Teoría del lenguaje
Antes de hacer ciencia es necesario encaminar el pensamiento de manera adecuada para no caer en la maraña de teorías antagónicas de la filosofía anterior (pitagóricos, atomistas, platónicos…). Los estudios aristotélicos sobre lógica tienen la finalidad de dotar al pensamiento de un instrumento adecuado para conocer. Así, al conjunto de estos escritos se lo ha llamado organon o instrumento.
Aristóteles parece darse cuenta que el abandono de los temas sobre la naturaleza, el relativismo exagerado de algunos sofistas y hasta la invención de otro mundo de esencias puras por parte de su maestro, estaban muy relacionados con un mal uso de la lógica y del lenguaje. Es entonces menester aclarar qué es el lenguaje y cómo funciona para enderezar estos errores de la filosofía anterior. Ya el mismo Platón reconoce en alguno de sus diálogos tener problemas con el lenguaje para explicar ciertas de sus teorías, alegando las limitaciones de éste.
Teoría del significado
a) El concepto es una representación mental del objeto. Las palabras no son cosas como decían algunos sofistas (Gorgias decía que si la palabra es una cosas sonora y mis percepciones son visuales que, a su vez, son la base de nuestras opiniones, ¿cómo podemos entonces expresar mediante la percepción visual algo sonoro?) sino símbolos (signos convencionales). Esto explica la existencia de muchas lenguas distintas.
b) El concepto representa mentalmente la realidad. Los conceptos se refieren a los objetos de la realidad, así que el lenguaje sí sirve para revelar el ser (recuerda lo que decía Gorgias sobre esto).
c) Por esto, en Aristóteles, la teoría del lenguaje es inseparable de la teoría del ser u ontología, pues existe un paralelismo entre la realidad y el lenguaje.
d) En la teoría de las categorías, que veremos a continuación, Aristóteles expone este paralelismo entre el lenguaje y la realidad. La palabra ser puede tener distintos significados, puede predicarse se diversas maneras, y si el ser se predica de muchas maneras es porque existen realmente distintas formas de ser. Por lo tanto, la teoría de las categorías no es sólo una teoría lógica o lingüística, sino la misma ontología aristotélica.
e) Aristóteles parece darse cuenta de que el error de la ontología de Parménides que lo condujo a una ontología tan aparentemente descabellada, se originó a partir de una falta de precisión a la hora de interpretar el lenguaje y, concretamente, la palabra «ser».
Teoría de las categorías (Metafísica)
La definición de substancia
La raíz etimológica del concepto de substancia arranca del término griego ousía, traducido con posterioridad por los autores latinos como substantia. La acepción latina expresa la idea de una instancia subyacente, de un estar debajo de algo. Sin embargo esto choca con la previa acepción griega. Ousía se utilizaba en términos cotidianos con el significado de “hacienda”, “bienes”, “fortuna” e incluso “dote”. Ambos significados confluyen cuando se considera que el referente común denotado de ambos conlleva términos de estabilidad, fijeza, firmeza consistencia, etc. De este modo el concepto de substancia latino y el de ousía común convergen en el ámbito estrictamente filosófico al connotar ambas las nociones de inmutabilidad o estabilidad. La substancia es algo estable e inmóvil mientras que la auténtica fortuna debiera serlo. Además, substancia también se deriva etimológicamente del griego sujeto (upokeimenon) en el sentido literal de “lo que sujeta” o en el lingüístico como “de lo que se dicen predicados”; siguiendo el mismo sentido, substancia sería lo que sujeta, pero no sólo aquello que sujeta sino aquello en virtud de lo que se sujeta, es decir, el garante mismo de la sujeción, de la estabilidad, de la inmutabilidad. En el sentido lingüístico como sujeto de predicados sería ese principio necesario para la existencia de los predicados, ya que sin sujeto no se puede predicar nada.
Por otro lado, sobre todo en Aristóteles, la substancia como noción fundamental de la ontología, tiene que ir necesariamente unida o acompañada por el concepto de accidente (“lo que cae”, “lo que sobreviene a”). Así, una de las notas más características de la substancia es la de servir de soporte a otras entidades no substanciales como pueden ser los accidentes, que, en oposición, no son inmutables o tan estables como ella. La substancia sería lo que hace que esos accidentes sean lo que son, se mantengan tal como son. Relacionando esto con la substancia entendida como sujeción, ésta sería aquello en virtud de lo cual los accidentes se sujetan, es decir, se mantengan fijos, estables.
