La evolución en la materia no viva y viva se produce por combinaciones de elementos materiales en asociaciones cada vez más complejas. Cada vez que aparece una de estas asociaciones, es decir un nivel de organización más complejo, no desaparecen los niveles anteriores más simples, sino que permanecen como muestras del pasado, con mayor o menor éxito, coexistiendo con los agrupamientos más modernos.
Introducción
Desde que este universo nuestro empezó a evolucionar, a transformarse en el tiempo, expandiéndose a partir de la gran explosión primigenia, la materia se ha ido complicando y estructurando en niveles cada vez más complejos. Primero se formaron las partículas subatómicas, que enseguida se organizaron en átomos, asociándose entre sí; estos se organizaron en moléculas, las cuales a su vez se asociaron entre sí dando lugar a multitud de cuerpos gaseosos, líquidos y sólidos homomoleculares o heteromoleculares. Determinada materia formada por moléculas adquiere características especiales y constituye la materia viva, en donde se mezcla de forma muy particular el estado gaseoso, líquido y sólido.
Las biomoléculas se pueden hacer muy grandes y complejas dando lugar a las macromoléculas como las proteínas y los ácidos nucleicos. Todas estas biomoléculas se asocian entre sí y con otras moléculas y átomos, organizándose en células. Las células más primitivas son procariotas, de tipo bacteriano. Varias de estas bacterias se asocian entre sí en un proceso endosimbiótico y surgen las células eucarióticas de los protistas. Estas células se pueden asociar entre sí y surgen los organismos pluricelulares, los hongos, vegetales y animales.
¿Cuál será el siguiente nivel de organización o de asociación? ¿Son las poblaciones de animales y plantas y las comunidades o biocenosis de seres vivos? Si entendemos estos niveles de organización como asociaciones estrechas, físicas, tales como los átomos que forman moléculas, las moléculas que forman células, las células que forman organismos pluricelulares, todavía no ha aparecido un nuevo nivel de organización de seres vivos. Pero analicemos las anteriores asociaciones:
Asociación de partículas subatómicas para formar átomos:
Los protones, neutrones y electrones están unidos entre sí pero no de forma tan estrecha como pudiera parecer. Esto es más evidente en la relación entre los núcleos atómicos (protones y neutrones) y los electrones. Estos últimos están mucho más distanciados del núcleo atómico y entre sí también hay bastante espacio, aunque todas estas partículas están organizadas según unas leyes y normas. Las nuevas entidades materiales serían los núcleos atómicos más que los átomos, siendo los electrones los nexos de enlace entre los diferentes núcleos atómicos entre sí.
Asociación de átomos para formar moléculas:
Los núcleos atómicos se enlazan entre sí mediante los electrones de sus átomos. Si estos electrones están bastante libres como en los átomos metálicos se pueden mover y originan la corriente eléctrica. Los enlaces entre los átomos para formar moléculas pueden ser más o menos fuertes, es decir se necesita mayor o menor cantidad de energía para romperlos. Cuando estos enlaces se destruyen se libera al medio una cierta cantidad de energía que es la energía de enlace.
Hay enlaces fuertes como los covalentes (en donde se comparten parejas de electones), enlaces menos fuertes como los iónicos (en donde electrones sobrantes de un anión son atraídos por un catión que tiene falta de ellos) y enlaces débiles como los puentes de hidrógeno y los enlaces moleculares. De esta manera los átomos se enlazan con diferente fuerza para formar moléculas.
En los seres vivos, los enlaces entre los átomos de las biomoléculas son fuertes, es decir covalentes, mientras que las moléculas se asocian entre sí de distinta manera. Si muchas pequeñas (monómeros) se asocian para formar macromoléculas (polímeros) los enlaces son covalentes como los enlaces glucosídicos y los enlaces peptídicos. Las macromoléculas se asocian entre sí mediante enlaces más débiles, como puentes de hidrógeno. Estos últimos también enlazan las moléculas de agua entre sí; esta agua es necesaria para los seres vivos. Estos son seres hechos a base de moléculas hidrocarbonadas, con otros elementos (N, P, S, etc.), rodeadas por un medio acuoso.
