Este edificio histórico se sitúa en el centro del Ensanche, uno de los distritos más céntricos de la ciudad de Barcelona. Fue diseñado por el arquitecto Antonio Gaudí a comienzos del siglo XX justo en pleno apogeo del modernismo, y se convirtió en la residencia de la familia Batlló durante años.
La casa Batlló es una auténtica obra de arte, no sólo por dentro, sino incluso por fuera. Y es que si pasamos por delante, al atravesar el paseo de Gràcia, lo primero que nos llamará la atención es su imponente fachada.
Si estás de vacaciones por Barcelona, es una visita obligada, pero gracias a la tecnología e Internet, podemos realizar el tour virtual de Casa Batlló desde cualquier punto del mundo para no perdernos los encantos que atesora.
Sus orígenes
La Casa Batlló es un edificio que es un espectáculo en sí mismo, siendo una construcción de gran personalidad y carisma en la que se hace evidente la armonía entre la luz y el color. Sin lugar a dudas, nos encontramos ante una de las obras más relevantes del modernismo catalán.
Su origen se remonta a comienzos del siglo pasado. Por aquel entonces, Josep Batlló i Casanovas, uno de los grandes industriales del textil catalán, quería derribar el edificio que estaba situado en el número 43 del paseo de Gràcia, con la intención de que Antoni Gaudí levantara uno nuevo.
Pero Gaudí no estaba conforme con esta decisión y prefirió reacondicionarlo a su gusto. De este modo, entre los años 1904 y 1907 se realizaron las tareas de remodelación del inmueble, conformando uno de los edificios que, desde esa fecha en adelante, se convertiría en un estandarte de la Ciudad Condal.
¿Qué podemos ver en la Casa Batlló?
De la casa Batlló lo que más nos llama la atención es su fachada, que presenta una forma sinuosa. También los materiales que la forman, entre los que predominan la piedra, el hierro colado, los mosaicos coloridos de vidrio y la cerámica de inspiración marina.
En las tres primeras plantas (baja, noble y primera) la fachada está rematada por unas estilizadas columnas de piedra que parecen rememorar estructuras óseas, aparte de estar decoradas con motivos florales muy típicos de la época modernista.
Las barandillas de los balcones superiores están confeccionadas con piezas enteras de hierro fundido. Lo sorprendente es la maestría con las que fueron forjadas cada una de ellas para darles forma de máscara, algo que a simple vista puede no resultar evidente.
El tejado que corona la parte superior tiene la forma ondulada del lomo de un dragón, mientras que las tejas simulan ser grandes escamas tornasoladas. También podemos observar una ristra de esferas con colores diferentes de un extremo a otro. Todo un espectáculo de colorido lleno de simbolismos.
Cuando entremos dentro del inmueble, podremos comprobar cómo Gaudí ideó un nuevo reparto de formas sinuosas y se inspiró en animales y elementos marinos, como por ejemplo, claraboyas con forma de caparazón de tortuga o pasamanos que se asemejan al espinazo de un gran animal.
También podremos encontrar un patio interior cubierto de azulejos, los cuales tienen formas en relieve y una gama cromática de varios tonos azulados. Dichas baldosas reparten la luz que entra por una gran claraboya confeccionada en hierro y vidrio.
A lo largo del interior del edificio, observaremos unos preciosos detalles en todas las puertas y una gran cantidad de cristales y formas ergonómicas.
En la parte superior del bloque descubriremos un desván, que antiguamente estaba destinado a la zona de lavaderos, trasteros, depósitos de agua y otras estancias del servicio. En comparación, esta zona es bastante diferente al resto de la Casa Batlló.
El desván es una sala diáfana y parca en cuanto a decoración. Queda emplazada bajo una cubierta de bóveda catalana que sostienen sesenta arcos parabólicos que simulan ser el costillar de un gran animal.
Para terminar, en la azotea, por encima del lomo del dragón, hallaremos cuatro agrupaciones de ondulantes chimeneas, las cuales están revestidas por un teselado de baldosas. Estas chimeneas están coronadas por sombreros con el fin de que el viento no obstaculice la salida de humos.
Como vemos, aunque en la Casa Batlló todos los diseños tienen una funcionalidad práctica, siempre integran algún detalle que les confiera el toque creativo y original de Gaudí.
El renombre de la Casa Batlló ha trascendido hasta el mundo del arte y la arquitectura, sirviendo de inspiración para muchos profesionales y artistas de diferentes disciplinas, como el fotógrafo japonés Hiroshi Sugimoto, que la ha retratado varias veces.
La “Loseta Gaudí”
Cuando estaba diseñando el suelo de la Casa Batlló, a Gaudí se le ocurrió disponer un mosaico hidráulico compuesto por losas con forma hexagonal, tonos azulados y relieves con formas de caracolas, estrellas de mar y algas para simular un fondo marino.
Aunque estas losetas al final no se utilizaron para este edificio, finalmente se aprovecharon para pavimentar la Casa Milà. Como forma de honrar la memoria y legado de Gaudí, unas recreaciones similares también han servido para pavimentar todo el paseo de Gràcia.