Las categorías aristotélicas
Aristóteles hace las siguientes distinciones:
a) «Ser» no siempre significa «existir». Cuando decimos que «Sócrates es», sí que tiene el sentido de existir, pero cuando decimos que «Sócrates es sabio», sólo estamos atribuyendo una cualidad a un sujeto.
b) Cuando utilizamos «ser» en sentido atributivo, la cualidad que se atribuye al sujeto puede tener distintas categorías:
1. Puede atribuírsele una cualidad esencial al sujeto (Aristóteles llama a las cualidades esenciales substancias segundas). Por ejemplo: «Sócrates es un hombre». Sócrates tiene la cualidad esencial o substancia segunda de ser hombre.
2. Puede atribuírsele una cualidad accidental al sujeto. Por ejemplo: «Sócrates es bajito».
Entonces, las categorías aristotélicas serían las siguientes:
1. Substancia primera: En la Física y en la Metafísica Aristóteles da varias definiciones de substancia con gran variedad de sentidos y características, pero aquí nos centraremos en tres acepciones:
a) Substancia es aquello a lo que le corresponde ser en sí y no en otro. Se subraya el aspecto de individualidad, de independencia con respecto a cualquier cosa de la substancia. Ej.: el color amarillo no es substancia primera ya que siempre necesita estar en algo para existir. Hablamos de un canario amarillo o de un chubasquero amarillo, pero nunca hemos podido observar «lo amarillo en sí».
b) Substancia es aquello que subyace por debajo de las cosas, lo que las sustenta. Es lo que soporta todas las características de la cosa, es decir, sus accidentes. Esta segunda acepción se deriva de la primera: los accidentes necesitan de otra cosa en la que ser, mientras que la substancia es por sí misma, con lo que es de ella de la que se predican los accidentes, es su base y su fundamento.
c) Substancia, en el lenguaje, es aquello que siempre actúa de sujeto y nunca de predicado (upokeimenon). El sujeto de una oración es, entendido de cierta forma, aquello que «soporta» el predicado, aquello de lo que predicamos características (accidentes) y sin lo cual las cosas que predicamos no tendrían sentido. Cuando decimos que «alguien es mortal», necesitamos un «alguien» para que «es mortal» tenga sentido. ¿Podríamos elaborar alguna frase sin sujeto que tenga sentido?
La substancia es el género supremo del ente real finito (Aristóteles elimina cualquier ente infinito como algo fantástico, inabarcable desde lo real), es la categoría suprema. Es género supremo porque es un atributo aplicable a muchos seres (más que cualquier otro) y una clase que tiene más extensión que las cosas que define.
2. Substancia segunda: sería cuando atribuimos un predicado a la substancia primera, pero no un predicado cualquiera, sino un predicado en el que le atribuimos al sujeto una cualidad esencial (Ej.: «Sócrates es un hombre»).
3. Accidentes: serían cuando atribuimos un predicado cualquiera a la substancia primera. Por ejemplo: «Sócrates es feo, está en el ágora o está caminado».
El número de categorías es diferente según la obra aristotélica a la que nos remitamos: En Los Tópicos y en Las Categorías hay 10, en Los Analíticos Posteriores y en el libro V La Metafísica hay ocho, en los libros VII y XI de La Metafísica hay siete, mientras que en La Ética a Nicómaco hay seis. Parece ser que a Aristóteles no le interesa el número exacto de categorías sino el principio fundamental de la división del ser. Así, todo lo que existe es substancia (primera categoría), o es accidente (las otras restantes categorías) y todos los términos categoremáticos de un enunciado son referibles a la substancia o a los accidentes. Según Las Categorías (1b25-27), serían estas:
(Tabla de las categorías que dibujé en la pizarra.).
Según esta tabla hay diez formas generales de predicar el ser que corresponden a diez modos generales del ser. La teoría de las categorías no es sólo una teoría del lenguaje sino una teoría sobre la realidad, es decir, es también la ontología aristotélica, que expresa un paralelismo entre el lenguaje (pensamiento) y la realidad: si existen diez formas de predicar el ser es porque hay diez modos de ser.