Como vemos, las moléculas están más o menos estrechamente asociadas por enlaces de diversa naturaleza, en donde sigue habiendo espacio físico entre ellas. Unas están más quietas y otras son más móviles, aunque también cumplen una serie de leyes y normas en sus relaciones. Aunque desde su existencia tienen cierta libertad de actuación, observadas a un nivel más superior están mucho más determinadas y encauzadas.
Asociación de átomos, moléculas y macromoléculas para formar células bacterianas:
Fue un gran salto evolutivo en la aparición de la vida. Puede que las primeras células bacterianas se formaran en la Tierra y puede que procedieran del espacio, sembrando nuestro planeta y colonizándolo. Bien fuese de una forma u otra, el hecho es que tuvieron que formarse a partir de moléculas, bien en la Tierra o bien en otro lugar del espacio. En una célula bacteriana, muchas biomoléculas se asocian en orgánulos subcelulares como ribosomas, cromosoma bacteriano, membrana plasmática, flagelos, etc. ¿Cómo se formaron estos orgánulos? Es claro que las instrucciones para su creación y organización radican en los genes de las largas moléculas de ADN hechas por polimerización de desoxirribonucleótidos.
¿Cómo se determina el orden de polimerización de estos nucleótidos en las cadenas de los ácidos nucleicos? Esta es la pregunta clave, ya que este orden o secuencia de nucleótidos determina la diversidad de los genes y por lo tanto la diversidad de los seres vivos. En el origen de la vida abundaban las biomoléculas que se fabricaban sin cesar, entre ellas nucleótidos.
Puede que con el tiempo, surgiesen polimerizaciones al azar de ARN que se perpetuaron por un proceso de selección natural y este, al igual que las ribozimas descubiertas en las últimas décadas, interviniese enzimáticamente en su reproducción hasta que se inventó ¿quizá por selección natural? la traducción y la fabricación de proteínas y de enzimas a partir de las instrucciones nucleotídicas del ARN. Más adelante se formó el ADN a partir del ARN, el cual constituye una molécula más adecuada para guardar la información genética, ya que es más estable y es doble, quedando el ARN como un intermediario en la expresión de los genes.
Organizada esta estrecha colaboración entre ADN, ARN y proteínas, estas macromoléculas aprendieron a protegerse del medio, rodeándose de capas lipídicas a modo de membranas plasmáticas, con lo que surgieron las primeras protocélulas, los progenotes. Por un proceso de evolución molecular, los ADNs fueron aumentando en tamaño al polimerizarse cada vez más nucleótidos y fue aumentando el número de genes, los cuales habían aprendido a replicarse y a expresarse en proteínas y enzimas.
Los virus nos pueden ayudar a comprender esta evolución. Existe toda la gama de complejidad en los virus. Los más sencillos son simples moléculas de ácidos nucleicos. En un siguiente paso los ácidos nucleicos se rodean y protegen de cápsidas proteicas. Un tercer paso consiste en una segunda envoltura; una especie de membrana plasmática que rodea a la cápsida.
Los más complejos como los del SIDA tiene varios envoltorios proteicos por dentro de la membrana. ¿Nos enseñan los virus como se fueron formando las células? Mas bien parece que sean ácidos nucleicos que se han independizado de células bacterianas, vegetales o animales y que evolucionan a formas cada vez más complejas, aunque no precisamente celulares.
¿Cuánto tiempo transcurrió hasta que se formaron las primeras células bacterianas a partir de estas biomoléculas? Según la evidencia fósil este gran salto evolutivo fue relativamente rápido: En un intervalo que va desde los 4000 m.a. en que las condiciones en zonas superficiales ya pudieron ser aptas para la vida hasta los 3.800-700 m.a. en que aparecen las primeras evidencias de fósiles bacterianos. ¿Son suficientes 300 m.a. para dar ese gran paso evolutivo?
