Ecce homo (¡Contemplad al hombre!) de Antonio Ciseri.
El origen de esta expresión se atribuye, según el Evangelio de Juan (19.5), a la imagen de Cristo portando su corona de espinas y túnica granate, siendo presentado por Poncio Pilato (dirigente romano de Judea) ante el pueblo para que diesen el veredicto final sobre su condena, mientras este pronunciaba dicha frase. Y Pilato les dijo: «Ecce Homo» («este es el hombre» o «he aquí el hombre»).
Esta expresión se emplea habitualmente para referirse a un estado de deterioro en la imagen física de alguien. «Estar hecho un eccehomo» significa de alguna manera estar hecho polvo, lleno de heridas y derrotado.
Esto tiene relación con la imagen que tenía Jesús momentos antes de su muerte. Por ello en el arte cristiano se llama Ecce Homo a los retratos de Jesús tal y como aparecía descrito en el pasaje evangélico.
Ecce homo de Quentin Massys, data de 1520 y está en el palacio Doge, en Venecia.