Para Aristóteles los seres reales existentes son las substancias primeras (Sócrates, Platón, un perro, una mesa, etc.). Tanto las substancias segundas como los accidentes no son más que cualidades del sujeto: unas le corresponden por naturaleza (las substancias segundas) y otras las posee el sujeto de forma accidental (accidentes). Es decir, sólo las substancias primeras son independientes, se bastan por sí solas para existir, mientras que las segundas y los accidentes necesitan de la substancia primera para existir (ya que son atributos o predicados de ella). Ej.: El hecho de ser una persona alta, es decir, de tener la cualidad, atributo o accidente de la altura, tiene que darse sobre alguien en concreto… ¿podrías imaginarte «la altura» por sí sola sin asociarla a alguna persona que sea alta?
Consecuencias de esto:
a) «No es» no significa siempre «no existe». Cuando decimos que «Sócrates no es alto» no decimos que «Sócrates no existe», sino que simplemente decimos que Sócrates no posee una determinada cualidad accidental. El término «ser» se utiliza tanto para predicar la existencia de un determinado ser o para atribuirle una cualidad. Cuando Parménides decía que el ser es inmóvil e inmutable ya que «no podemos pasar del ser al no ser ni viceversa» se equivocaba al no diferenciar los dos usos del término «ser». Parménides siempre identificaba «ser» con «existir» y así llegaba a una ontología un tanto extraña (al negar algo que parece tan evidente como que las cosas cambian).
b) Que el ser tenga muchas cualidades (predicados que puedan atribuírsele) no significa que sea uno y múltiple (recuerda que al problema de como pasar de lo uno a lo múltiple preocupó prácticamente a todos los filósofos presocráticos. Por ejemplo, Tales de Mileto, al decir que el arkhé es el agua (un único principio) tenía el problema de explicar como toda la physis (que es múltiple) se formaba a partir del agua). Sócrates es uno a pesar de que tenga múltiples cualidades. ¿Se ve el intento de Aristóteles de superar este problema?
c) Aristóteles, en contra de Platón, va a mantener que el único mundo real es éste. Las ideas que su maestro puso en otro mundo para superar el relativismo sofista, Aristóteles las identifica con las «esencias» o «substancias segundas», que no están en otro mundo paralelo al natural, sino que están en nuestro mundo ya que son inseparables de los seres materiales concretos, a la vez que permiten un conocimiento científico objetivo de éstos pues son objetivas e invariables (la esencia o naturaleza de un ser humano es algo objetivo e inmutable). Por ejemplo, tú mismo has pasado por diferentes edades: fuiste un feto, luego un bebé, un niño pequeño y ahora un adolescente. Has pasado por distintas etapas y en cada una de ellas eras una persona distinta (ahora seguro que no te pareces en nada a cuando tenías dos años), sin embargo, sigues siendo tu mismo/a, hay algo en ti que ha permanecido invariable al cambio. Eso sería para Aristóteles tu esencia (entre otras cosas).
d) Obviamente, contra los sofistas, es posible un conocimiento objetivo sobre la realidad. Podemos conocer las diez categorías del ser.
e) El dualismo ontológico de la filosofía platónica queda roto: no hay dos mundos sino sólo uno. Las ideas platónicas están «dentro» (dicho toscamente) de los objetos y no existen independientemente en otro mundo aparte.
La Física aristotélica
El problema del cambio
Para Aristóteles, el cambio (metabolé) y el movimiento (kínesis) son los fenómenos más característicos de la physis. Parece evidente que cuando observamos la realidad vemos que las cosas cambian y se mueven. Sin embargo, como vimos al estudiar a Parménides, mediante sus argumentos lógicos negaba la posibilidad de todo movimiento o cambio. Platón elude este problema presentando un mundo diferente al natural en donde no es posible el cambio y todo permanece eterno e inmutable (las ideas). ¿Cómo es posible sin llegar a una ontología que va contra todo sentido común (la de Parménides) o sin inventar un mundo aparte (el de Platón), explicar la multiplicidad de los seres del mundo a la vez que postulamos la posibilidad de conocerlos si sólo podemos hacer ciencia de lo que permanece quieto e inmutable y sin violar el principio de la imposibilidad de pasar del ser al no-ser?
Aristóteles lo va ha intentar desde su teoría de las categorías (como ya hemos visto), y desde dos de sus teorías más famosas: la del acto y la potencia y la teoría del hylemorfismo.