Es posible, aunque cabe otra alternativa: El origen extraterrestre de las primeras bacterias que en forma de esporos muy resistentes, colonizasen la Tierra a través de meteoritos o fragmentos cometarios. Estos esporos pueden resistir en estado de vida latente mucho tiempo (se ha logrado revivir bacterias encerradas en cristales de sal de 250 m.a. de edad) y desafiar muchas agresiones ambientales, lo cual les permitiría resistir los grandes viajes espaciales. De cualquier modo, bien sea en la Tierra, bien sea en el espacio (¿en otros planetas?), las bacterias han tenido que construirse por evolución a partir de biomoléculas.
Asociación de células bacterianas para formar células eucarióticas:
Este acontecimiento evolutivo debió de tener lugar hace unos 2000 m.a. Por aquel entonces la atmósfera ya tenía prácticamente la misma cantidad de oxígeno que la actual, acumulado en ella debido fundamentalmente a la actividad fotosintética de cianobacterias. Bacterias heterótrofas anaerobias de gran tamaño, carentes de pared bacteriana, se alimentaban por fagocitosis de otras bacterias más pequeñas. Varios tipos de estas últimas lograron sobrevivir en el interior de la gran bacteria, estableciendo relaciones de endosimbiosis. En primer lugar, para alcanzar grandes tamaños, las bacterias tuvieron que perder su rígida pared celular, suponiendo que estas bacterias la tuviesen alguna vez y desarrollar mayor superficie membranosa de intercambio con el medio extracelular.
Esto último lo consiguieron mediante invaginaciones de la membrana plasmática, con lo que desarrollaron un sistema de membranas internas que compartimentaban el citoplasma y rodeaban al núcleo. A parte de esto se establecieron varias asociaciones endosimbióticas. El núcleo de las células eucarióticas quizá procediera de la incorporación de algún tipo de arqueobacteria (eocito) – el material nuclear de las arquibacterias está más próximo a las células eucariotas que el de las demás bacterias – que fusionó su material nuclear con el nucleóide de la bacteria hospedadora (urcariota) y ambos fueran rodeados por una membrana interna formándose así la doble membrana nuclear, perteneciendo la membrana interior a la de la arqueobacteria y la exterior a la membrana interna de la hospedadora.
Hay que tener en cuenta que las arqueobacterias tienen un material genético que tiene ciertas semejanzas con el de las células eucariotas. Por otro lado se incorporaron bacterias aerobias que se transformaron en mitocondrias, con lo cual la bacteria hospedadora pudo vivir en ambientes oxigenados y realizar una respiración aerobia de mayor rendimiento energético. También es posible que los peroxisomas procediesen de bacterias que sabían eliminar los residuos tóxicos de las oxidaciones como el agua oxigenada.
Los cloroplastos procederían de ¿cianobacterias o cloroxibacterias?, incorporadas en las células precursoras de las actuales células vegetales; y por último los cilios y flagelos procederían de la incorporación de espiroquetas, las cuales proporcionarían además los microtúbulos del huso mitótico que posibilita la mitosis. Aunque no todas estas asociaciones parecen igual de consistentes, si parece ser que, al menos, algunas de ellas tuvieran lugar. Así, apareció un modelo de célula nueva, de mayor tamaño, más compleja.
Al aumentar la complejidad del núcleo (rodeado de una membrana nuclear mixta y con varias fibras de cromatina en lugar de una única fibra circular), se ideó la mitosis ¿quizá por endosimbiosis con espiroquetas?, para asegurar la distribución equitativa de los genes en las células hijas durante la división celular.
Otra consecuencia de la complejidad celular causada por las endosimbiosis fue el modo en que se resolvió el intercambio de genes entre células. Este fenómeno, realizado en bacterias mediante conjugación, en condiciones adversas, aumenta la variabilidad de genes en las diferentes generaciones bacterianas; esta variabilidad, unida a la provocada por mutaciones, potenciaba la evolución de dichas células.
