El arte funerario tuvo entre los etruscos un claro protagonismo. Al igual que los egipcios creían en la vida de ultratumba. Los personajes fallecidos son representados con una vitalidad y optimismo que sólo habían sido destacados anteriormente en la civilización cretense. También imitan a los modelos dominantes de la Grecia arcaica, de ahí la leve sonrisa y los ojos almendrados.
Las tumbas etruscas son construcciones muy cuidadas que reflejan el culto rendido a los antepasados. Su calidad debía responder a la categoría de la familia que la mandaba construir y tener dignidad necesaria para servir de alojamiento al difunto. Por ello se intentaba dar al espacio interior un cierto aire doméstico. En las paredes abundan los dibujos al fresco que decoran los muros y tienen la misión de crear un ambiente relativamente alegre, mostrando fuerza, animación y energía, en un deseo de que algo de la vitalidad se transmita al difunto.
Sarcófago de los esposos.
El interés del artista se orienta más bien hacia los efectos inmediatos e individualizantes y se despreocupa por lo teórico, por ello la escultura etrusca mostró una gran permeabilidad hacia las innovaciones del arte griego, del que a menudo tomó sus modelos reinterpretándolos en función de su particular sensibilidad.
Quimera de Arezzo.