La evolución de las plumas y cómo los dinosaurios se lanzaron a volar es una cuestión que lleva siglos rondando la cabeza de los especialistas. La selección natural siempre ha estado en el punto de mira, pero ¿y sí la respuesta residiese en la selección sexual?
Cuando estudiamos la morfología de las plumas de muchos dinosaurios, lo que encontramos es que en la mayor parte del cuerpo, las plumas poseían una estructura muy sencilla.
Las primeras plumas que se desarrollaron, tenían aproximadamente el aspecto de un pelo. Los científicos están casi seguros de que la función de ese plumaje primigenio, era aislar térmicamente a los animales.
O sea, que las plumas de los dinosaurios tenían una función similar a la del pelaje de los mamíferos. Servían como abrigo que utilizaban para mantener la temperatura corporal del dinosaurio.
Algo que siempre ha intrigado a los investigadores, es comprender porqué las plumas evolucionaron en unos diseños y estructuras tan complejas. Y es que precisamente esta complejidad es la que ha permitido la evolución del vuelo actual de las aves.
La cuestión no es sencilla porque las plumas complejas no sirven para aislar, de modo que perdieron su cometido protector. ¿Si no sirven para impermeabilizar, para qué valían? ¿Por qué fueron escogidas en la selección?
Scott Person y Philip Currie no creen que la selección natural fuera la razón de la evolución de las plumas, pues se inclinan más por un factor de selección sexual en su evolución.
Las plumas complejas posiblemente sean malos aislantes, pero sí servían a los dinosaurios para asegurarse una mayor probabilidad de reproducirse. Entonces hubo una buena razón para que evolucionasen y fuesen retenidas de generación en generación.
Que la selección sexual puede forjar de forma tan drástica las plumas no es ninguna novedad. El caso más conocido en biología es, sin lugar a dudas, el de los machos de pavo real y sus extraordinarias plumas en la cola, las cuales emplean para seducir a las hembras.
Las plumas de las aves del paraíso son igualmente vistosas y suntuosas. Esto quiere decir que la selección sexual puede servir realmente para fijar un carácter, del mismo modo que lo hace la selección natural.
En la reseña de Person y Currie, los autores exponen que la selección sexual pudo servir como puente entre dos estadios diferentes de selección natural. Vamos a intentar explicarlo de forma clara.
Según el primer escenario, nos hallamos con dinosaurios como el archiconocido Tyrannosaurio, en los que las plumas evolucionaron a una morfología sencilla (con aspecto de pelo), cuyo cometido era el de aislar al animal a nivel térmico.
En un segundo estadio, la selección sexual ayudaría a algunos dinosaurios (como los oviraptores) a presentar unas plumas más complejas. Su función era la de atraer y seducir a las hembras.
Las plumas no servían para abrigar, pero su enrevesada estructura, su color y sus brillos, debían suponer un encanto irresistible para las hembras, de modo que la selección sexual favoreció a aquellos dinosaurios que disfrutaban de plumas con diseños más complejos.
Para terminar, en un tercer estadio, vuelve a actuar la selección natural. En esta situación existe un buen número de especies de dinosaurios con plumas complejas, anteriormente escogidas por la selección sexual.
Alcanzado este nivel de complejidad, las plumas y las modificaciones de las extremidades anteriores permitieron a algunos pequeños dinosaurios poder planear.
En esta encrucijada, la selección natural vuelve a jugar un papel considerable modelando las plumas hasta su forma moderna que permite a los animales volar.
Los autores (Person y Currie) saben perfectamente que para probar su hipótesis es necesario hallar más fósiles de dinosaurios con plumas, de modo que puedan estudiarlos detenidamente. Cuantas más plumas de dinosaurios se puedan recabar para estudiar, mucho mejor.
Si la teoría es correcta, se supone que con el tiempo, según vayan apareciendo fósiles, se observará que los machos de dinosaurios tenían plumas más complejas que las de las hembras.
Sería primordial hallar la versión fosilizada de un dinosaurio que siguiera el evidente ejemplo del pavo real. Si sus plumas son más complejas y sofisticadas en machos que en hembras, podría significar que fueron moldeadas gracias a la selección sexual.
Algunos especialistas creen que la estructura del ala tampoco fue elegida en principio para volar, sino que su configuración evolucionó con el fin de ostentar mejor sus plumas ante las hembras.
Las alas, antes de utilizarse para volar, se empleaban como un abanico en el que lucir un colorido y vistoso juego de plumas. Habrá que descubrir si el tiempo verifica la teoría de estos dos paleontólogos.