En las células eucariotas, ante la inviabilidad del intercambio de genes por conjugación se ideó un proceso de intercambio más complejo: la reproducción sexual. Dos células de la misma especie pero de distinto signo sexual, una femenina y otra masculina se atraen, se fusionan (fecundación) y reúnen sus respectivas fibras de cromatina con los genes en una única célula doble, el cigoto. Esta célula huevo tendrá por lo tanto las fibras de cromatina duplicadas; un lote de fibras procederá de la célula masculina o padre y el otro lote de la célula femenina o madre y por lo tanto habrá una dotación doble de genes. Los genes están duplicados y las fibras de cromatina (cromosomas) apareados.
A esta célula y las que resulten por división mitótica de ella, se las denomina diploides. Si posteriormente estas células desean intercambiar de nuevo genes, deben reducir su número de fibras de cromatina y de genes a la mitad mediante un proceso de meiosis, parecido a la mitosis pero más complejo. Se forman así, células con una dotación simple de fibras de cromatina y de genes, las células haploides, que ya se pueden unir entre sí o fecundarse. Estas células haploides que se fecundan se llaman gametos. ¿Cómo se distribuyen los genes en los gametos? ¿Tendrá un gameto determinado todos los genes de procedencia materna o femenina y otro gameto todos los genes de procedencia paterna o masculina?
Si esto fuese así, el intercambio de genes se realizaría de manera muy limitada y lenta a lo largo de las generaciones celulares. Lo que ocurre es que un gameto puede tener fibras de cromatina y genes paternos y maternos según un proceso de r y además durante la meiosis se produce un proceso de intercambio de genes (recombinación génica) entre cromosomas homólogos (entrecruzamiento cromatínico). Los cromosomas homólogos están apareados y uno es de origen paterno y el otro materno.
Estos dos últimos procesos, distribución al azar de los cromosomas en los gametos y recombinación génica, aumentan la frecuencia de intercambio de genes y por lo tanto barajan las mutaciones, potenciando la variabilidad génica en las sucesivas generaciones celulares. De esta forma se favorece la evolución.
Las células eucarioticas, al igual que las bacterias, también utilizan otros mecanismos de intercambio de genes: son los llamados mecanismos de transmisión horizontal, los virus como vectores de transmisión (transducción) y las bácterias, mediante genes móviles en plásmidos. De esta forma, mediante la infección vírica y bacteriana se pueden transmitir genes eucarióticos de unos individuos a otros, e incluso, de unas especies a otras, cuando estos genes son transportados por los microorganismos infecciosos.
Los seres vivos se transforman, se adaptan al ambiente cambiante, evolucionan a nivel molecular mediante las mutaciones, que modifican el ADN y por lo tanto los genes. De esta forma, el ADN responde a los cambios del ambiente, transformándose si es necesario y enriqueciéndose con nuevas experiencias a lo largo de su vida y de las generaciones, es decir mutando. A nivel celular, se completa esta adaptación y evolución con el intercambio de genes entre las diferentes células, con lo cual intercambian sus experiencias y sus logros evolutivos.
Las mutaciones o cambios para adaptarse al ambiente no siempre son positivas y ventajosas y muchas moléculas de ADN se destruyen y muchas células mueren en el intento, pero siempre sobreviven algunas que se reproducen con menos competencia ya que tienen logros ventajosos respecto a otras células y la vida se expande a pesar de la resistencia ambiental. A nivel molecular (ADN) la acción-ambiente reacción-mutación es directa y simple pero a nivel celular se complica.
Los cambios ambientales, que a nivel molecular, consisten en radiaciones o moléculas químicas que afectan al ADN directamente, afectan más indirectamente a las células. El ADN está más protegido en el nucleoide de las bacterias y núcleo de células eucariotas contra los agentes mutágenos por las cubiertas celulares y el propio citoplasma, con lo cual las mutaciones se producen con menos frecuencia y las células evolucionan más despacio que las biomoléculas, además de ser más estables.
Asociación de células para formar organismos pluricelulares:
Las bacterias han intentado este salto evolutivo en varios momentos de su evolución pero solo han conseguido el estado colonial: Se forman colonias de bacterias, más o menos laxas, que adoptan diversas formas, unidas por sus cápsulas bacterianas, que forman una especie de cemento mucilaginoso.
