Fecha de creación: 1983
Desarrollador: Advanced Microcomputer Systems
Distribuidores: Cinematronics/Taito
Género: Animación
Plataforma: Arcade
Nuestro nombre es Dirk el Osado y nuestra misión es rescatar a la princesa Daphne, y para ello deberemos sortear mil y una trampas, introducirnos en el interior del castillo del poderoso mago y derrotar, en un duelo a muerte, al malvado dragón Singe. Vale, quizás la historia no sea nada original, pero es la excusa perfecta para pasar un gran rato jugando al sorprendente Dragon’s Lair.
Y es que, reconozcámoslo, la mayoría —por no decir todos— de los videojuegos aparecidos durante la primera mitad de los años ochenta tenían un potencial gráfico bastante limitado. De hecho, la tecnología de aquel momento resultaba una traba muy grande para los diseñadores y desarrolladores, que debían recurrir al ingenio para poder sortear la baja potencia, resolución, o la escasa cantidad de imágenes por segundo que los sistemas de aquella época eran capaces de reproducir.
Pero entonces llegó el Laserdisc —LD—, el primer sistema de almacenamiento en disco óptico, que tenía 30 centímetros de diámetro y estuvo disponible en el mercado a partir de 1978, cinco años antes de la aparición del cedé… y Dragon’s Lair fue uno de los primeros videojuegos en utilizar este sistema de almacenamiento como soporte.
Un presupuesto de un millón de dólares y siete meses de trabajo, sumados a la utilización del LD, se notan muy especialmente en el apartado visual que tiene el juego y que no fue superado hasta muchos años después, de hecho, aún hoy sigue sorprendiendo que una aventura que tiene más de 25 años pueda derrochar tanta calidad gráfica.
Las animaciones de Dirk, así como los diseños de personajes y escenarios, son increíbles: un equipo dirigido por Don Bluth —ex animador de Disney— trabajó en este apartado y eso aún se nota. Dragon’s Lair también destaca por la utilización de voces digitalizadas, para las cuales se utilizaron a los propios animadores debido a la falta de presupuesto para contratar actores profesionales, excepto en la voz del narrador, que es la del actor Michael Rye.
Pero el LD también es el culpable del punto débil de Dragon’s Lair, y es que, a pesar de que es un juego divertido a más no poder, lo cierto es que la mecánica se limita únicamente a indicar, en el momento adecuado, la dirección en que nuestro héroe debe moverse o utilizar la espada, poniendo a prueba constantemente nuestros reflejos.
Dragon’s Lair tiene también el dudoso honor de ser la primera recreativa en la que una partida costaba 0,50 dólares, el doble de lo normal, quizás debido a la utilización del LD, un sistema que originariamente había sido creado para la reproducción de películas y que para la reproducción del videojuego debía estar constantemente buscando datos en sus diferentes pistas. Y esto, unido a la cantidad de horas que la máquina estaba en funcionamiento y a lo popular que era este título, provocaba que el lector necesitara constantes reparaciones.