Arquitectura milenaria
No hay otro tipo de construcción monumental común a tantas civilizaciones, en lugares tan distantes y en épocas tan diversas. Y no es el único enigma de las pirámides…
En el almacén de misterios perdidos que tiene la historia, hay un gran cajón para aquellos enigmas que ni siquiera sabemos cómo interpretar. A este grupo pertenece el desconcertante asunto de los constructores de pirámides. Nadie conoce la razón de que civilizaciones tan distintas y tan distantes en el espacio y en el tiempo como la egipcia, la maya o la china, cuyas creencias y conocimientos eran tan diferentes entre sí, hayan coincidido en levantar precisamente este tipo de construcciones.
El mundo está salpicado de ellas: las encontramos en sitios tan distintos como Perú, Uzbekistán, Camboya, Egipto, China, Creta o Mongolia. Y todavía ignoramos cuántas hay, ya que continuamente siguen descubriéndose pirámides nuevas. Recién terminada la Segunda Guerra Mundial, un piloto norteamericano que sobrevolaba en su aparato la provincia china de Shensi vio algo en tierra que le llamó poderosamente la atención. Al acercarse, comprobó que se trataba de una gran estructura artificial con forma de pirámide regular de cuatro lados.
El asombrado piloto pensó que merecía la pena fotografiarla e hizo varias pasadas sobre ella. Así conoció el mundo la existencia de la llamada pirámide blanca de Qin Ling Shan, que sólo es una más entre el centenar de estructuras piramidales, truncadas unas y puntiagudas otras, que se encuentran agrupadas en el centro de China, en la región que domina la ciudad de Xian. Por alguna razón, las autoridades de aquel país parecen empeñadas en mantener oculta la existencia de este asombroso conjunto, y ello está contribuyendo poderosamente a que florezcan las más delirantes especulaciones sobre los motivos de tal secretismo.
México siglo X d.C.
La montaña mágica: El punto más alto de la ciudad maya de Uxmal, en la península mexicana de Yucatán, es la Pirámide del Adivino, que mide unos 300 m de altura. Es una edificación de base ovalada que está orientada de manera que su escalera occidental se enfrenta directamente a la puesta de sol en el solsticio de verano.
México 300-900 d.C.
Cerca del cielo: Este templo en forma de pirámide estaba integrado en el centro ceremonial de Palenque, capital del noroeste de las tierras mayas. Hoy se encuentra en el actual Estado de Chiapas (México).
Guatemala 300-900 d.C.
Cuando ruge el jaguar: Una de las ciudades mayas de mayor importancia fue Tikal, situada hoy en Guatemala. En sus ruinas destaca el templo Gran Jaguar (abajo, ceremonia de bienvenida al año nuevo maya).
Egipto 2600-2400 a.C.
Arte monumental en el Imperio Antiguo: En tiempos de la IV dinastía egipcia se erigieron en la llanura de Giza las tres pirámides más famosas del país del Nilo (Keops, Kefrén y Micerinos), así como la gran esfinge. En la foto, la pirámide de Kefrén vista desde la cúspide de Keops. A lo largo de 500 años, los faraones egipcios levantaron unas 80 pirámides, la mayoría en el tramo del Nilo que domina Menfis.
A menudo, los descubrimientos de nuevas pirámides tienen lugar en zonas remotas y áridas que siempre permanecieron despobladas, lo cual aumenta la perplejidad de los descubridores toda vez que estas construcciones requieren, antes que nada, abundante mano de obra. No se explica fácilmente, por ejemplo, el hecho de que en la desértica región de Sijiazi, en Mongolia Interior, se haya comunicado recientemente la existencia de un campo de pirámides varias veces milenarias, asociadas a la llamada cultura Songhan. Aún más reciente es el descubrimiento de otro conjunto de pirámides truncadas que miden en torno a los 15 m de altura en el Uzbekistán, en las regiones de Kaskayardin y Samarcanda.