Parece ser que el verdadero estado pluricelular, en donde las células se especializan y se divide el trabajo, es una propiedad que solo pueden alcanzar las células eucariotas, aunque no todas lo hacen. Atendiendo a la forma de contactar y relacionarse las células entre sí en un organismo pluricelular se han establecido dos tipos de relaciones:
Un tipo es el de los organismos vegetales y fúngicos. Las células están protegidas por membranas de secreción (paredes) de celulosa en los vegetales y de quitina en los hongos y a pesar de esto, se asocian, estableciendo puentes intercelulares (plasmodesmos) entre sí. Estas paredes no permiten una gran diferenciación y especialización celular y por lo tanto no se forman tejidos muy especializados como ocurre en los animales. Solamente en los vegetales terrestres como las plantas se alcanzan verdaderos tejidos, aunque no llegan al grado de complejidad de los animales, y esto se debe a necesidades de adaptación al medio terrestre (tejidos protectores, de sostén, conductores y reproductores).
El hecho de que en ciertas algas y hongos no muy evolucionados exista una organización pluricelular cenocítica, (una célula divide su núcleo varias veces pero no se establecen tabiques citoplasmáticos y por lo tanto aparecen inmensas células plurinucleadas sin claras membranas de separación intercelular), hace pensar que esta podría ser una solución para permitir la comunicación intercelular en células que secretan sólidas paredes celulares. Sin embargo esta estrategia no ha prosperado en algas y hongos complejos y mucho menos en las plantas terrestres.
Otra solución ha sido la adoptada por los animales. Las células no segregan paredes celulares sino como mucho membranas de secreción blandas hechas de glúcidos y proteínas mezclados (glucocálix) que permiten una mas estrecha comunicación entre sí y por lo tanto una mejor colaboración. Esto quizá haya permitido una mayor diferenciación y especialización celular, que ya se nota al comparar los invertebrados acuáticos con las algas y mucho más en los animales terrestres en donde las dificultades de adaptación al medio terrestre han estimulado la mayor especialización, si cabe, de tejidos animales. Esta relación intercelular más estrecha, quizá sea la causante de una mayor capacidad de movimiento de los animales respecto a los vegetales y hongos.
¿Cómo se produce un organismo pluricelular a partir de una célula? La respuesta es sencilla: Las células hijas procedentes de una célula madre que se ha dividido, no se separan, sino que permanecen unidas y así sucesivamente hasta que se forma un organismo pluricelular más o menos complejo.
La clave que ha permitido el estado pluricelular en las células eucariotas hay que buscarla en la mayor capacidad que tienen estas células de almacenar información genética. A diferencia del limitado cromosoma bacteriano, las células animales, vegetales y fúngicas dispones de numerosas fibras de cromatina (cromosomas) lineales que pueden almacenar muchos mas genes, entre otros los que llevan la información de las asociaciones celulares y de la diferenciación y especialización celular para formar tejidos, por ejemplo los genes rectores, reguladores u homeóticos, que permiten un correcto desarrollo embrionario en los animales.
¿Cómo se adaptan los seres pluricelulares a los cambios y agresiones ambientales? La existencia de muchas células formando un organismo en lugar de una sola célula, complica la situación. Ahora hay que distinguir entre mutaciones o cambios que afectan al organismo como individuo y mutaciones que afectan al organismo como especie. Las primeras corresponden a las células somáticas; por ejemplo los melanomas de piel producidos por un exceso de radiación solar.
Estas y otras mutaciones, en principio, no tienen por que transmitirse a la descendencia, salvo que por un mecanismo desconocido afecten a los gametos del individuo que las sufre en los seres con reproducción sexual o bien actúen sobre células originarias de nuevos seres por reproducción asexual. Las segundas afectan a las células germinales o gametos del organismo. Entonces si se pueden transmitir a los descendientes. Como los gametos suelen estar suficientemente protegidos, debido a su importancia vital, es más difícil que los organismos sexuales, que son mayoría, sufran cambios evolutivos en condiciones ambientales normales.
