julio Verne. Me parece que los conservo.
Gracias Jenny, un abrazo.