Los sueños tienen un halo de misterio y resultan ser el desarrollo de lo que nuestro cerebro visualiza cuando dormimos y no tenemos un control directo sobre nuestra mente. Suelen ocurrir por diversas razones distintas. Eso sí, la forma en la que reaccionamos a un sueño, se define por la clase del mismo que vivimos.
Varios sueños suelen ocurrir a consecuencia de estímulos externos (una vez soñé que estaba en medio de una guerra, y cuando desperté, estaba durmiendo con la tele encendida en la que emitían una película bélica), o bien por razones biológicas, como si nos vamos a dormir sin beber suficiente agua y luego soñamos que estamos sedientos andando por un desierto. Esta clase de sueños no resultan ser muy relevantes, ya que en el caso de tener sed, puede simplemente estar sugiriendo que bebamos.
Otro tipo de sueños son la prolongación de nuestros pensamientos diarios, donde un problema que nos persigue durante la jornada, puede tener una conclusión esa misma noche cuando soñemos. También pueden ser manifestaciones de pensamientos que queremos evitar o nos incomodan, y que hemos estado obviando ese día, pero aparecen en nuestros sueños. En este grupo se engloban con frecuencia nuestros secretos más oscuros que quedan expuestos, o nuestros miedos más significativos que debemos afrontar.
Según chi-nese.com, las pesadillas u otros malos sueños, como un sueño sobre la muerte, son el resultado de miedos o ansiedad.
Estos sueños son un nexo con nuestro subconsciente, una fugaz visión a los pensamientos que discurren por nuestro cerebro cuando se encuentra trabajando y las ideas se propagan con total libertad. No tienen que apreciarse como vaticinios de lo que ocurrirá en nuestro futuro, sino que más bien muestran lo que se encuentra escondido en nuestra mente.
Aun así existe otra clase de sueños, que son aquellos que nos parecen tener un valor profético. A diferencia de los sueños extraños y que carecen de sentido, los cuales experimentamos frecuentemente, estos se determinan por la magnitud en la que los describimos. Aunque la mayoría de sueños se olvidan, estos no pueden desterrarse tan fácilmente, ya que nos dejan una fuerte huella que resulta ser muy poderosa para diluirse.
Los cabalistas manifiestan que cuando alguien duerme, su alma deja el cuerpo terrenal para elevarse a su fuente celestial en la que proveerse de energía. Aunque una pequeña parte del alma se queda en el cuerpo con el fin de conservar su vida, la parte más importante del alma peregrina a sitios superiores. En esa fase incorpórea, el alma puede sentir visiones y acercamientos que generalmente se encuentran fuera de los confines de los seres de nuestro mundo. En esta realidad existe la oportunidad de encontrarnos con otras almas privadas de su cuerpo, concretamente los espíritus de los seres queridos que han fallecido. Esta es su ocasión para transmitirles un mensaje a aquellos que han dejado atrás.
Aparte de las interpretaciones de los sueños que realizó y desarrolló Freud, también existió un estudio que durante más tiempo fue el más conocido. Hablamos de los ensayos realizados por Artemidoro de Daldis, un sabio del siglo II d.C. que fue un renombrado intérprete profesional de sueños que empleaba sus estudios con propósitos científicos y educacionales.
De este estudioso nos quedó de legado su tratado «Oneirokritiká», que podría traducirse como «La Interpretación de los sueños», título que también compartiría nombre con la obra magna de Freud. La obra de Artemidoro comprende un gigantesco manual de empleo o diccionario de sueños que fue compuesto a base de reunir los testimonios de cientos de personas. Posteriormente, el estudioso les daba un sentido o una interpretación, eso sí, basándose en su propio criterio y conocimientos de aquella época.
Así que debemos agradecer a Artemidoro la idea de que los sueños se basan en significados concretos o, para explicarlo de una manera más entendible, que cuando soñamos con algo, ese algo se puede traducir en un significado, muchas veces bastante distante del original. Por eso actualmente muchos de los significados que se dan a los sueños en libros o diversas fuentes, beben directamente de las experiencias de Artemidoro, ya que se consideran bastante fidedignas y atemporales.
De esta manera podemos saber lo que significa soñar con la santa muerte, con un toro, una montaña o un bebé, entre otros muchos ejemplos, con el fin de comprender sus enigmáticos lenguajes oníricos.
La principal razón de esta fascinación por entender los sueños y sus trasfondos, es la de adivinar el futuro. Así que el trabajo de Artemidoro puede considerarse el culmen y el mayor empeño jamás desarrollado, en ese afán por comprender los sueños como mensajes de una realidad paralela y metahumana; serían manifestaciones más allá de los círculos de nuestro plano que hallan en los sueños una manera de comunicarse, manifestarse, volver, avisar y exponer ―eso sí, de forma indirecta y críptica― lo que se aproxima.
