El viaje punto a punto o de ida y vuelta, sin escalas, en tren de alta velocidad (TAV) aporta indudables ventajas sobre el viaje en avión para distancias de hasta 700 km por trayecto: resulta más descansado, cómodo y placentero y supone un atractivo adicional que favorece el incremento en el tráfico de pasajeros.
El TAV entre ciudades cercanas modifica los hábitos de desplazamiento e incluso de vida de sus habitantes y favorece las visitas entre ciudades de los turistas que están en ellas. Esto no quiere decir que la alta velocidad vaya a terminar con el transporte aéreo de corto radio. Sin duda, la entrada en funcionamiento de estas líneas origina cambios en el volumen de tráfico aéreo equivalente, pero no lo sustituirá del todo.
La disminución del tráfico aéreo que produce el TAV se centra mayoritariamente en los pasajeros que hacen viajes de ida o de ida y vuelta. Sin embargo, tiene poca influencia sobre el tráfico aéreo en los viajes con escala en alguna de las ciudades que une. En éstos, la comodidad en el tránsito, manejo de equipajes y desplazamientos entre terminales supera a la del viaje en tren combinado con el avión. Un aspecto importante a tener en cuenta en este tipo de viajes es la ventaja de tener en un único contrato de transporte todos los trayectos.
En todos los casos, la aparición de nuevas líneas de TAV, nuevos aeropuertos y enlaces aéreos o nuevas autopistas generan importantes aumentos del número de pasajeros que serán mayores a medida que se consiga mejorar la complementariedad de los distintos tipos de transporte y la mejora de sus infraestructuras.