El Polo Norte magnético va cambiando de posición, aunque se ha descubierto que su evolución es más rápida desde comienzos del siglo XX. James Clark Ross encontró el Polo Norte por primera vez en el año 1831, tras un duro viaje por el océano Ártico en el que su barco quedó inmovilizado cuatro años a causa del hielo.
Tras la visita de Ross, nadie volvió al polo hasta el siglo siguiente. En 1904, Roald Amundsen halló el polo de nuevo y descubrió que se había movido unos 50 kilómetros desde la última medida de Ross.
Según un estudio de la Universidad de Oregon (Estados Unidos), su emplazamiento ha variado de posición unos 1.100 km. en 100 años. Hasta 1970, la velocidad media de su recorrido era de 10 kilómetros al año, pero actualmente ha alcanzado una velocidad de 40 kilómetros anuales.
La misma investigación apunta que, aunque se trata de una irregularidad, no se observan indicios de una nueva reversión de los polos magnéticos terrestres, tal como ocurrió hace 780.000 años. Sin embargo, este actividad sin precedentes en los últimos 2.600 años, puede generar súbitos cambios geomagnéticos futuros. También se demostró que de manera global, el campo magnético se había debilitado un 10% desde el siglo XIX, aunque no suponga algo significativo si tomamos en cuenta los cambios del pasado terrestre.
La importancia de conocer más sobre el Polo Norte magnético reside en que su distancia en relación al Polo Norte geográfico forma un ángulo que permite el cálculo del declive magnético, esencial para la navegación por mares y océanos. Aun así no existe motivo de alarma, ya que el desplazamiento del Polo Norte magnético es la manifestación natural de un fenómeno de oscilación de la Tierra.
Si el Polo Norte Magnético sigue a este ritmo, dentro de 50 años se situará en Siberia.