Se les adjudica una edad de 2.700 años y, aunque no se conoce con precisión su número, sí se sabe que están bien conservadas. Sus descubridores afirman que, como la zona siempre estuvo deshabitada, sus materiales no fueron arrancados y aprovechados para la construcción de viviendas y templos. Lo cual parece lógico, pero suscita una pregunta: si la zona siempre estuvo deshabitada ¿quién las construyó? En otra región desértica, la de Olekminsk, en Siberia, se dice que hubo un gran campo de pirámides hasta 1970, fecha en que la aviación soviética bombardeó sistemáticamente la zona hasta dejarla como la palma de la mano.
Egipto hacia 2600 a.C.
Piedra y ladrillo: El ingeniero y arquitecto egipcio Imhotep, uno de los pocos técnicos cuyo nombre ha trascendido y el único convertido en dios, construyó la primera pirámide, Sakkara (abajo), para enterrar y honrar a su rey Zoser.
El rumor, transmitido por varias fuentes distintas, sostiene que el propósito del bombardeo fue acabar ni más ni menos que con una base de naves extraterrestres. Y es que la relación extraterrestres-pirámides resulta para algunos una especie de silogismo. Hay quienes llegan a afirmar incluso que las pirámides ya estaban allí milenios antes de que existieran los egipcios o los mayas. Naturalmente, las consideran obra de alienígenas espaciales.
Pero no; estos monumentos, aunque misteriosos, son bien humanos. La prueba es que están ligados a la civilización desde sus orígenes. Las primeras gentes civilizadas que construyeron ciudades y escribieron leyes, los sumerios, levantaron una pirámide en cada ciudad importante de su reino. Puesto que en aquellas tierras (donde hoy se asienta Irak) no había piedra, las construyeron de barro. Los llamados zigurats eran grandes pirámides aterrazadas, casi idénticas a la pirámide egipcia de Zoser o a las del Sol y la Luna de Teotihuacán, en México.
Keops, la reina de las pirámides
Parece que los constructores de la pirámide de Keops manejaron la distancia entre la Tierra y el Sol.
Haga usted la prueba: consulte en dos o tres fuentes distintas la altura de la Gran Pirámide de Keops y compare las cifras. Seguramente, no coincidirán. La erosión milenaria que ha sufrido el monumento dificulta conocer con exactitud la altura que tenía cuando se terminó de construir. Un cálculo promediado arroja la cifra de 149 metros, que no es una cifra cualquiera. Es la milmillonésima parte de la distancia media entre la Tierra y el Sol, con una aproximación que sólo se ha podido establecer con aparatos y procedimientos muy recientes. ¿Significa esto que los egipcios de hace 47 siglos conocían ya esa distancia? Muchos analistas así lo entienden, y hay razones para creerlo. Cuando se proyecta la construcción de una pirámide, el primer factor a tener en cuenta es la altura que se le desea dar, y es absurdo pensar que a los diseñadores de Keops les diera lo mismo escoger una cifra que otra.
Por otra parte, el Sol, bajo sus apelativos de Amon, Ra, o Aton, era su dios supremo, y el sistema numeral egipcio tenía, como el nuestro, base decimal, en la que es significativo el múltiplo mil millones. Es coherente entonces que escogieran como medida de su pirámide aquella cifra sagrada. Pero si fue así ¿cómo llegaron a esa aproximación que sólo hemos alcanzado en el siglo XX? Hay que pensar que, aun desprovista de instrumental, la poderosa casta de los sacerdotes egipcios profundizó durante siglos en el estudio de su dios solar a través de la comparación de infinitas investigaciones en sus templos-observatorios. Se han querido ver toda clase de cifras y conocimientos en las pirámides, pero este dato de su altura resulta uno de los más llamativos, y la muestra más clara de la sutileza y la profundidad de la sabiduría que atesoraba aquella civilización.
