Hola de nuevo en esta edición de Las crónicas de Morbo, seres de raza inferior. Para la crítica a la idiotez humana del planeta Tierra, hoy vamos a hablar de un tema escalofriante.
Cuando llegan las vacaciones, algunos terrícolas abandonan a lo que ellos llaman “mascotas” sin miramientos y sin pensar en su suerte, sólo por el disfrute personal de tomarse un tiempo relajado.
Aún no entiendo cómo los humanos no abandonan a sus crías o bebés por el mismo método. ¿Tan diferentes son los animales de los seres humanos? Desde el espacio esta linea es tan fina, que se valora cualquier vida por igual, pero se ve que eso no lo entienden los terrícolas.
Primero extraemos una noticia típica de estas fechas veraniegas para conocer el caso del error que año tras año, cometen los estúpidos y unineuronales humanos:
“Las vacaciones de verano sirvieron nuevamente de excusa para quienes no son lo suficientemente responsables para hacerse cargo de sus mascotas.
Así, durante los meses de julio y agosto, se abandonaron en Valencia ciudad 285 perros (30 por semana), 35 más que durante el mismo periodo del año anterior, según la Sociedad Valenciana Protectora de Animales y Plantas (Svpap).
Sin embargo, las adopciones también crecieron, ya que se produjeron 167 frente a las 158 del año pasado. La presidenta de la Svpap, Ana Mayol, explica que «los meses de verano son malos en cuanto a abandonos. Desde la Protectora damos todo tipo de información sobre dónde dejar a la mascota en vacaciones. Aún así, la realidad es que hay abandonos todo el año por razones igual de tontas».
De hecho, desde enero hasta agosto de este año ha habido 1.058 abandonos (51 más que en 2005) y 605 adopciones (73 más que el año pasado).
Para combatir los abandonos, se harán identificaciones en la vía pública para controlar que lleven el chip identificativo». Además, se volverá a poner en marcha la campaña de instalación de este chip a precio reducido.
El edil advierte que se han puesto 13 denuncias en lo que va de año por abandono de animales y que las multas van de 6.000 a 18.000 euros.”
Un hijo propio y dos adoptados
Virgina y Roberto acogieron a sus dos perros. Ahora, cuidan de su hijo. Los valencianos están cada vez más concienciados de la necesidad de adoptar animales de compañía en lugar de comprarlos.
Virginia y Roberto lo tienen muy claro: «Nunca pagaremos por comprar un perro mientras haya abandonos». Este matrimonio de Valencia se hizo cargo de Pluto (a la derecha de la imagen) hace cuatro años. «Tenía dos meses y estaba cojo, porque lo habían atropellado. Nos dijeron que no podría andar bien, pero lo cuidamos y ahora corre como una gacela», explica Virginia.
Tras esta gratificadora experiencia y conscientes de la cantidad de abandonos que se producen tras el verano, se acercaron hace dos semanas a un refugio de la Protectora de Animales (Svpap) y volvieron a casa con Tiara, una pastor alemán de un año.
«Son muy importantes las facilidades que ponen para adoptar. El mismo día que fuimos, nos llevamos a Tiara con el chip puesto, vacunada y, si es perra, te la puedes llevar esterilizada», asegura Roberto.
Para ellos, Tiara y Pluto son dos hijos más, los hermanos mayores del niño de dos años que tienen: «Es increíble cómo le cuidan. Duermen los dos en su habitación y, cuando bajamos a pasear y algún extraño se acerca al niño, se ponen muy nerviosos», comentan. En cuanto a los abandonos, explican: «No entendemos cómo alguien puede hacer algo así. Nosotros vivimos para ellos. Donde vamos de vacaciones nos los llevamos y si no pueden venir, nos quedamos». Más información sobre adopciones en svpap.es.
¿QUERER ES DECIR “TE QUIERO”?
Este es un texto de Raúl Mérida, ex-presidente de la Sociedad protectora de Animales y Plantas de Alicante sobre sus vivencias al respecto del abandono de animales.
“Cuentan que en la india, existió una vez un pueblo en el que por una transformación genética, todos sus habitantes nacían privados del sentido de la vista.
Ello sin embargo, en absoluto era un obstáculo. Habían conseguido desarrollar otros sentidos de tal forma que sus vidas, en nada diferían de las gentes de otros pueblos que sí disponían de dicho sentido.
Pero un día, quiso la fortuna que se acercara por aquel lugar un animal en busca de alimento. Y así, guiado por su olfato, se encaminó hasta el mismo centro del pueblo, donde ese día se celebraba el gran mercado de las frutas.
Los mercaderes, ciegos de nacimiento, al sentir la presencia del animal se acercaron al mismo para conocer a qué especie pertenecía.
El vendedor de sabores alargó su mano y fue a dar ésta con una de sus patas. y éste, al notarlas duras, gruesas e inmóviles en ese momento, concluyó que no era un animal sino el tronco de un árbol recio y alto.
El mercader de las frutas alargó también su mano. Y fue a depositarla sobre sus grandes orejas y, éste al verlas tan amplias, lisas, ligeras y extensas, pensó que debía tratarse de un ave, confundiendo las mismas con las alas de éstos.
Otro tocó su cola y pensó que debía tratarse de un gran perro.
Mientras tanto, el aguador del mercado, se dio de bruces con la trompa del animal y, al sentirla, no lo dudó un instante y, gritando, alertó al resto de la presencia de una gran y temible serpiente…
Al final fue un anciano, viejo, sabio y pobre el que comenzó a tocar el animal poco a poco. Y así, deslizando su mano por todo el cuerpo, descubrió que aquel gran animal, se trataba de un pacífico elefante que, atraído por el dulzor de las manzanas, se había plantado en medio de la multitud.”
En realidad, es sólo un cuento… ¿o no?
¿Cuántas veces en la vida conociendo sólo una parte hablamos del todo?
Opinamos, juzgamos y… sentenciamos.
Lo mismo hacemos con la palabra más esencial que existe: QUERER. Decimos “te quiero” y, al hacerlo, a menudo no decimos nada.
En el albergue de animales lo he visto tantas veces. Muchos animales mientras caminan a una jaula, oyen decir a sus dueños gritándoles: ¡Te quiero!, ¡Te quiero!.
Pero, como en el cuento, ellos quieren sólo parte. Quieren sus conciencias. Quieren sentirse libres, sin responsabilidades. Quieren olvidar. Y a veces, por increíble que parezca, quieren irse de vacaciones sin problemas ni ataduras.
¡Qué pena! Ninguno de ellos sabe que: Querer es querer sin partes. Querer es, simplemente, querer.
Quizás por eso, el tiempo me ha enseñado que, en esta vida no hay peor mentira que decir TE QUIERO cuando, de verdad, no se quiere.
Con esta historia terminamos otra edición de denuncias sobre la estupidez humana y su incongruente sociedad, seguramente debida a su diminuto cerebro.
Morbo nombra alimaña de la semana a todos los humanos que abandonan a los animales cuando deciden irse de vacaciones, sin haber pensado que son una responsabilidad que hay que aguantar y disfrutar para lo bueno, y para lo malo.
¡Hasta la próxima edición de Las crónicas de Morbo!