Aunque parece que en lo que llevamos de año, ya hemos tenido bastante con la crisis del coronavirus, debemos saber que existen pululando por ahí más virus de los que nos creemos.
Y es que la inmensidad de la virosfera resulta increíble por las cifras que maneja.
Mientras que varios miles de virus han sido estudiados en detalle, los científicos aseguran que ni siquiera hemos arañado la superficie. De hecho, algunos piensan que podría haber trillones de especies en total.
Incluso las estimaciones más bajas en el número de virus son igualmente superlativas.
En los océanos, millones de diferentes clases pueden estar al acecho, y no es difícil encontrarlos: cientos de miles de nuevas especies pueden ser identificadas si sabemos buscar, y encima en cantidades que desafían la imaginación: hasta 10 millones de virus pueden estar presentes en un mililitro de agua.
A pesar de esta exuberancia viral, debemos estar tranquilos porque es algo que no afecta a nuestra salud. Esto es algo que ha sido tratado en un nuevo estudio dirigido por la ecologista marina Jennifer Welsh del Instituto Real Neerlandés para la Investigación del Mar (NIOZ).
La investigación nos dice no todos los virus se contagian a los seres vivos, y algunos animales en realidad se aprovechan de estos virus y los utilizan en su propio beneficio, eliminándolos del medio ambiente.
A pesar de este valioso y poco apreciado servicio público, el mundo de los virus en océanos y mares sigue siendo todo un misterio.
«Los virus son las entidades biológicas más abundantes en entornos marinos; sin embargo, a pesar de sus posibles implicaciones ecológicas, se sabe poco sobre la eliminación de virus por parte de los organismos de su entorno que no son anfitriones«, explicó Jennifer Welsh y su equipo a través de sus investigaciones.
En una serie de experimentos realizados en laboratorio, los investigadores examinaron cómo una serie de estos organismos marinos no anfitriones lograban eliminar las partículas virales de su entorno acuático.
Para ello empleaban diferentes mecanismos, ya sea mediante la depredación activa o a través de mecanismos pasivos, como la alimentación por filtración o las barreras físicas que crean los organismos entre los parásitos y sus anfitriones.
De las diez especies animales diferentes que se analizaron, los cangrejos, berberechos, ostras y esponjas de mar resultaron ser las más eficaces para reducir la abundancia viral.
«En nuestros experimentos, las esponjas de mar redujeron la presencia de virus hasta en un 94 % en tres horas«, explicó Jennifer, «y después de 24 horas completas, esa cifra incluso alcanzó el 98 % de eliminación de virus.»
«Otro experimento demostró que la absorción de los virus se produce de forma muy rápida y eficaz. Incluso si ofrecíamos nuevos virus al agua cada 20 minutos, las esponjas seguían siendo tremendamente eficaces en la eliminación de virus».
En comparación con las esponjas de mar, los cangrejos fueron los segundos más eficaces, reduciendo la abundancia viral en un 90 % en 24 horas, mientras que los berberechos lograron un 43 %, y las ostras un 12 %.
Por supuesto, estos impresionantes resultados en los experimentos de laboratorio podrían no tener el mismo éxito en medios silvestres, debido a la gama de cambios de comportamiento que pueden producirse en los diferentes entornos acuáticos, por no hablar de otras variables medioambientales que están en juego bajo el mar.
«La situación allí es más compleja, ya que muchas otras especies animales están presentes y se influyen mutuamente», dijo Jennifer.
«Por ejemplo, si una ostra está filtrando agua y aparece un cangrejo, la primera cerrará su válvula y dejará de filtrar. Además, existen factores como las corrientes de marea, la temperatura y la luz ultravioleta que hay que tener en cuenta».
No obstante, los investigadores piensan que esta capacidad natural de los animales no hospedadores para reducir la abundancia de virus en los entornos marinos, es algo que podríamos explotar algún día.
Sería especialmente útil en la acuicultura, donde organismos como las esponjas de mar podrían utilizarse como una especie de escudo para proteger a las granjas acuáticas de los patógenos virales.
Queda por ver si esto será posible en última instancia, pero está claro, según el equipo, que este proceso continuo de eliminación de virus en los océanos es algo que se ha subestimado hasta el momento.
«La influencia de los organismos no huéspedes en el medio ambiente, es un factor que ha sido pasado por alto en la ecología de los virus», dijo Jennifer.
La misma clase de temas explorados en el trabajo del equipo, se tratan con mayor profundidad en la tesis doctoral de Jennifer Welsh.
Un ejemplo sería cómo las interacciones parásito-huésped no ocurren en un vacío ecológico, siendo afectadas por una variedad de mecanismos de la fauna y flora del ambiente.
Debido a las actuales restricciones provocadas por otro virus (el coronavirus SARS-CoV-2 que está causando la actual pandemia COVID-19), Jennifer tendrá que exponer su trabajo a través de Internet, lo que será una primicia para un investigador del NIOZ.
Fuentes:
https://www.nature.com/articles/s41598-020-61691-y
https://www.nioz.nl/en/news/animals-keep-viruses-in-the-sea-in-balance