La isla de Oak (literalmente, «la isla del roble») es una pequeña isla situada en la costa este de Canadá, que cuenta con unas dimensiones de 1600 metros por 800 metros de largo. Todo comenzó en 1795, cuando al joven Daniel McGinnis, que paseaba tranquilamente, le llamó poderosamente la atención una hondonada en el terreno que había junto a un viejo roble, en cuyas ramas asomaba una especie de polea, parecida a las usadas en los barcos.
«Money Pit», el pozo del dinero: En la imagen de abajo, el pozo alrededor del cual, durante doscientos años, se han sucedido decenas de grupos de buscadores. Se cree que la entrada descubierta por McGinnis no es esta, sino otra que hay en las cercanías.
Abajo, la isla de Oak, una pequeña isla de cerca de medio kilómetro cuadrado, situada junto a la costa al este de Nueva Escocia (Canadá), en la bahía de Mahone.
Un descubrimiento muy particular
Al día siguiente, Daniel regresó acompañado de dos amigos que conocían las leyendas locales sobre piratas y tesoros escondidos y comenzaron a excavar. Pronto se dieron cuenta de que la hondonada escondía un pozo muy peculiar. A medida que avanzaban, encontraban cada tres metros una plataforma de tablas de madera de roble. Al llegar al tercer nivel tuvieron que abandonar la empresa porque era demasiado complicada para ellos.
Así nació la leyenda de la isla de Oak, y desde entonces el pozo es conocido como Money Pit es decir, el «pozo del dinero».
Tunel al tesoro de Oak Island, 1947.
A comienzos de 1800, la empresa privada Onslow Company, dando crédito a los rumores que hablaban de un tesoro escondido, retomó las excavaciones. En esta ocasión también encontraron niveles de carbón y de arcilla, pero, sobre todo, de fibras de coco, que tenían que proceder de tierras muy lejanas, puesto que en Canadá no existen cocoteros.
Cuando llegaron a los 30 m de profundidad, la moral de los hombres se elevó por las nubes: se habían encontrado con una enorme lápida de piedra que tenía unas inscripciones indescifrables.
Era ya de noche cuando, sondeando con una pata de cerdo el terreno bajo la lápida de piedra, golpearon algo duro… ¿sería el cofre del tesoro?
Los obreros, exhaustos, decidieron continuar con el trabajo al día siguiente, pero les aguardaba una sorpresa: durante la noche, el agua del Atlántico inundó por completo el pozo. Los intentos por vaciarlo fueron en vano, el nivel del agua permanecía constante. Parecía como si para drenar el pozo hubiese que vaciar el océano. En los años siguientes se realizaron nuevos intentos, el último de los cuales, en 1966, tampoco tuvo éxito.
Inscripciones indescifrables: Abajo, una reconstrucción de la lápida de piedra con las misteriosas inscripciones que encontraron los hombres de la Onslow Company a principios de 1800. La piedra fue remitida a Halifax, y varios entendidos intentaron descifrar los símbolos inscritos en la misma. Finalmente un maestro irlandés averiguó este mensaje: «Forty feet below, two million pounds are buried» («A 12 metros por debajo hay enterrados dos millones de libras»).
El cofre inalcanzable
Se han aventurado distintas hipótesis acerca del presunto tesoro que el pozo de la isla de Oak custodia celosamente. Hay quien piensa que se trata del tesoro de la corona francesa, del tesoro de los templarios o, incluso, del Santo Grial.
Algunos estudiosos han evidenciado singulares analogías entre algunos datos de la aventura como, por ejemplo, los tres muchachos y las características del pozo y la masonería, en particular, con las alegorías que hablan del Templo del rey Salomón.
Pero en la isla de Oak es frecuente encontrar pozos naturales con las mismas características que las del Money Pit.
Sea cual sea la verdad, el hecho es que la leyenda del pozo ha convertido la isla de Oak en destino turístico. Y quizás esto sea el mejor tesoro para sus habitantes.
Tesoros hundidos
Son muchos los tesoros que yacen en el fondo del mar desde hace siglos. Hoy en día, con la ayuda de las nuevas tecnologías, es relativamente sencillo localizar restos de naves hundidas, aunque no lo es tanto recuperarlas. Un ejemplo es el caso de la Flor de la mar, que partió en 1512 de la península de Malasia a mandos de Alfonso de Albuquerque con un tesoro a bordo estimado en nueve millones de dólares. Naufragó a causa de una tempestad junto a Sumatra. En el siglo pasado los restos fueron localizados a tan solo 36 m de profundidad, pero a 15 m bajo el fango. La expedición que trató de recuperar la carga, incluso ayudándose de sofisticadas herramientas, solo fue capaz de sacar a la superficie algunas estatuillas y unas pocas joyas.