Generado en el océano de hierro que es el núcleo terrestre, nuestro campo magnético está en constante transformación. Prueba de ello es que el polo magnético avanzó durante el siglo XX en dirección norte unos 10 km por año, aumentando hasta los 40 anuales de hoy; y que las agujas de las brújulas en África oscilan casi un grado por década.
Por otro lado, el campo magnético se ha invertido en repetidas ocasiones a lo largo de la historia geológica, esto es, los polos norte y sur han intercambiado sus puestos. Su intensidad también está sujeta a fluctuaciones: desde el siglo XIX se ha debilitado un 10 por 100.
Esta atenuación no preocupa a los geólogos, que aseguran que es natural. De hecho, el campo magnético terrestre es en la actualidad mayor que en tiempos pasados.