Los pies están sometidos constantemente a rozaduras, presiones y fricciones, las cuales forman agrupaciones de células muertas compuestas por proteínas naturales y queratina. Dichos cúmulos tienen forma cónica y suelen ser más duros y ásperos que la piel normal del pie, aparte de tener un color amarillento o incluso traslúcido.
Lo que pasa con estos excedentes de piel muerta es que tienen forma de cuña, y profundizan en las zonas interiores de la epidermis, provocando el consabido dolor al irritar la zona.
Por lo tanto, lo que hace que duelan tanto los callos es la zona inflamada que hay bajo la piel atrofiada.