La situación de al-Andalus era caótica cuando Abderramán III, nacido en Córdoba en 891, accedió al poder en 912 tras la muerte de su abuelo, el emir Abd Allah. Tenía sólo 21 años, pero contaba con un carisma extraordinario y unas dotes políticas que pronto puso en marcha desde su cargo de emir. Primero se propuso acabar con la anarquía imperante en la España musulmana, y en pocos años logró ganarse el apoyo de parte de la aristocracia árabe, hasta derrotar al último grupo rebelde comandado por Umar Ibn Hafsun, tras ocupar la fortaleza de Bobastro (928), en la sierra de Málaga. Al cabo de unos meses, en 929, Abderramán III se proclamó califa, sucesor del profeta y príncipe de los creyentes, lo que supuso la independencia religiosa y política de al-Andalus respecto a Bagdad.
Una vez resuelta la “cuestión árabe”, el nuevo califa se dedicó a afianzar su supremacía sobre los territorios peninsulares. A pesar de las derrotas de Osma y Simancas frente a las tropas de Ramiro II, logró notables victorias que convirtieron su reinado en un largo periodo de predominio musulmán sobre los reyes cristianos. Entre otras ciudades, tomó Toledo, Badajoz y Zaragoza, y, en el norte de África, Ceuta, Melilla y Tánger.
Con Abderramán III, el califato de Córdoba vivió su época de máximo esplendor. Inició contactos diplomáticos con Bizancio y organizó al-Andalus como un Estado centralizado que gobernó con poder absoluto a través de una administración eficaz y una hacienda saneada, gracias al desarrollo de la agricultura, la industria y el comercio. Bajo su mandato, Córdoba se convirtió en la capital más brillante de Europa, no sólo por los espectaculares edificios que mandó construir –la Mezquita, el Alcázar, la ciudad-fortaleza de Medina Zahara, situada en sus alrededores–, sino también por su apoyo al arte, la cultura y la ciencia. Entre otras iniciativas, el califa fundó la escuela de medicina cordobesa, la primera de todo el continente europeo. Le sucedió su hijo al-Hakam II.
El califa andaluz
Abderramán III, fundador del califato de Córdoba, mandó construir la Mezquita (arriba) de la ciudad andaluza.