Es en los grandes cambios ambientales cuando se acelera la evolución, aunque la naturaleza se cobra muchas víctimas, produciéndose extinciones y masacres; solamente superan las crisis ambientales los organismos que presentan las mutaciones adecuadas a los cambios del ambiente. Cabe la posibilidad que la mutación afecte a los embriones, concretamente a genes homeóticos que van a determinar el destino y la organización del embrión que está en desarrollo. En estos casos si se pueden producir cambios bruscos en los descendientes, muchos letales, pero algunos viables y con valor adaptativo.
¿Cuáles son estos cambios ambientales que aceleran los procesos evolutivos de los organismos pluricelulares? Los cambios climáticos como las glaciaciones, sequías, desertizaciones, etc.; los cambios geológicos como las orogenias, erupciones volcánicas, inundaciones marinas, movimientos continentales, etc.; los cambios magnéticos como las inversiones magnéticas, durante las cuales se debilita el escudo magnético que protege a la Tierra y los rayos cósmicos agreden con más intensidad y crudeza a los seres vivos; las catástrofes astronómicas como el impacto de asteroides y cometas sobre la Tierra (recuérdese el impacto del asteroide sobre la península de Yucatán hace 65 m.a. que acabó con los dinosaurios); el impacto de la acción humana sobre el medio ambiente que puede llevar a la propia autodestrucción de nuestra especie;
Es oportuno plantear ahora el dilema entre lamarkismo y darwinismo:
Samuel Butler (1835-1902) desafió la tesis darwiniana de la evolución. Para Butler, la vida es materia que elige. Hay que tener en cuenta la memorización filogenética, la conversión de los afanes conscientes de una o varias generaciónes en las actividades de las siguientes y por último, en la fisiología de las futuras generaciones.
“Aunque hasta ahora no tenemos idea de como los hábitos voluntarios de un organismo o incluso una especie pueden convertirse en la fisiología de una generación futura a través de la base material de la herencia, la sugerencia de Butler nos parece fascinante.” (L.Margulis y D.Sagan)
Estas ideas de Butler representan una especie de neolamarckismo; una especie de herencia de los caracteres adquiridos a largo plazo… a lo largo de varias generaciones, siempre y cuando se persista en estas adquisiciones en una serie de generaciones por resultar ventajosas para la especie. Si estas ideas son acertadas, los seres vivos son protagonistas de su propia evolución; este hecho se acentúa en la especie humana pues tiene una evolución cultural muy potente.
Recientemente se ha descubierto que los priones pueden ser fuente de “mutaciones extranucleicas” y como son muy susceptibles de cambiar por acción ambiental han podido contribuir en la evolución, reforzando el neolamarkismo.
Asociación de organismos pluricelulares:
Estas asociaciones no son de tipo físico, como las células que forman organismos pluricelulares sino que son asociaciones que dejan espacios más o menos grandes entre los individuos que se asocian. Aunque seres pluricelulares primitivos, como esponjas y pólipos, pueden formar poblaciones que están unidas físicamente; son las poblaciones coloniales.
Los seres pluricelulares por el hecho de convivir juntos no quiere decir que estén asociados con determinados fines. Así muchos seres vivos se ven obligados a convivir juntos y se establecen relaciones de competencia entre ellos por el espacio, alimento, luz, etc., bien entre individuos de la misma especie o entre individuos de diferentes especies. Se pueden establecer asociaciones de seres vivos de la misma especie (las poblaciones) y asociaciones entre seres vivos de diferentes especies (las comunidades o biocenosis). Estas asociaciones también se establecen entre organismos unicelulares.
Las poblaciones vegetales, como las de plantas, parece ser están determinadas por la mecánica reproductora y de dispersión normal de las especies y, en principio no parece ser tengan una finalidad útil para ellas, más bien todo lo contrario, pues se establece competencia interespecífica más o menos dura por el espacio, luz, nutrientes, etc., aunque quizá puedan tener un efecto protector de sus individuos.
