El 31 de octubre cuando se hace de noche, la fiesta de Halloween entra en acción. Una de las prácticas más famosas en esta víspera entre los niños y adultos es ponerse disfraces, cuanto más terroríficos y esperpénticos mucho mejor. Con el disfraz puesto se debe recorrer las calles yendo por las casas de la barriada. Las pandillas de niños y niñas caminan por la calle con sus calabazas, llaman al timbre de las puertas y cuando el ingenuo visitado abre la puerta, difunden el grito unánime de «truco o trato» (trick or treat).
La tradición requiere que el dueño de la casa consienta al chantaje, obsequiando a los niños toda clase de dulces y golosinas de Halloween. Eso es lo que se denomina «trato» (treat) con ellos. Si no comulga con esta coacción y no les da nada, el vecino se arriesga a los «trucos» (tricks) de los niños disfrazados, que pueden ser trastadas o gamberradas como sufrir el lanzamiento de huevos contra la fachada de la casa.
En realidad, aunque se ha extendido la traducción «truco» en español por el inglés «trick» y «trato» de manera literal por «treat», en el tema del «trick-or-treating» no se entiende como un truco propiamente dicho. Sería más bien una broma o travesura, y la traducción de «treat» se ajustaría más a las palabras «recompensa» o «regalo», por lo que una traducción más fiel sería por ejemplo «travesura o recompensa».
El primer registro que se tiene de esta expresión data de 1927, cuando apareció en el diario Herald de Alberta, en Canadá. Aun así, no fue hasta la década de 1930 cuando se empezó a utilizar el término tal y como lo conocemos actualmente en países como Estados Unidos o Canadá. De todas formas, el «truco o trato» (trick or treat) tiene su origen en tradiciones más antiguas que nos llevarían a tierras europeas.
Aunque su procedencia exacta es incierta, una de las teorías sobre el origen en la costumbre de disfrazarse para realizar el «trick or treat», proviene de cuando los católicos eran perseguidos por los protestantes en tierras inglesas durante los siglos XVI y XVII.
A raíz de estas persecuciones, el rey protestante Jacobo I de Inglaterra (también VI de Escocia) y su Parlamento sufrieron un intento de atentado. Este ataque no llegó a consumarse gracias a que Guy Fawkes, uno de los cómplices católicos, confesó bajo la presión de los verdugos y traicionó a sus camaradas, avisando del inminente golpe. Aun así, después de haber hablado, fue ejecutado posteriormente.
Este suceso dio lugar a una fiesta de carácter gracioso, en la que grupos de luteranos protestantes escondían su identidad bajo máscaras de monstruos. Se festejaba el día del descubrimiento de la traición visitando las casas católicas para exigirles a sus habitantes cerveza y pasteles. Para amenazarles se pronunciaba la fórmula «trick or treat» (truco o trato). Así, el «Día de Guy Fawkes» fue exportado por los primeros colonos protestantes a América, siendo trasladado al 31 de octubre para unirse a la fiesta de Halloween.
En México se celebra una variante del «trick or treat» (truco o trato), en la que niños y niñas piden dulces mientras visitan las casas del vecindario. En este caso la pregunta que hacen es «¿me da mi calaverita?«, ya que el dulce típico de esa fecha que reciben los pequeños es una calavera de golosina, normalmente elaborada con chocolate.
Otra hipótesis acerca del origen de «trick or treat» (truco o trato) sería el «Guising«, una fiesta escocesa en la que los niños se disfrazan y realizan visitas a los vecinos del barrio. Esta tradición es bastante antigua, previa a la aparición de la celebración de Halloween, estando registrada desde el año 1895. Los grupos de niños y niñas se visten de monstruos y van por las casas pidiendo dulces y caramelos, aunque deben realizar algo para conseguirlos, no solamente pedirlos como se hace en Halloween.
Lo normal es cantar una canción, recitar una poesía, tocar algún instrumento musical, realizar un truco de magia, plantear un acertijo a los habitantes de la casa o cosas parecidas. A cambio, los propietarios de la casa entregan un regalo a los pequeños, que pueden ser monedas de chocolate (aunque antes se les entregaba dinero), frutos secos, piezas de fruta y hoy en día especialmente se estila el dar caramelos. Es una celebración que ha ido perdiendo mucho peso en detrimento de Halloween, por lo que los niños piden sólo golosinas diciendo «trick or treat» (truco o trato).
En la celebración de Samhain, el límite entre el mundo de los vivos y el de los muertos se disolvía, y todo lo que moraba en el Más Allá se filtraba en el nuestro, coincidiendo con en el cambio de estación (en este caso concreto, con el cambio de mitad del año).
Originalmente no eran los niños los que acudían de puerta a puerta, sino que se creía que eran los muertos y los antepasados los que visitaban las casas de sus familiares, o incluso sus enemigos para encontrar algo de comer o beber, así como el calor familiar. Esa creencia perduró, por su gran importancia, en las zonas celtas insulares de Escocia e Irlanda, mientras que en otros lugares se perdió con más facilidad.
Con el tiempo y las exigencias rituales de la sociedad, esa comitiva de muertos y sídhe del Más Allá pasaría a hacerse palpable, y aunque convertida en pantomima, guardaría su seriedad por mucho tiempo. Aun con la llegada del Cristianismo, en muchos territorios no se perdió nunca la creencia en la magia y el poder de la noche de Samhain.
