Sus desavenencias son fruto de diferencias dogmáticas y políticas. Los sunitas conforman aproximadamente el 85% del mundo musulmán, con 1.200 millones de fieles. Los chiítas, sin embargo, son sólo unos 100 millones.
Los chiitas derivaron en el fundamentalismo, especialmente después de la revolución en Irán de Jomeini en 1979, y poseen un ayatolá, que es el líder espiritual con poderes ejecutivos en el Estado. Este personaje no existe entre los sunitas, ya que no consideran que la religión ostente el poder temporal en la sociedad civil.
Los sunitas estiman que para la sucesión legítima de Mahoma, el califa sólo debe ser capaz de liderar espiritualmente de manera correcta. Los chiitas sin embargo, requieren que el califa sea un pariente sanguíneo de Mahoma.
Sunitas rezando en dirección a la Meca, su lugar sagrado.