Los mocos proceden de la mucosidad o mucus, que es la capa fina y de textura resbalosa que reviste la pared interior de la nariz. Este líquido se produce en las membranas de la nariz y ejerce un efecto lubricante para proteger la misma.
La mucosidad está constituida por mucina, una mezcla de proteínas, hidratos de carbono, agua, sales inorgánicas, células descamadas y leucocitos, que suele formar secreciones en forma de gel en el cuerpo.
Partes de la nariz encargadas del olfato.
Cuando respiramos aire a través de la nariz, inhalamos a la vez un montón de partículas pequeñas, como polvo, suciedad, gérmenes o polen. Si estos elementos llegaran de forma intensa a los pulmones, estos podrían perjudicarse y se obstruiría la respiración. La mucosidad trabaja atrapando esas partículas y reteniéndolas en la nariz.
Esquema de las partes de la nariz.
Una vez que esas partículas quedan retenidas en la nariz, el mucus las envuelve ayudándose de los pequeños pelillos de la nariz denominados cilios. El mucus luego se seca rodeando las partículas para formar los mocos.
Esquema de la cavidad nasal.
Los mocos pueden tener diferentes morfologías: blandos, elásticos, delgados, pegajosos, duros, quebradizos, y en definitiva, son una señal de que nuestra nariz trabaja perfectamente.
Finalmente, un tutorial sobre cómo desalojar los mocos en plena calle de manera cívica. Hasta te hará sentir elegante, oiga.