¿Qué forma tienen los fantasmas? Ésta es una de las preguntas que se plantean los crédulos del mundo paranormal; aquéllos que creen ciegamente en la existencia de espíritus que vagan, perdidos y sin rumbo, en nuestra dimensión. Supuestamente, las únicas pruebas disponibles de su existencia son el material gráfico capturado por personas que han sufrido alguna aparición extrasensorial. Otras también lo han captado sin darse cuenta y luego han comprobado cómo aparecieron ciertos elementos extraños en fotografías, vídeos, grabaciones sonoras, etc., que evidencian que existe un “algo” que desconocemos y mucho menos entendemos.
La teoría de la proyección de la conciencia es una de las soluciones que exponen algunos investigadores de este campo. Ésta hipótesis describe que en estados alterados de la conciencia, se proyecta una versión «menos densa» del cuerpo físico, tal y como sucede en los viajes astrales. Cuando estamos despiertos en un estado de vigilia, nuestra conciencia se muestra a través del cuerpo físico, pero cuando dormimos, ésta se desvincula y se proyecta en una imagen más tenue. Por ello, ésta sería la primera clase de fantasma: personas no muertas que proyectan, de forma inconsciente (generalmente), una versión de su conciencia.
En aquellos emplazamientos donde se han producido muertes violentas, el ambiente queda impregnado de la energía del fallecido bajo unas espeluznantes circunstancias. Su imagen se parecería a un holograma, la cual se proyecta en un punto fijo de forma continua. Por último, los fantasmas que resultan más amenazantes, son aquéllos que se pueden confundir con personas reales y se pueden fotografiar.
Son el producto de una alteración de las dimensiones y su razonamiento se explica si pensamos que la conciencia puede sobrevivir a la muerte, permaneciendo inmutable en nuestro mundo. En el transcurso de una «aparición» la temperatura desciende drásticamente; de ahí que muchos testigos aseguren que notaron una corriente helada que paralizó sus sentidos. Se cree que esto es debido a la cantidad de energía que necesitan los entes para materializarse, y que consiguen a través de los seres vivos. Con esta información, los investigadores miden los campos electromagnéticos y la temperatura para determinar si existe alguna presencia extraña en el lugar.
En resumen, que para calificar una presencia como fantasmagórica, se deben tener en cuenta dos variables: la primera son las imágenes que proyectamos nosotros mismos, como por ejemplo, cuando nos sugestionamos al ver una película de miedo o cuando una persona proyecta su conciencia; la segunda sería aquéllos entes que vagan como alma en pena o cuya energía se ha quedado atrapada en el lugar que fue testigo de su súbita y trágica muerte. Con estos datos, podremos ser capaces de reflexionar si creemos o no en la existencia de los fantasmas.
Las fotografías de fantasmas no son algo difícil de encontrar, pero se debe tener cuidado en aceptarlas como tal, ya que existen muchas falsificaciones. Se puede decir que existe una mayoría de fotos de fantasmas que son meros defectos fotográficos causados por una razón coherente, y también que hay ciertas imágenes de fantasmas que son simples falsificaciones realizadas con algún programa de retoque digital (Photoshop) muy fáciles de elaborar. Actualmente existen numerosas herramientas para modificar las fotografías y cada vez aparecen más y mejor confeccionadas, por lo que resulta difícil distinguir entre fotos de fantasmas reales y falsas.
Para muestra un botón. Aquí una colección de fotografías de fantasmas cuya veracidad quizás nunca pueda ser demostrada, pero contrariamente, tampoco se puede desmentir que sean lícitas.
Este fantasma podría ser de este niño que vivió en Amityville.