Las poblaciones animales con fines útiles son mucho más abundantes. En primer lugar aparece la familia, núcleo poblacional con fines reproductores. Las familias pueden vivir aisladas entre sí, o lo que es más frecuente, asociadas en poblaciones mayores. Las familias pueden ser permanentes o transitorias, monógamas o polígamas, monoándricas o poliándricas. Pueden existir poblaciones de mayor envergadura, estén formadas por familias o no. Este es el caso de las colonias, de pólipos, esponjas; manadas, de elefantes, monos; bandadas, de aves; bancos, de peces; sociedades, de abejas, hormigas; etc. Las poblaciones son eventuales o permanentes y pueden tener diversas finalidades: reproductoras, protectoras, emigradoras, nutritivas, etc.
Las comunidades o biocenosis se establecen entre seres vivos de varias especies que conviven entre sí, tanto animales como vegetales. Corresponden al componente viviente de un ecosistema y por lo tanto al nivel de organización vivo más elevado que hay en la Tierra.
Las relaciones que se establecen entre los seres vivos de una comunidad pueden ser muy variadas: Pueden ser de simple coexistencia sin perjuicio ni beneficio mutuo; pueden existir relaciones de competencia entre dos o más especies: Competencia por el alimento, espacio, luz, territorio reproductor, etc.; pueden ser relaciones de depredación, de mutualismo, de simbiosis, de parasitismo, de inquilinismo, de comensalismo… Por lo tanto hay tres grandes tipos de relaciones: la primera, en la que las diferentes especies que se relacionan no salen ni beneficiadas ni perjudicadas, la segunda, en la que salen beneficiadas, al menos una de ellas, y la tercera en la que salen perjudicadas, al menos una de ellas.
Conclusión
¿Se pueden establecer asociaciones de mas nivel o envergadura entre los diferentes seres vivos de la Tierra? Podemos considerar al planeta Tierra como un planeta vivo, como un gran “ser vivo” inmerso en el Universo y formando parte del sistema planetario de una estrella de tamaño medio, el Sol, que pertenece a una galaxia espiral, la Vía Láctea, una de tantas galaxias espirales que hay en este Universo en proceso de expansión en el tiempo presente.
Así como a partir de asociaciónes endosimbióticas de bacterias se han formado células animales y vegetales y a partir de la reunión de estas se han formado organismos pluricelulares en donde las diferentes células pierden parte de su libertad y se sacrifican para el bién del organismo pluricelular, es posible que en el futuro se puedan formar en la Tierra supraorganismos constituidos por la asociación de varios organismos pluricelulares en los que cada uno de estos organismos tenga una función determinada y se especialice en bien del buen funcionamiento del supraorganismo.
Es posible que los humanos formemos parte, más o menos transformados, de estos macroseres vivos y estos nuevos seres estén mejor adaptados para salir de la Tierra y expandirse en otros mundos del Universo. Las claves del proceso evolutivo son las mutaciones, la recombinación génica (reproducción sexual), la muerte de los seres vivos, la selección natural y sobre todo el tiempo, que en cierto modo, hace a los seres vivos inmortales, ya que les perpetua, aunque los va transformando lentamente en el proceso evolutivo y se van formando formas cada vez más complejas .
¿Hay otros “planetas vivos” en este Universo? En el sistema solar parece ser que no. ¿Hay otros sistemas planetarios en estrellas de nuestra galaxia y alguno de ellos tiene vida? Es probable que sí, aunque en el momento presente no lo sabemos. A lo largo de estos últimos años se han ido descubriendo, por métodos indirectos, otros planetas alrededor de estrellas de nuestra galaxia, del tipo de los planetas gigantes, pero queda mucho por investigar… ¡ En abril del 2000 ya se han descubierto 2 planetas de un tamaño similar a la Tierra a 110 años luz!
Como conclusión, de estas reflexiones, se desprende que la materia, tanto la inerte como la viva, tiende a asociarse entre sí, formándose, a lo largo de la evolución, y con tiempo suficiente, niveles de organización y de asociaciónes de formas vivas cada vez más complejas y autónomas; de esta forma la materia viva logra existir mas tiempo o bien sobrevivir mejor.