El silencio

Este relato está escrito por Raul Mérida Gordillo que era antiguamente presidente de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Alicante.

Hace poco una amiga me habló de su vida… Supongo que, nunca es fácil abrir tu corazón y compartir cosas que pertenecen a un trocito del alma. Me contó de una enfermedad de su familia y me habló de la tristeza y la soledad.

Me dijo:- Lo que ocurrió es que su gesto, poco a poco, se fue desfigurando… Y sus ojos intentaron salir de su cuerpo y quisieron ver más allá.

Pero supongo que al hacerlo, se encontró un mundo demasiado oscuro y sucio. ¿Sabes qué fue lo peor? Un día descubrió que algunos compañeros de su clase habían colgado fotos de ella y su enfermedad en internet.

Ahora todo ha pasado. Ella curó y su rostro volvió a reflejar sus apenas dieciocho años… Aunque la tristeza de todo lo que pasó entonces, formará parte de su gesto para siempre.

Pero al final la vida sigue y con el tiempo, todos hemos conseguido más o menos olvidar aquello. Todos menos ella.

Ahora estudia el lenguaje de los que hablan sin hablar, de los sordos que oyen las manos. Yo siempre he pensado que, después de aquella terrible experiencia, se volcó al mundo del silencio.

La verdad es que su última frase quedó flotando en el aire… Me despedí de ella y me marché, pero me llevé su historia. Y llegué a la protectora de animales y seguí pensando en todo ello…

Mientras lo hacía, vi a lo lejos como un nuevo perro, acompañado por dos personas entraba en el centro. Se dirigieron a la recepción… Me imaginé que venían a dejarlo.

Así fue, los dueños salieron solos camino del coche y el perro marchó camino de una jaula. Más tarde fui a verlo y me lo encontré en uno de los dormitorios. Allí estaba, como tantos otros, viviendo en su piel el dolor del abandono.

Lo sentí perdido en un rincón de su jaula, mirando al vacío de una de sus esquinas. No ladraba, no saludaba mi presencia con su rabo. Tampoco se movía, permanecía solo, ensimismado, quieto, ausente…

Y entonces recordé aquella última frase y me di cuenta de que él también, como le ocurre a tantos otros animales abandonados, se había volcado al mundo del silencio. ¡Qué pena! Quizás algún día todo cambie y el silencio se vuelva esperanza.

Ojalá todos ellos puedan descubrir que a veces, tras el ruido del viento que se cuela entre las jaulas, el crujido de una puerta, el sonido de otros animales o el bullicio de la gente que se acerca al albergue, sólo existe la voz de la vida que, una y otra vez, les anima a luchar por vivir y les grita “te quiero”.

Pero mientras tanto… ¡Cómo duele el silencio!

perrera

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3 comentarios en «El silencio»

  1. Me ha gustado mucho el relato Andrés.
    Hay una frase que dice algo como que el silencio es el más grande de los ruidos, y que verdad que és.
    Es una pena que el dolor se convierta en silencio y que duela tanto.

    Un abrazo.

  2. Pues está muy bien este relato, de paso dejo un link de un sitio donde podéis adoptar animales con falta de cariño, el lema es no compres, adopta!! La Camada Yo ya lo tengo claro, cuando algún día le pase algo a alguno de mis dos perros. A adoptar se ha dicho. ;-)

    Un saludo!

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