En 1888, en Nuevo México, Estados Unidos, dos vaqueros descubrieron casualmente los restos de una de las civilizaciones más enigmáticas del planeta. Cañón del Chaco es un valle de 19 km de largo por 1.5 km de ancho. Pueblo Bonito, el yacimiento más amplio de toda la zona, es una gran complejo con forma de herradura, edificado en torno a 1100 d. C. y formado por cerca de setecientas estancias que podían hospedar a unos mil habitantes.
En las estancias, más o menos todas de las mismas dimensiones y distribuidas en cuatro plantas, no se han encontrado muebles ni objetos domésticos. De este pueblo, los anasazi, no se sabe prácticamente nada, ni siquiera si conocían o no la escritura. Lo que sí se sabe es que tenían una fijación especial con el cielo y con las energías de la Tierra.
El misterio de las «kiva»
Las kiva son habitaciones circulares excavadas en el suelo, presentes en todos los asentamientos anasazi. La kiva más grande es la denominada «Casa Rinconada», situada a casi un kilómetro de Pueblo Bonito: tiene un diámetro de 20 metros y una profundidad de unos 5 metros.
La hipótesis más comúnmente aceptada es que fueron utilizadas para ceremonias sagradas. Cubiertas por techos de madera, todas tenían una hoguera en el centro. Parece ser que los anasazi creían que, gracias a este fuego, podían entrar en contacto con los espíritus de los antepasados y con las energías de la Tierra: teoría que viene corroborada por el hecho de que todos estos asentamientos fueron construidos en las cercanías de lugares especiales, de los que emanan importantes fuerzas telúricas.
Cabañas bajo tierra: La reconstrucción de una kiva nos muestra la estructura de esta particular edificación. La techumbre se sostenía con grandes palos fijados en todo el perímetro circular de la kiva y un agujero en el centro permitía introducirse dentro.
Chetro Ketl: Es la localidad donde se encuentra esta gran kiva. Entre la kiva y la colina se pueden ver los restos del pueblo.
Cielo, tierra… y carne
Los anasazi tenían unos sorprendentes conocimientos sobre astronomía. Una de las principales características de sus construcciones, como sus pueblos, kiva o calles, es que casi siempre están alineadas con un determinado fenómeno astronómico. Construyeron casi 300 km de calles que, generalmente, no conducían a ningún lado y tenían un alineamiento astronómico perfecto.
Pero una teoría reciente proyecta una sombra sobre este, aparentemente, tranquilo pueblo. Parece más que demostrado que los anasazi practicaban el canibalismo. En las hogueras de las kiva se han encontrado huesos humanos cocidos. Estas prácticas vienen confirmadas, asimismo, por el análisis de otros restos orgánicos que también han resultado ser humanos.
En torno a 1220 d. C. sucedió algo muy misterioso. Los anasazi, repentinamente, abandonaron las tierras que habían habitado durante más de mil años. Primero se trasladaron unos kilómetros al norte y, un siglo después, se trasladaron 500 km al sur.
¿Cuál fue el motivo? ¿Cambios climáticos que originaran periodos de carestía? ¿Invasiones de pueblos vecinos? Probablemente, la causa haya que buscarla en su obsesión por los rituales religiosos. ¿O acaso es mera casualidad que su destino final fuese una localidad situada justo sobre el meridiano mismo de Cañón del Chaco?
Quiénes eran y qué hacían
Muchas de las teorías formuladas sobre este pueblo, con el tiempo, se han demostrado inexactas. Una de las primeras se basaba en un error de traducción de una palabra del pueblo navajo que, en 1880, habitaba las tierras que habían sido de los anasazi. De hecho, el término anasazi deriva de una palabra navajo que significa «antiguos» y no «enemigos», como se creyó en un principio.
Según otra teoría, los anasazi eran cazadores de bisontes y hábiles jinetes; pero en esta zona no había bisontes y los caballos fueron introducidos tras el descubrimiento de América, lo que sucedió dos siglos después de que desapareciera el pueblo anasazi. Por último, sus orígenes se han remontado a hace más de seis mil años, cuando, en realidad, los primeros vestigios que se tienen de ellos son de hace dos mil.
Una civilización misteriosa
Este pueblo desarrolló un arte y una escritura muy característicos. Utilizaban ánforas y recipientes con un peculiar diseño en zigzag. También son testimonios de su presencia en pinturas rupestres, con la impronta de sus manos y figuras estilizadas de hombres y animales.
Ánfora de cerámica encontrada en el parque de la cultura Chaco.
Vista aérea de Pueblo Bonito.
A la entrada del Cañón, podemos hallar tres gigantescas losas de piedra, emplazadas cerca de dos espirales talladas en piedra sobre un muro.
Palacio Acantilado, poblado anasazi del Parque Nacional de Mesa Verde.