En Japón el uso de bicicletas está bastante extendido, por lo que no es extraño encontrarse muchos parkings donde estacionarlas. Este empleo tan generalizado, convierte a Japón en el tercer país del mundo en el uso de bicicletas (tan sólo por detrás de Países bajos o Dinamarca) y esto probablemente se deba a que Japón es uno de los países más poblados del mundo, ocupando el puesto décimo en el ranking mundial. Otros países están siguiendo este ejemplo, como Argentina, que ha visto incrementado el uso de este utilitario y la aparición de muchas tiendas con una gran variedad de bicicletas en venta. Este auge se debe, por ejemplo, al programa llamado «Buenos Aires, mejor en bici», con el que se está promoviendo el uso de la bicicleta y que logró aumentar hasta un 107% el uso de la misma en la capital argentina entre los años 2010 y 2011.
Con tanta población en el país nipón, la bicicleta se ha convertido en una manera ecológica para llegar a todos los lugares de una manera accesible, aunque el país no obstante, tenga una gran infraestructura en carreteras y medios de transporte. Las ciudades japonesas poseen millones de personas y son de las más pobladas del mundo, como por ejemplo la capital Tokio, con 40 millones de personas en toda la zona metropolitana. Así que con una bicicleta podemos acceder en unos cinco o diez minutos a servicios básicos en nuestra vida diaria, como el supermercado, el médico o la escuela. Debido a que las necesidades elementales se cubren perfectamente con viajes cortos en bici, su empleo tan extendido cobra sentido en un país tan pequeño y concurrido.
En las áreas urbanas podemos encontrar una red de medios de transporte completísima, con metros o ferrocarriles que son pulcros y ofrecen un servicio rápido, aparte de los autobuses, que suponen una opción económica e igualmente fiable. Debido al cuidado que ofrecen estos medios en su eficacia, puede aseverarse sin problema que los medios de transporte públicos son más funcionales y rápidos que los automóviles. Los japoneses no emplean solamente un único servicio de transporte para llegar al trabajo, así que no es extraño ver a sus habitantes empleando bicicletas para acercarse a las estaciones de metro más cercanas a su casa, donde las dejan estacionadas y toman el metro. De esta manera, las bicicletas pueden emplearse como complemento para ahorrar tiempo en los transportes diarios.
Tener un coche, si vivimos en Tokio o cualquier ciudad bulliciosa, realmente no es una buena opción, ya que suele suponer muchos gastos e inconvenientes. Antes de adquirir el utilitario, debemos demostrar que poseemos una plaza de aparcamiento, algo que resulta ser un gasto importante en ciudades donde el espacio es ínfimo y las plazas de garaje no son económicas, por no decir que lo mismo se encuentran lejos de nuestra casa. Y para los que entran a trabajar en estas ciudades populosas, también resulta ser muy caro aparcar el coche, llegando a ser más barato alquilarse una pequeña vivienda en las afueras. Si a esto añadimos los gastos de mantenimiento y el seguro del coche, entenderemos porqué son tan populares las bicicletas y los medios de transporte público.
En Japón las bicicletas más populares son las denominadas «mamachari» (ママチャリ), que podríamos traducir como «bicimama», y son las típicas bicis de paseo o domésticas que emplean por excelencia las amas de casa. Estas bicicletas son preferidas antes que las de carreras, híbridas o de montaña porque son más prácticas. Suelen ser económicas, poseen luces de dinamo, cierres en forma de herradura y una pata trasera. Lo normal es que lleven integrada una cesta en la parte delantera y un portaequipajes en la zona trasera, pudiendo ser utilizadas para transportar niños si se acondicionan para tal efecto. Quizás no sean bicicletas con un estilo atractivo, pero su funcionalidad es innegable para la vida diaria y realizar recados sin perder mucho tiempo.
Las leyes que regulan el tráfico de bicis son bastante blandas, por lo que se otorga una gran libertad para circular con ellas por donde queramos, ya sea en calzadas o entre coches. Así que si somos peatones, debemos tener cuidado en no provocar un accidente con los ciclistas (aunque tengan la culpa ellos), ya que en algunos casos circulan de forma imprudente.
Es tan sólo cuando se provoca un accidente, cuando las leyes se ejecutan con severidad, pero por regla general, mientras vayamos circulando respetando a los demás, podremos saltarnos ciertas normas. Aunque está prohibido circular por las aceras, si un policía nos detiene, simplemente nos reñirá un poco, pero nos dejará seguir sin mayores consecuencias ni multarnos. Algo parecido nos puede pasar si llevamos la bici por la noche sin una luz integrada, pues aunque no recibiremos ningún castigo, seguro que nos darán una larga charla sobre la importancia de llevar una luz instalada para circular en horarios nocturnos. Lo mismo ocurre con el casco, que en teoría deben llevar puesto los menores de 13 años.
Tampoco se puede emplear un teléfono móvil mientras conducimos con nuestra bici, así como escuchar música con auriculares o llevar paraguas en la mano. Sobre el transporte de pasajeros, podremos llevar un máximo de dos niños si tenemos acondicionada la bici, pero está estrictamente prohibido llevar a nadie más si no hemos habilitado la bicicleta con las sillas reglamentarias.
Otro de los puntos a destacar es que, aunque las bicicletas son empleadas de manera masiva en este país, la infraestructura dedicada a ellas es deplorable. Las calles pequeñas en barrios y periferias son realmente angostas, por lo que no existen aceras. Debido a que no pueden instalarse carriles para bicis en estas calles tan estrechas, tanto peatones como coches circulan junto a las bicicletas a la vez. Por no decir de los aparcamientos reglamentarios para bicis, que son pocos, por lo que muchas veces habrá que buscarse la vida para aparcar nuestra bicicleta.
Por ello debemos vigilar dónde estacionamos la bicicleta, pues recibiremos una multa por aparcarla en un lugar inadecuado. Por ejemplo, podemos depositarla en la puerta de nuestra casa, siempre y cuando la apoyemos sobre una propiedad privada. Así que si la estacionamos incorrectamente, seguramente la retirarán y luego tendremos que ir a la oficina policial más próxima para recuperarla, por supuesto tras pagar una multa.
Otra curiosidad de las bicicletas en Japón es que deben ser matriculadas, de manera que lleven una pegatina con el número de serie para poder ser identificadas con facilidad. Al comprar una bicicleta, tendremos que facilitar nuestro nombre y dirección, aparte de identificarnos y pagar una tasa por el registro.