Si se licua el dióxido de carbono y se somete a una temperatura de 31ºC con una presión de 73 atmósferas, no hay manera de impedir que hierva.
Por encima de estos valores obtenemos dióxido de carbono supercrítico. En dichas condiciones se transforma en el complemento ideal para separar o purificar muchos productos.
Durante la década de 1970, científicos del Instituto de física alemán Max Planck crearon una técnica para suprimir la cafeína del café con dióxido de carbono supercrítico. Estos fluidos supercríticos se utilizan para lograr café descafeinado o extractos de apio, pimienta, salvia, romero, vainilla o jengibre.