En Irak se pueden reconocer todavía más de dos docenas de zigurats
A pesar de que la erosión y las inundaciones han reducido a montañas informes de barro la mayoría de los zigurats, aún se reconocen las ruinas de más de dos docenas en Irak. Hoy se acepta con naturalidad que uno de ellos (quizá el de Ur de Caldea, que, por cierto, era la patria de Abraham) pudo ser el monumento que la Biblia llama Torre de Babel, donde se aunaron por primera vez los esfuerzos de gentes de distintos orígenes y lenguas. Resulta inquietante que este primitivo símbolo del trabajo conjunto, o sea de la globalización, se haya convertido en el emblema universal de la confusión humana.
Aunque Babel fuese un zigurat, los sumerios no se confundieron, ni estaban tan chiflados como para pretender alcanzar el cielo con sus torres. Por el contrario, eran gentes rigurosas, con notables conocimientos matemáticos, arquitectónicos y astronómicos. Y con una mano de obra abundante y barata, porque fueron precisos muchos millones de ladrillos de barro para levantar sus zigurats. En origen, las estructuras debieron de ser una mezcla de templos y observatorios, ya que su religión era de base astral y sus dioses danzaban cada día y cada noche por el firmamento. Fue de allí, de lo alto de aquellos zigurats, de donde salió prácticamente terminada nuestra división actual del tiempo en años, meses, semanas, días, horas, minutos y segundos. Estamos hablando de una fecha muy remota: más de cinco mil años atrás en el tiempo, cuando aún faltaban siglos para que los faraones egipcios de la III dinastía comenzaran a construir pirámides en la margen occidental del Nilo.
Durante 500 años levantaron unas ochenta de ellas, la mayoría a lo largo del tramo del río que domina Menfis, la vieja capital donde se reunían los dos imperios determinados por la parte alta y la baja del padre Nilo. Que las pirámides se levantaron para servir de tumba a los faraones es algo en lo que hay acuerdo. Pero el porqué y, sobre todo, el cómo, ya es harina de otro costal: un rápido resumen de las teorías que se han acumulado sobre este tema ocuparía el espacio de varios artículos. Baste decir que sigue todo en discusión: los sistemas de extracción de piedra de la cantera, el transporte de los bloques por las arenas del desierto y las aguas del río, la colocación de cada uno de ellos en la pirámide (téngase en cuenta que la de Keops tiene dos millones y medio de bloques de piedra, algunos de doce toneladas), la orientación del conjunto, la elección de sus emplazamientos y, sobre todo, la razón por la que se construyeron así.
Es sabido que quienes levantaron las grandes pirámides egipcias no conocían otro metal que el cobre, que no sirve para trabajar la piedra, y sus herramientas eran palancas y rodillos. Sin embargo, los bloques están tallados con tal perfección, que la holgura entre ellos no supera el medio milímetro.
Su proceso de construcción es tan enigmático por dentro como por fuera
El proceso de construcción es desconocido, aunque a través de ciertos detalles han podido hacerse deducciones. Es evidente, por ejemplo, que el gran sarcófago de la Cámara Real de Keops se colocó en su sitio construyéndose la pirámide, ya que es más ancho que las paredes del corredor de acceso. Así nadie podría sacarlo de allí.
Y si por fuera son un enigma, por dentro no lo son menos. Al margen del laberinto de cámaras, pozos, corredores y galerías que las recorren, nadie sabe qué estancias secretas o escondrijos se ocultan en semejante masa de bloques gigantescos. Téngase en cuenta que detrás de cualquiera de ellos puede abrirse una galería o un pozo que conduzca a los enormes tesoros faraónicos.
El misterio de las pirámides resiste hasta los medios más modernos
Animados por esa idea, algunos califas y sultanes como al-Mamún o el propio Saladino, intentaron hacerse con aquellas fabulosas riquezas. Pero la realidad aplastó sus sueños. Porque las pirámides egipcias están construidas de tal modo que, al retirar determinados bloques que no se diferencian en nada de los otros, se hunde el que tienen encima, taponando de nuevo el agujero. Así que, después de perder varias docenas de operarios por aplastamiento, los califas decidieron darse por vencidos.