Teoría del acto y la potencia
¿Cómo es posible el paso del ser al no-ser y viceversa? Aristóteles responde: porque no se produce un tránsito absoluto del ser al no-ser o viceversa, sino que es algo relativo. Es un tránsito de lo que es en potencia a lo que es en acto. Que algo sea en potencia es una forma relativa de no-ser. Pongo aquí varios ejemplos para aclarar esto:
– Una bellota no es una encina, pero puede llegar a serlo. Una bellota es una encina «en potencia». Cuando llegue a serlo será una encina «en acto», pero mientras no lo sea, será una no-encina relativa. Del mismo modo un bebé es un adulto «en potencia» o, dicho de otro modo, es un no-adulto relativo. Cuando se transforme en adulto será ya un adulto «en acto».
Todo ser natural, en virtud de su naturaleza (de la especie a la que pertenezca) posee unas determinadas potencias y no otras (una bellota puede llegar a ser una encina pero un cachorro de tigre no puede llegar a ser una encina). Estas pueden ser de dos tipos:
– Activas: cualidad o poder para hacer algo (Ej.: por naturaleza el fuego puede quemar o yo puedo causar dolor con mi puño).
– Pasivas: cualidad de padecer algo (Ej.: el fuego puede apagarse con el agua o yo puedo sentir dolor al recibir un puñetazo).
El ser en acto es lo que ya es ese sujeto o substancia primera (recuerda que lo que existe para Aristóteles son las substancias primeras). Aristóteles va a utilizar dos palabras para referirse al acto:
– Enérgeia: que puede traducirse como «acción». Así, la acción o enérgeia del fuego es quemar, de un puño es golpear o coger un objeto, etc. No confundas esto con la potencia activa. La potencia activa del fuego es quemar porque «en potencia» el fuego quema, pero cuando hablamos de potencia es porque ahora, en el presente «el fuego puede quemar pero no está quemando nada» mientras que cuando hablamos de enérgeia es cuando ahora, «en acto», el fuego está quemando algo.
– Enteléchia: que puede traducirse como «fin» o «perfeccionamiento». Para Aristóteles (como veremos luego), todas las cosas de la naturaleza tienden hacia un fin, todo tienen una finalidad en el cosmos. Así, el fin de la bellota es convertirse en encina, la bellota tiende, por naturaleza, a convertirse en encina y al hacerlo, al ser encina «en acto» habrá alcanzado su enteléchia. En griego la palabra telos significa a la vez fin y perfección, de modo que Aristóteles entiende que algo es perfecto cuando ha llegado al fin que tenía encomendado en su naturaleza. Nosotros, también entendemos algo parecido: cuando decimos que algo ha salido perfecto es porque todo ha llegado a buen puerto, cuando todo ha llegado a la finalidad propuesta. Piensa que si nosotros naciéramos perfectos… ¿qué quedaría por hacer? Todo habría llegado a su fin, no quedaría nada por hacer, estaríamos acabados o «finalizados».
Aunque aparentemente la potencia es anterior al acto, realmente no es así ya que para Aristóteles, los perfecto y acabado, el «ser en acto», siempre debe ser anterior a lo imperfecto o inacabado, a «la potencia». Siguiendo con el ejemplo de la bellota, aunque la bellota parece anterior a la encina, no lo es ya que, en cierto sentido, la bellota contenía dentro de sí algo así como «el proyecto o plan de ser encina», así que el acto estaba ya en la bellota antes que la potencia. En el conocido dilema popular sobre… ¿qué fue antes, el huevo o la gallina? Aristóteles lo tendría muy claro. ¿Qué crees que diría él?
No obstante, Aristóteles se equivocaba. Cuando Darwin publicó El origen de las especies afirmó absolutamente lo contrario: que los seres más perfectos surgían de los menos perfectos, que el hombre surgía del mono. En el siglo XIX, cuando todavía coleaba el pensamiento aristotélico (fíjate en las repercusiones que llegó tener su filosofía) muchas de las críticas que le llegaron a Darwin fueron basándose en él.
Bien, ¿y dónde residen las potencias de los seres? Hemos dicho que dependen de su naturaleza pero… ¿qué es esa naturaleza y dónde se encuentra? Esto lo responde en su teoría del hylemorfismo.