De esta manera, en algunas áreas de las Islas Británicas, bajo el mandato cristiano de la Baja Edad Media, apareció el «Souling«. Con esta costumbre dejó de creerse que eran los muertos quienes vagaban de puerta en puerta, para pensar que eran los mendigos y vagabundos los que pedían comida, a cambio de oraciones para los difuntos familiares. Las buenas almas cristianas reconfortaban a las perdidas, y las perdidas rezaban por los muertos, obteniéndose un beneficio espiritual mutuo.
En otras zonas, como puede ser la Bretaña Armoricana o Escocia, el lado precristiano y fantástico de esas procesiones se conservó mucho mejor. En esos pueblos, eran las personas del pueblo las que iban imitando a los seres del Otro Mundo con disfraces blancos, solicitando comida a sus vecinos. La gente en las casas les entregaban comida a cambio de seguridad y la promesa de estar a bien con el universo de los espíritus. Cada casa realizaba de esta manera su tributo particular a sus antepasados, y de este modo, la magia simpática que se realizaba con este ritual prometía medio año más de paz con los habitantes y poderes del Más Allá.
Por último, existen también antecedentes de este hábito en Gales y en la Isla de Man. En el caso de Gales, sus ciudadanos dejaban comida ante la puerta con el fin de que los muertos la recogieran sin tener que interactuar con los vivos. Y en la Isla de Man, como parte de las festividades de Hop-tu-naa, los niños llamaban a las puertas exigiendo dinero o comida.
El planteamiento del «trick or treat» (truco o trato) tiene su origen en los cultos escoceses que se realizaban esa noche, aun sin estar conectados con el «Souling» o «Guising«. Los muchachos jóvenes de los poblados intercambiaban ropas con las muchachas, y se dedicaban a gastar pesadas bromas a los adultos, moviendo el ganado o haciendo ruido con estruendosos instrumentos de viento. En el caso del «trick» (trato), era un sacrificio ritual, que con el tiempo se ha mecanizado y se ha convertido en una pantomima para el sector infantil.
Otro supuesto origen tiene que ver con la costumbre de los druidas de disfrazarse en Halloween durante sus ritos. Si por alguna causa alguien olvidaba disfrazarse o no podía engañar a los demonios vistiendo pieles de animales u otros disfraces, existía una forma de exorcizarlos: realizando con ellos un trato de comida y fruta, para proveer al espíritu errante de albergue durante esa noche. Si el demonio quedaba complacido con el trato, no llevarían a cabo el «truco» lanzándole un hechizo maligno que le causara la ruina.
Los druidas en Irlanda andaban por los vecindarios y alrededores durante noche del 31 de octubre para reunir ofrendas a Satanás. Durante este paseo llevaban linternas, bolsas de dinero y varas de caña puntiagudas. En cada casa pedían un importe concreto, y si el dueño de la casa no entregaba dicha ofrenda, el druida castraba al humano con la vara o a uno de sus estimados animales. Con el tiempo, los granjeros irlandeses, imitando la costumbre druida de antaño, iban por las casas pidiendo comida para sus antiguos dioses. Aquel que entregara algo, era bendecido con la buena suerte, pero aquel que rehusase aceptar el trato, era castigado con amenazas.
Por otro lado, se cuenta otra leyenda popular que ubica el origen de «trick or treat» (truco o trato) también en el entorno celta, aunque con otra versión. El 31 de octubre se celebraba la fiesta de Samhain, en la que los espíritus eran libres de morar por la tierra de los vivos, pero no solo los pertenecientes a los difuntos y parientes más o menos cercanos, sino toda clase de espectros. Entre éstos existía uno especialmente temido que vagaba por las aldeas, de casa en casa, pidiendo precisamente «trick or treat» (truco o trato). Este espíritu recibía el nombre de Jack O’Lantern.
La historia narra que quien se atreviera a negarse a realizar un pacto con él, sufriría el «trick» (truco), que consistía en la maldición de la casa y sus habitantes junto a toda clase de desdichas como enfermar a la familia y al ganado. A los temerosos habitantes se les ocurrió crear calabazas con formas espantosas y horrendas para, de esta manera, ahuyentar al malvado espíritu. Con el tiempo, Jack O’Lantern, el nombre de este fantasma, se asociaría a estas calabazas, que es como son conocidas actualmente en Estados Unidos.
Aun no está muy claro cuando comenzó a formarse la idea del «trick or treat» (truco o trato) como ceremonia complementaria, pero seguramente fue durante el Cristianismo, cuando los antepasados y todos los seres del Más Allá pasaron a ser malignos por naturaleza, y las buenas gentes tenían que pagar su impuesto a los infiernos para preservarse de todos lo males que brujas y demonios pudieran cometer, otorgándole por ende un toque más tétrico y menos festivo.
Pero el resurgimiento moderno del «trick or treat» (truco o trato) ocurrió al finalizar la década de los años veinte en América y Canadá, y gracias a la industria de los caramelos y otras multinacionales se logró que regresara una costumbre inherente a Halloween en todo el mundo.
De esta manera, al ver a los alegres niños con disfraces de fantasmas, hadas y demás seres sobrenaturales, es curioso pensar que ellos, de manera inconsciente, están desarrollando un arcaico rito de conexión con el Más Allá, y que, un año más, el invierno y la mitad oscura del año no nos arrebaten más de lo que es rigurosamente necesario.