La ardilla gris, o de las Carolinas, llegó a Reino Unido con pasaporte de EEUU hacia 1980. Al estilo “ley del más fuerte”, desterró a su pariente autóctona, la ardilla roja, de los bosques de robles y nogales, en los que se encuentra alimento durante todo el invierno, y pasó a Irlanda.
El problema es que su desfachatez la lleva a diezmar cosechas e incluso a colonizar ciudades. De hecho, no se sabe quién llevó en 1948 unos ejemplares a una villa de Turín, y su expansión por el Piamonte italiano amenaza ya los Alpes suizos.
