Don Pelayo (?-737)

Es el primer gran actor de la Reconquista, el hombre que prendió la mecha de un proceso que iba a durar ocho siglos y también una figura de rasgos legendarios, plagada de misterios. Los datos biográficos sobre Don Pelayo son escasos, empezando por su fecha de nacimiento, desconocida, y su linaje, objeto de controversia entre los historiadores.

La mayoría de ellos pone en duda que se tratara de un miembro de la familia real visigoda; pudo ser espatario –un cargo nobiliario– de don Rodrigo, quizá uno de los fugitivos visigodos que se refugiaron en el Norte tras la derrota en la batalla de Guadalete (711); o incluso un astur vinculado a los círculos de poder del valle del Sella, donde viviría sometido durante un tiempo a los invasores árabes.

En todo caso, astur o visigodo, Don Pelayo fue el protagonista de una espectacular aventura militar y política que sí recogieron las crónicas posteriores, tanto cristianas –la del rey Alfonso III–, como árabes. Al parecer todo empezó cuando Munuza, el prefecto musulmán a cargo del territorio astur durante el gobierno de al-Hurr (716-719), envió a Pelayo a Córdoba tratando de alejarle para poder casarse con su hermana durante su ausencia. En la ciudad andaluza permaneció como rehén hasta que logró huir a finales del año 717; después atravesó la Península de Sur a Norte y cruzó el río Piloña para refugiarse en las estribaciones de los Picos de Europa. Las crónicas hablan de una reunión tribal celebrada en el año 718, durante la cual Pelayo aglutinó a todos los clanes astures, tradicionalmente hostiles a cualquier dominación extranjera. Tras reprocharles su ignominiosa sumisión al Islam, logró ponerles de acuerdo para que se rebelaran contra los árabes como siglos atrás habían hecho con los romanos. Convertido en jefe de los astures, Pelayo dirigió las primeras escaramuzas desde el monte Auseva.

La noticia de que se había formado un foco de resistencia llegó al gobernador andalusí Anbasa, quien reaccionó enviando una expedición de castigo en el año 722. Tras verse inicialmente acorraladas, las tropas de Pelayo derrotaron al ejército musulmán en la batalla de Covadonga (722). Esta victoria histórica permitió a los cristianos controlar un territorio relativamente seguro en el norte de la Península, que Pelayo dirigió desde Cangas de Onís hasta su muerte en 737. Le sucedieron su hijo Favila y después su yerno, Alfonso I, ya como primer monarca del reino de Asturias.

Don Pelayo cangas

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