Los primeros coches con marcha atrás aparecieron en Alemania en 1887, de la mano de Karl Friedrich Benz, su inventor. Este ingeniero dispuso en uno de sus automóviles el primer cambio de la historia que poseía dos marchas hacia adelante y otra para atrás. Era un mecanismo básico pero efectivo, dotado de engranajes a los que denominó con el nombre de Kripto.
Karl Benz en 1887 probando el nuevo modelo automóvil.
Gracias al cambio de dos velocidades, Benz quiso solucionar uno de los inconvenientes más importantes que tenía el auto en sus principios: la escasa potencia que generaban los motores en los momentos de comenzar la marcha.
Karl Benz y su esposa Berta en 1888. Berta fue la primera mujer en probar esta clase de automóviles.
Mediante su talento tecnológico, el alemán logró incrementar la fuerza del vehículo en el momento de arrancar con el simple hecho de cambiar la marcha. Y ya de paso, y empleando un sencillo movimiento, aquel racimo de engranajes también permitía que el vehículo pudiera circular marcha atrás.
Karl Benz (1844-1929)
Pronto otros empresarios de automóviles, como Gottlieb Daimler y Wilheim Maybach, alojaron en sus coches mecanismos parecidos, aunque se trataba de una posibilidad a elegir que sólo se instalaba en muy pocos modelos, la mayoría por encargo de los clientes.
No fue hasta el año 1905, en que este invento se generalizó en todos los automóviles que salían de las cadenas de montaje, y se realizó para conferir una mayor comodidad en el manejo de aquellos primitivos automóviles.
Gottlieb Daimler fue el competidor más feroz de Benz.
A principios del siglo XX, el distribuidor Emil Jellinek rediseñó los modelos de Benz y exigió llamarles como a su hija, Mercedes Jellinek. De ahí procede lo de Mercedes Benz.
A la izquierda, Emil Jellinek. A la derecha, su hija Mercedes Jellinek.