Por eso, en este arquetipo de comprensión, los sueños serían semejantes a constelaciones del firmamento, con sus estrellas siempre en su sitio, con símbolos que aparentemente siempre expresan lo mismo.
Algunos sueños son capaces de adivinar nuestro porvenir gracias al sexto sentido que todos poseemos, como una manera de llegar a la información del futuro, y todo ello lejos de cualquier entendimiento logrado por vias ordinarias. Los sueños serían también un puente a los planos superiores astrales, donde no existen el tiempo y el espacio. En estas dimensiones, y más si estamos en una etapa lúcida, tenemos la capacidad de ver situaciones pasadas y futuras. Cuando soñamos, el centro de nuestra mente pasa a la zona subconsciente, un enigmático universo interior en el que las situaciones más inalcanzables se hacen realidad.
Varios estudiosos en materia psíquica aseguran que cualquier persona puede soñar con el futuro, pero que la mayoría apenas logra recordar sus sueños. Otro problema es que generalmente estamos tan sumergidos en nuestra propia vida personal y quehaceres diarios, que los únicos vaticinios giran en torno a nosotros mismos. Sólo un grupo más reducido tiene la suficiente empatía para preocuparse por los sucesos mundiales, consiguiendo que sus sueños proféticos alcancen otros ámbitos que el de su vida personal y puedan presagiar acontecimientos que incumban a todo el mundo.
Hay diversas teorías que intentan explicar estos misterios, y una sería la que aclararía que todavía no ha llegado el momento. Otra que ciertas predicciones no son inmediatas y pueden tardar años o hasta décadas en acontecer. Por ejemplo, algunos jefes espirituales indios americanos vaticinaron en sus sueños que el hombre europeo llegaría, aunque este hecho tardó varias décadas en ocurrir. Y una última hipótesis es la de que no llegamos a ver nuestros sueños proféticos hacerse realidad porque no sabemos interpretarlos. Como nuestro cerebro emplea símbolos y alegorías, podemos acabar interpretándolos incorréctamente por el desconcierto.
Otro caso no tendría que ver con sueños que se cumplirían en un futuro, simplemente porque pertenecen a vivencias del pasado, en una existencia anterior. Podemos tener sueños y experimentar un intenso amor por una mujer u otra persona, pero no saber de dónde proceden esos sentimientos. Ciertas personas pueden llegar a un punto de obsesión con estos sueños vaticinadores, y buscar respuestas en la hipnosis con el fin de hallar el significado; en estos casos muchas personas han descubierto que los sueños correspondían a situaciones que han tenido en una vida pasada.
De nuevo, la mente subconsciente tiene la capacidad de regresar al pasado temporalmente, antes de nuestra vida actual, ya que los sueños no se atañen a las normas del tiempo y espacio. Otros estudiosos formulan teorías más enrevesadas, en las que varios de estos sueños proféticos pertenecerían a distintos planos o universos paralelos; por ello es posible soñar con una vida distinta o parecida a la nuestra, pudiendo llegar a vivir las mismas situaciones en las dos dimensiones.
No obstante en el mundo científico existen otras ideas acerca de estos sueños, en las que no participarían las aptitudes psíquicas. Según los investigadores, nosotros mismos crearíamos el sueño uniendo de manera rápida los trozos de información que iría proporcionando la mente consciente. Dicho de otro modo, nuestro cerebro puede adivinar lo que acontecerá basándose en la información que va recopilando y lo manifiesta en los sueños.
Esto explicaría que algunas personas sean capaces de predecir terremotos a través de sueños, mucho antes de que ocurran. Según los geólogos, se cree que el movimiento de las placas tectónicas despide frecuencias que el cerebro puede sentir. Nuestro planeta resuena por regla general en una frecuencia cercana a 7,83 Hz, por lo que una persona que esté en sintonía con dicha frecuencia, es capaz de notar cambios en la misma. Y es que, mientras dormimos el subconsciente se libera de todas las ataduras de la mente activa y puede emplear las zonas emocionales e intuitivas para captar mejor las frecuencias circundantes. Aun así lo que no tiene explicación es que existan personas que han podido soñar con su propia muerte, como es el caso de Abraham Lincoln.
Como vemos, todo lo que acontece en el mundo de los sueños continúa siendo un misterio, porque escapa a toda lógica y raciocinio. También que la ciencia no está preparada para explicar en su totalidad el funcionamiento del cerebro, que cada día sorprende más y más por su enigmático funcionamiento.
Soñar es sanear el espiritu y el cerebro.
Y soñar es gratis!