Teoría hylemórfica (materia y forma)
Para Aristóteles los seres reales son las substancias primeras, que no son otra cosa que los seres que nosotros tradicionalmente entendemos como tales (yo, tú, un perro, una mesa, etc.). Estos seres tienen unas cualidades que también son reales pero que no pueden existir separadas de ellos (las esencias o substancias segundas y los accidentes). Ahora bien, Aristóteles señala que tales cualidades son formas que organizan la materia que compone todo ser. Entonces, todo ser es un compuesto inseparable de materia (hyle) y forma (morphé). Inseparable porque la materia no puede existir sin forma ni la forma sin materia. ¿Podrías imaginarte algún objeto real sin forma?
De nuevo encontramos aquí la crítica a Platón: su mundo inteligible de formas puras inmateriales es una ficción. Las formas no pueden existir de modo separado sin sus respectivas materias. No existe por un lado la «forma de una gallina» y por otro «la materia de una gallina», sino que ambas suelen darse juntas. Sólo mediante el pensamiento (al realizar una abstracción) podemos comprender las formas separadas de la materia, pero la separación física es imposible. Nuestro intelecto «abstrae» las formas puras de los objetos materiales. Para Aristóteles conocer es abstraer de lo sensible lo inteligible: el conocimiento parte de los sentidos y culmina en la razón separando lo inteligible universal de lo sensible particular (ya veremos esto más despacio).
Aristóteles va a distinguir en la materia entre:
– Materia próxima o segunda: que sería la materia concreta que compone cada ser (la materia de la que tú estás compuesto, de la que está compuesta un perro, etc.)
– Materia primera o prima: es un principio abstracto, indefinido, que no existe como tal en la naturaleza. Sería una materia a la cual todavía no se le ha dado forma.
También, entre las formas, distingue entre:
– Forma accidental: yo podía haber sido algo más alto, algo más inteligente, etc.
– Forma esencial: yo podía haber sido más alto pero no podría medir 20 metros de altura. Mis padres no podían haber engendrado una lagartija, sino sólo a un ser humano.
Aristóteles va a conceder prioridad a la forma sobre la materia, pues es la forma la que, a fin de cuentas, hace que las cosas sean como son: es lo que distingue El David de Miguel Ángel de un mero bloque de mármol. Así, aunque la naturaleza de cada ser dependa tanto de su materia como de su forma, está más vinculada a la forma que a la materia. De este modo, la materia se relaciona más con la potencia y el acto se relaciona mejor con la forma. La materia es como la potencia pasiva (cualidad de parecer algo), mientras que la forma es «la actualización» de esa potencia. La forma es cuando la materia pasa a estar «en acto».
Conclusiones de esto:
Aristóteles explica con estas teorías que:
a) Los seres reales cambian (nacen, mueren, varían y se mueven), pero que su esencia, especie o substancia segunda permanece invariable en el tiempo.
b) El cambio y el movimiento son propiedades incuestionables, evidentes del ser (de la realidad o physis). Y esto no implica que haya un tránsito del no-ser al ser. Evidentemente, pasar de un no ser absoluto al ser sigue siendo irracional para Aristóteles (no es lógicamente posible la creación ex-nihilo, de la nada), pero es que ese no es el caso de la physis, ya que sus cambios no son absolutos.
c) Los cambios y movimientos naturales (pues Aristóteles diferencia entre naturales y violentos) no consisten más que en el proceso de actualización de las potencias.
d) No obstante, Aristóteles vuelve a caer en cierto dualismo, al igual que su maestro, ya que distingue entre ser en acto y ser en potencia, dos formas que, aunque no separadas como en la ontología platónica, sí que son diferentes.
El cambio y el movimiento en la physis (Física)
Los cambios y movimientos naturales no son más que procesos de actualización de potencias, pero los cambios y movimientos violentos no son «esenciales» al ser que los presenta, por tanto son «accidentales» (Ejemplo: los proyectiles).
Como es imposible el paso del no-ser al ser, en todo cambio se distingue:
a) La materia o substrato del cambio: es aquello que siempre permanece en todo cambio. Esta sería tanto la materia, pues aunque vaya cambiando de formas nunca se destruye ni desaparece, como la esencia o substancia segunda, pues ya hemos dicho que no cambia.
b) La forma: con esto Aristóteles se refiere a la cualidad que gana el sujeto con el cambio (la bellota, al convertirse en encina ha ganado nuevas formas).
c) La privación: son las cualidades que pierde el sujeto con el cambio (cuando yo envejezco es evidente que pierdo cualidades que tenía cuando era joven).