Ur 2100 a.C. / La Torre de Babel: Los templos mesopotámicos o zigurats (en la foto arriba, el de Ur) evocan la forma de una pirámide truncada. La razón de que estas construcciones apenas se hayan conservado estriba en que se fabricaban de barro.
Los medios modernos tampoco se han mostrado muy eficaces para escudriñar sus entrañas. Ni el radar, ni los rayos X, ni siquiera el análisis de los rayos cósmicos que las atraviesan, han arrojado grandes revelaciones. La única solución para saber de una vez por todas lo que contienen sería instalar a su alrededor un bosque de grúas, desmontar los bloques uno por uno a partir de la cumbre, numerarlos, y volver a colocarlos en su sitio una vez desmontado el último. Suponiendo que la operación se hiciese sin descanso y que se empleasen sólo cinco minutos en quitar y desplazar cada bloque, el trabajo duraría unos cincuenta años. ¿Dónde almacenar mientras tanto semejante cantidad de piedra? En el siglo XIX, los ingenieros que acompañaban a Napoleón calcularon que con la de la Gran Pirámide podría construirse una pared continua de dos metros de alto a lo largo de todo el perímetro de Francia.
Roma 12 a.C. / Al dictado de la moda: Erigida en el siglo I a.C. para contener la tumba del riquísimo funcionario romano Cayo Cestio, esta pirámide es un fiel exponente de la moda egipcia que imperaba en la época. En el siglo III quedó integrada en la muralla que el emperador Aureliano construyó para proteger a Roma de los bárbaros.
No necesitan poseer su imagen característica; las pirámides repartidas por el mundo son muy diferentes entre sí en forma y tamaño
Dos milenios después de Keops, al otro lado del mundo, en el centro y el sur de América, las culturas precolombinas rivalizaban sin saberlo con los faraones. En Teotihuacán, México, una sorprendente civilización en la línea que lleva de los mayas a los aztecas levantó el extraordinario conjunto que incluye dos inmensas pirámides escalonadas, la del Sol y la de la Luna. La mayor, la del Sol, ocupa una superficie muy parecida a la de Keops, aunque su altura no llegue a ser ni la mitad de aquella. Sin embargo, está tan bien estudiada en sus proporciones, que al visitante no le impresiona menos que la egipcia.
El conjunto de las construcciones de Teotihuacán ocupa cerca de 18 kilómetros cuadrados y todo en él está cuidadosamente pensado para producir una impresión de majestuosa grandeza. Además, las pirámides americanas tienen una ventaja fundamental sobre las otras: no fueron construidas como sepulturas, sino como templos. De modo que son accesibles. Mientras que la idea de trepar a lo alto de Keops le parecerá una locura a alguien normal, los monumentos de Teotihuacán, Chichén Itzá, Monte Albán, Uxmal, Calakmul o Palenque son perfectamente escalables. Egipto impone, México invita.
En Tiahuanaco, Perú, se encuentra la pirámide construida a mayor altura
Más al sur, en el Perú, floreció ocho siglos después de Teotihuacán la cultura moche, otra constructora de pirámides. Cerca de la actual ciudad de Trujillo dejaron los moches muestra de su esfuerzo constructivo en forma de dos pirámides gemelas llamadas también Huaca del Sol y Huaca de la Luna. La primera es una estructura muy compleja, y tan enorme que hubieron de emplearse más de 150 millones de ladrillos de adobe para levantarla. Sin salir de Perú, encontramos la pirámide más alta del mundo… es decir, la construida a mayor altitud de todas. Se trata de la Acapana, en Tiahuanaco, cerca del lago Titicaca, a 4.000 metros de altura sobre el mar.
Las diferencias de forma y tamaño entre los monumentos de este tipo repartidos por el mundo llegan a ser tantas, que termina uno por preguntarse qué es una pirámide y qué no lo es.
