Hoy en las crónicas de Morbo, os transcribimos un texto a cargo de Raúl Mérida, presidente de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Alicante.
Un mundo de locos
Una vez, en medio de una mesa coloquio, comencé a hablar de un tema que, he de confesar, me apasiona… Se trata de los sentimientos de los animales. Controvertido donde los haya, nadie se pone de acuerdo al respecto.
Sin embargo, en medio de la animada discusión, alguien preguntó: ¿Pueden los animales suicidarse?… Todo el mundo se quedó callado. Entonces recordé una historia que sucedió poco antes de estallar la Segunda Guerra Mundial.
El Reino Unido quería evitar diplomaticamente lo inevitable. Para ello, un alto representante del Gobierno se había desplazado hasta Alemania. Su objetivo era mantener un encuentro con el mismisimo Hitler, con la intención de llegar a algún acuerdo.
Una mañana fue citado en el piso trece, del único rascacielos existente en aquella época en Berlín. Allí fue recibido por Hitler. Este último, tras saludarle y antes de entablar conversación alguna, mandó llamar a uno de los soldados que custodiaba la sala. Mirándole a los ojos y con la intención de impresionar a su interlocutor, le dijo directamente:- ¡Tírate por la ventana!-. El soldado sin dudarlo y, ante el asombro del diplomático, se cuadró y se arrojó al vacio. El canciller llamó a otro soldado y le dio idéntica orden. El comportamiento de éste fue exacto al del primero. También se tiró.
El diplomático no daba crédito. Hitler, sin inmutarse, hizo llamar a un tercer soldado y repitió la orden.
Sin embargo, esta vez el británico fue capaz de reaccionar y, antes de que el soldado cumpliera tan macabra orden, le sujetó el brazo y, angustiado, le dijo:- Pero ¿qué vas a hacer? No puedes obedecerle, vas a morir-.
El soldado, serenamente, le contestó:- ¿Y quién quiere vivir en un mundo guiado, dirigido y organizado por una persona capaz de dar una orden como ésta? Es simplemente un loco en un mundo de locura-. Después se arrojó también a la calle.
Para todos ellos, probablemente, más que un mandato jerárquico de obligado cumplimiento, aquello no era sino un suicidio. Muchas veces recuerdo esta historia cuando pienso en todos esos animales que se dejan morir cuando la tristeza invade su corazón… En los elefantes indios que fallecen cuando muere su cuidador. En los orangutanes, chimpancés u otros simios que dejan que la muerte visite su corazón ante la tristeza de perder un ser querido…
Y también, en esos animales abandonados que se dejan morir de pena cuando su dueño los abandona… perros que viven explorando los rincones de sus jaulas o gatos que se esconden tras una manta para intentar que nadie jamás los encuentre.
Por eso creo que, quizás sin darse cuenta, a todos ellos sus dueños al abandonarles les dieron órdenes concretas, como las que recibieron aquellos soldados. Y puede que, también al igual que ellos, pensaran… – Al fin y al cabo ¿a quién le interesa vivir en un mundo donde una persona es capaz de abandonar a su mejor amigo?-.
Se conocen historias de perros que aullaron como locos cuando murió su amo, algunos incluso desaparecieron para buscarle como desesperados por el camino que emprendía a diario o se quedaban frente a la tumba de su dueño sin comer ni beber hasta que murieron.
En la puerta del Hospital de Monforte de Lemos (Lugo) había, casi siempre, dos perros (un San Bernardo y otro más pequeño) tumbados al sol o resguardados de la lluvia. Fueron detrás de la ambulancia que trajo a su dueño, el cual murió en el Hospital. Los perros, que no están abandonados, siguen viviendo en la casa del señor con su hija, pero se escapan todos los días para esperar a su dueño. Ya llevaban más de un año esperando con su particular rutina.
Morbo nombra alimaña de la semana a todos los humanos que abandonan a sus mascotas. ¿Alguien sigue creyendo que los animales no tienen sentimientos?
Os esperamos en próximas ediciones de Las crónicas de Morbo con más situaciones denigrantes de bípedos de diminuto cerebro.
Recordaréis aquel vídeo en el que un perro auxiliaba a otro atropellado jugándose la vida…
Creo que sobran las palabras.
Un perro no es un animal salvaje al que poder abandonar sin consecuencias. Seamos más responsables y pensemos en el futuro del animal antes de adquirirlo.
los perritos son angelitos