Tipos de cambio
Además de la división de movimientos o cambios naturales y violentos, Aristóteles distingue también entre:
a) Cambios accidentales: cuando el sujeto o substancia segunda sólo cambia de cualidades accidentales (Ej.: color, tamaño, postura, etc.), los cuales pueden ser cuantitativos (crecer, cambiar de peso, etc..), cualitativos (alteración de cualidades) y locativos (cambiar de posición).
b) Cambios substanciales: aquellos que afectan a la esencia o substancia segunda como el nacimiento y la muerte: cuando se nace se gana la esencia propia de la especie y cuando se muere se pierde. ¿No es esto un tránsito del no-ser al ser y viceversa? No, porque la materia permanece. Ningún ser nace de nada ni se convierte en nada cuando muere, la materia sigue existiendo aunque varíe su forma, sólo se pierde o gana la forma esencial. Esto va a tener una gran consecuencia: Aristóteles, al identificar el alma con la esencia de cada ser, va a rechazar la inmortalidad de ésta. Cuando mueres, aunque tu materia permanezca cambiando de forma, tu alma o esencia desaparece.
Las causas del cambio
Para Aristóteles conocer un fenómeno o hecho es conocer las causas que lo producen. Pero el concepto de causa que utiliza es algo diferente al que utilizamos nosotros, es mucho más amplio. Así, va a distinguir entre cuatro tipos de causa:
1. La causa material: explica aquello de lo que algo está hecho, explica su constitutivo esencial. La causa material de una casa sería, por ejemplo, los ladrillos, la madera, el cemento, etc.
2. La causa formal: explica la idea, el plan de la fabricación. La causa formal de una casa sería la idea que tiene el arquitecto en su cabeza previamente a la construcción.
3. La causa eficiente: tiene la función de comenzar el proceso del devenir, es el primer agente que pone en marcha el proceso, suscita el efecto, lo produce, por eso reside en un sujeto activo. Hoy en día (a partir de la física de Newton) es la causa en la que se centran las explicaciones científicas: se trata de explicar cómo funciona un fenómeno y no qué es.
4. La causa final: Tiene primacía sobre las demás ya que ningún agente se mueve sin atender a un fin al que está determinado. Como vimos en la teoría del acto y la potencia, las potencias tienden a actualizarse yendo hacia un fin determinado: la bellota tiene su finalidad en convertirse en encina (llegar a su entelechia). El azar queda excluido como algo absurdo (contra los atomistas). La naturaleza no ha sido producida por fenómenos azarosos, sino que obedece a un fundamento racional (argumento éste que utilizarán los pensadores cristianos para justificar la creación del mundo por parte de Dios). De este modo la causa final es una causa ordenadora, es productora de la racionalidad del Universo. La naturaleza queda así definida teleológicamente y nos revela su tendencia a la perfección (telos).
Conclusiones de todo esto: para Aristóteles el cambio y el movimiento son los aspectos más característicos de la physis, los que la definen como tal. De la physis podemos tener un conocimiento científico porque bajo los cambios siempre hay algo que permanece (un substrato o substancia). El cambio no supone ninguna contradicción lógica ya que es algo así como un estado intermedio entre la potencia y el acto. Cuando algo está en potencia no es que no sea sino que simplemente no es de modo relativo, está privado de algo en acto. La tarea de la ciencia es conocer las causas últimas de todo cuanto sucede.
Naturaleza y teleología
a) Aristóteles utiliza el concepto de naturaleza o physis con tres sentidos claramente diferenciados:
1. Naturaleza como la totalidad de los existente. Sería sinónimo de palabras usuales para nosotros como universo o cosmos.
2. Naturaleza como principio inmanente a todo ser natural explicativo de sus estados de reposo y movimiento y que depende de su esencia o especie. Aquí entendería Aristóteles la naturaleza de un ser como su causa eficiente, como aquel principio por el cual algo se mueve o se mantiene en reposo. La naturaleza de un ser es la causa de su movimiento, es, por así decirlo, el «motor» que hace que ese ser se mueva.