Mientras en Egipto se hacían tumbas reales con aspecto de pirámides regulares, en Europa se construían esas mismas tumbas en forma de cámaras de piedra (dólmenes) cubiertas por un túmulo de tierra. Obras como las de Menga, en Antequera, o Newgrange, en Irlanda, son equivalentes en esfuerzo a las grandes obras egipcias para las colectividades megalíticas que las levantaron. En ese sentido, son pirámides, aunque no tengan la forma característica. Por otra parte, la sed de descubrimientos y el escaso rigor que caracteriza a nuestro tiempo hace que se reconozcan supuestas pirámides con extrema facilidad. El venerable Thor Heyerdahl ha creído encontrar pirámides escalonadas guanches en Güimar, Tenerife. Sobre lo que antes se consideraban unas simples terrazas de cultivo semejantes a tantas otras de la isla, se ha construido incluso un pequeño museo. Creíamos saber bastante del pueblo guanche, pero hasta que nos lo ha dicho el señor Heyerdahl, ignorábamos que también hubieran construido pirámides.
Como enigmática expresión de culturas antiquísimas, las pirámides han quedado poderosamente impregnadas de simbología y esoterismo. Y la cosa viene de muy atrás. Los misterios de Egipto que invocan los filósofos griegos, los alquimistas medievales o los modernos francmasones están conectados a las pirámides. No es extraño que a los visionarios de todas clases les encante decir que han pasado una noche en el interior de Keops, capricho que cada vez concede con mayor dificultad el gobierno egipcio.
Inglaterra 2600 a.C. / Una espiral de yeso: El túmulo de Silbury Hill, Inglaterra, fue erigido en yeso empleando una curiosa técnica de construcción en espiral. Mide 40 metros de altura y es la pirámide más alta de Europa. En nuestro continente se enterraba a los muertos en cámaras de piedra (dólmenes) cubiertas por túmulos de tierra.
Los científicos estudian el tema de la extraña deshidratación de la materia
Más extraño es que, últimamente, también los científicos afirmen que ocurren cosas en el interior de las pirámides. Físicos y matemáticos eslavos han venido trabajando con la idea de que la estructura piramidal posee cualidades intrínsecas en relación con los campos energéticos de índole electromagnética, gravitatoria o cósmica. Sus estudios buscan la explicación científica a un fenómeno que se produce espontáneamente en las pirámides y que tiene que ver con la anormal deshidratación de la materia. Si cortamos dos rosas del mismo rosal y metemos una de ellas en una caja cuadrada y otra dentro de una estructura piramidal, dejándola a un tercio de su altura, comprobaremos que ésta última se secará mucho antes que aquella. Al repetir el experimento con insectos o pequeños animales muertos, ocurrirá lo mismo. De manera que cualquier pirámide parece funcionar por sí misma como un poderoso instrumento de momificación. La Cámara Real de Keops, destinada a albergar la momia del faraón, se encuentra precisamente a un tercio de la altura de la pirámide.
Pero antes que nada, sea en África, América, Asia o Europa, la pirámide está íntimamente asociada al poder. Si zigurat babilónico, huaca andina o templo maya, con el poder sacerdotal. Si tumba faraónica, con el poder real. Representa al poder y nunca ha dejado de hacerlo. En el reverso del Gran Sello de los Estados Unidos hay una pirámide rematada por el ojo divino, lo que no tendría importancia si no fuese por la circunstancia de que esa pirámide aparece impresa en los billetes de dólar, de donde hoy día emana realmente todo poder y toda gloria.
Sri Lanka siglo III a.C. / Un templo abarrotado: También pueden encontrarse pirámides en Asia. El templo budista de Jetavanarama Dagoba, en Sri Lanka (antigua Ceylan), que albergaba a tres mil monjes, posee una torre piramidal que alcanza casi los 100 metros de altura.
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