Aunque la ventaja evolutiva de unas alas totalmente desarrolladas es algo evidente, no lo es si imaginamos que antes de llegar a su estado final, las alas eran unos rudimentarios y molestos apéndices.
En algunos casos como las aves, las alas evolucionaron de brazos y manos. Con los insectos, sin embargo, las alas debieron evolucionar de protuberancias en los costados del animal. ¿Qué ventajas podrían proporcionar esas protuberancias?
El hecho de que las alas ayudaran a un descendiente millones de años en el futuro ciertamente no podía ayudar a un individuo a sobrevivir en aquel momento.
Ahora se sabe que estas protuberancias jugaron un papel importante en la regulación de la temperatura, proporcionando superficies extras por las cuales podía absorberse o radiarse el calor.
Los cálculos muestran que los más eficientes intercambiadores de calor son exactamente lo bastante grandes como para permitir al insecto planear, como le ocurre a la ardilla voladora.
A partir de ese punto, el órgano desarrollado con la finalidad de transferir la temperatura corporal, pudo ser usado como base para el desarrollo de las alas para volar.