3. Naturaleza como fin o perfección (telos), como el desarrollo pleno de todas las potencias de un ser natural. Sería aquí naturaleza sinónimo de entelechia.
b) La naturaleza como principio de movimiento lo poseen por sí mismos, de forma esencial, los seres naturales. Los seres artificiales (objetos fabricados por el hombre: un hacha, una mesa, una casa, etc.) sólo poseen el principio de movimiento de forma accidental (por causas no naturales). Por ejemplo, si nosotros fabricamos un arco, el movimiento de la flecha al lanzarla no será natural, ya que nosotros le hemos dado un uso a la madera con la que lo hemos fabricado distinta a la original o natural. No es natural que la madera (la flecha) se desplace por el aire a esa velocidad; lo natural sería que no se moviera nada más que para crecer integrada en el tronco o la rama de un árbol.
c) De este modo, en la naturaleza existen seres naturales y artificiales. Los seres naturales son los que poseen en sí mismos («dentro») y por sí mismos («no por otros») naturaleza. Es conforme a la naturaleza todo fenómeno natural, como, por ejemplo, que los cuerpos pesados caigan con una aceleración proporcional a su peso (Fíjate que la razón de la caída es interna – el peso – y se debe entonces a la naturaleza «pesada» de cada ser. Para la física actual la causa de la caída de los cuerpos es la atracción gravitatoria, una fuerza «externa» a los cuerpos y que actúa «a distancia». El mundo griego y el medieval no concebía la existencia de fuerzas a distancia entre los objetos) o que los cuerpos ligeros, como el humo, suban. El movimiento de un proyectil no sería conforme a la naturaleza (no es natural que una piedra suba hacia arriba) sino que sería un movimiento accidental o violento.
d) Teleología o finalismo: el modelo «biológico«: Entonces, todos los fenómenos o cambios naturales se deben a esa «naturaleza» propia de cada especie. El fin de estos cambios no es otro que el actualizar las potencias propias de los individuos de cada especia para alcanzar su perfección o entelechia. Todo lo que sucede en la naturaleza es por un fin, pues «la naturaleza no hace nada en vano». Las causas finales son las razones explicativas últimas de todo cuanto sucede en la naturaleza. Por eso la concepción aristotélica del cosmos es lo que hoy entendemos por modelo biológico, pues entiende la naturaleza como un gran organismo en el que todas las partes tienen una función, un fin dentro del todo, al igual que en el cuerpo humano, cada parte tiene su función (los pulmones la respiración, el corazón la circulación de la sangre, etc.). De aquí que el modelo aristotélico se denomine «teleológico», de telos (fin): modelo en el que todo tiene una finalidad.
Cosmología y primer motor.-
a) Para Aristóteles el Cosmos es esférico. Es un conjunto de esferas «cristalinas» superpuestas en las que estarían engarzados los distintos cuerpos celestes (planetas). La tierra sería el centro del universo (geocentrismo) y la última esfera sería la de las «estrellas fijas». En él se distinguen dos zonas bien diferenciadas:
1. La región sublunar: es la región donde habita el ser humano, cuyo centro será la tierra y cuya frontera o límite será la esfera de la Luna, que la separará del mundo supralunar. Está constituido por cuatro elementos (tierra, fuego, agua y aire), cada uno de los cuales tiene un lugar que le es propio o esencial en el universo. Si se encontraran en estado puro (cosa que no suele ocurrir ya que casi siempre están mezclados), se organizarían en esferas concéntricas en el siguiente orden: la tierra estaría en el centro, encima el agua, luego el aire y, por último, el fuego. Esta sería su posición natural, a la que tenderían para actualizar sus potencias. Para llegar a ella realizarían un movimiento natural de carácter rectilíneo que podría darse en dos sentidos: descendente (debido a la condición pesada del agua y de la tierra) o ascendente (debido a la condición libera del aire y del fuego). No obstante, parece que en el mundo sublunar no sólo se dan movimientos rectilíneos sino que hay movimientos, cambios y transformaciones de diversa índole. ¿A que se deben estos movimientos? A la imperfección de este mundo. Como los seres que en él habitan son imperfectos, tienen que moverse para alcanzar la perfección, para actualizar sus potencias y llegar a su telos. Así, cambian, se transforman y se mueven los seres imperfectos que habitan en el mundo sublunar. Para Aristóteles, los movimientos rectilíneos y acelerados son menos perfectos que los circulares y uniformes, por lo que incluso el movimiento natural de los elementos es bastante imperfecto y qué ha de hablar ya de los movimientos irregulares y aparentemente caóticos de los seres vivos…
2. La región supralunar: es el resto de universo que está más allá de la esfera de la luna y que tiene su límite en la esfera de las estrellas fijas, más allá de la cuál no hay nada. A diferencia del mundo sublunar, se compone de sólo un elemento de naturaleza divina: el éter, cristalino, puro, inalterable y sin peso. Por eso, el mundo supralunar es eterno e inmutable. La estructura de esta región sigue el modelo de las esferas homocéntricas (con el mismo centro) propuesto por Eudoxo. Estas esferas existen realmente y se componen de éter, aunque sólo son visibles en las regiones en las que el éter se concentra formando los cuerpos celestes. Cada esfera se mueve con un movimiento circular uniforme (sin aceleración) que se transmite por fricción o rozamiento de unas esferas a otras (los griegos no concebían las fuerzas a distancia), produciendo como resultado los movimientos de los planetas.
