El aventurero que demostró la redondez de la Tierra
Natural de Guetaria (Guipúzcoa), Juan Sebastián Elcano (1477-1526) tenía 15 años cuando Colón llegó a América. Pertenecía, por tanto, a la primera generación para la cual la noticia del descubrimiento significaba la puerta del futuro. Pero hasta 1519, con 43 años de edad, no se presentó su gran oportunidad en forma de cierta expedición mandada por un caballero portugués despechado con su tierra, Fernando de Magallanes. La propuesta que éste había hecho a Carlos V era interesante: alcanzar la India y sus codiciadas especias por la ruta de América, dejando atrás las tierras recién descubiertas. Para ello debían encontrar un paso hacia la mar que se abría del otro lado, vista ya en 1513 por Balboa, y que se suponía situado en el remoto sur.
Se armaron cinco naves que zarparon de Sanlúcar de Barrameda el 20 de septiembre de 1519 y que emplearon trece meses en costear la América atlántica, reconociendo estuarios y bahías en busca del paso. Por fin, doblado el cabo de las 100.000 Vírgenes, a 52º de latitud Sur, hallaron el anhelado estrecho, que bautizarían como de Magallanes. Luego vino lo más duro: atravesar aquel laberinto infernal para salir a la vastedad del Pacífico, inmensamente mayor a cuanto se había calculado hasta entonces.
Pasaron tres meses y medio sin ver tierra, lo que supuso desesperación, hambre y muchas muertes por escorbuto hasta que alcanzaron las costas de Filipinas, donde Magallanes resultó asesinado por los nativos. Entonces entró en acción Elcano, capitán de la Victoria, quien condujo su nave durante un año y medio a través del Índico antes de regresar bordeando África a Sanlúcar el 6 de septiembre de 1522, casi tres años después de la partida. Volvían sólo 18 de los 257 hombres que zarparan, pero se había demostrado en la práctica la redondez de la Tierra.
El emperador, complacido, colmó de honores a Elcano y sus compañeros, y les regaló la carga de clavo que traían, vendida a buen precio en el mercado de Amberes. Pero no pasaron ni tres años y Carlos V volvió a requerir los servicios de Elcano, dándole el mando de cuatro naves en una nueva expedición al Pacífico. De esa aventura, Elcano ya no volvió. Hizo testamento en medio del océano y fue sepultado el 26 de agosto de 1526 en las mismas aguas que le habían llevado a la gloria.
Tras descubrir el estrecho que lleva su nombre, la expedición de Magallanes llegó a Filipinas, donde éste murió. Elcano completó la gesta regresando a España por el oeste con la única nave restante y 18 hombres de los 257 que zarparon.
Aunque Elcano llevaba navegando desde los 15 años, hasta los 43 no tuvo la ocasión de realizar el viaje de su vida, cuando Magallanes lo incorporó a la primera expedición que daría la vuelta al mundo. En ella fue de los pocos que sobrevivieron, pero de la siguiente, ya no volvería.