b) Para Aristóteles el movimiento expresa imperfección, pues lo que se mueve lo hace para actualizar sus potencias, es decir, para llegar a una perfección que todavía no tiene. El Cosmos es «un todo» en el que cada cosa tiene su función y finalidad no sólo para sí misma sino para ese todo (como el pulmón lo tiene para el resto del cuerpo humano. Recuerda que es un modelo organicista o biológico). Así, Aristóteles afirma que «todo lo que se mueve es movido por otro» en un doble sentido:
1. Las cosas se mueven por sí mismas para llegar a su finalidad. Una piedra cae hacia abajo porque su lugar natural es el suelo («ir abajo») y, cuando está en el suelo, es cuando alcanza su perfección o actualiza sus potencias.
2. Las cosas se mueven por otro en virtud de que su finalidad no está sólo en ellas mismas, sino en una «misión superior» dentro del todo, en colaborar a que el universo cumpla su fin último. Entonces podemos hablar de una «cadena de causas del movimiento», de «finalidades dentro de otras finalidades»… Por ejemplo, según este modelo cosmológico, llueve para que crezcan las plantas, las plantas crecen para que se las coman los herbívoros, los herbívoros existen para que se los coman los carnívoros, y así, sucesivamente. ¿Pero dónde acaba entonces esta «cadena» de causas finales? ¿Cuál es la finalidad última del universo? ¿Cuál es el principio que causa el movimiento de todo el Cosmos? Aristóteles nos habla de que más allá de la esfera de las estrellas fijas estaría el motor inmóvil, un ser perfecto que da unidad al universo, perfecto porque no se mueve, perfecto porque en él no existen potencias, es un acto puro. Es el motor que mueve todo el universo pero sin moverse (ya que si se moviera, necesitaríamos otro nuevo motor que lo moviera y así sucesivamente hasta el infinito). Aristóteles nos dice que este motor mueve por ser objeto de amor o deseo (recuerda la erótica platónica o el eros o deseo que mueve los átomos de los atomistas). Todos los seres del universo lo desean, lo «aman» y tienden hacia él. Se ve claro como los teólogos medievales interpretaran rápidamente el motor inmóvil con Dios, ya que según el cristianismo «Dios es amor».
c) La concepción jerárquica del Cosmos:
El universo aristotélico está jerarquizado de la siguiente manera:
1. Lo más importante sería el motor inmóvil seguido de otra serie de motores que mueven las esferas «cristalinas» de éter. Cuanto más inmóvil e inmaterial sea un ser, más perfecto será. Así, el motor inmóvil es lo más perfecto, seguido de los otros motores (que mueven lo demás pero son movidos por el motor inmóvil).
2. Le seguirían los seres materiales pero incorruptibles, pues se compondrían de éter: serían las esferas cristalinas y los astros «engarzados en ellas».
3. Por último, la physis (pues sólo es physis el mundo sublunar), formada por seres materiales corruptibles; es mundo sublunar.
En esta ordenación de los seres vemos claras influencias platónicas: hay seres más perfectos que otros y cuanto más inmateriales, incorpóreos, eternos e inmutables sean, tanto más perfectos serán.