Sólo existe otra experiencia mejor que recibir un masaje, y es poder dar uno, ya que es una forma de regalar a otra persona una forma de atenuar el dolor, la ansiedad y el estrés, relajando los músculos y contribuyendo al bienestar del cuerpo.
Uno de los puntos a tener en cuenta son los preparativos para dar el masaje, para tener todo listo y a mano en el momento de emplearse con la otra persona. Lo primero será aprovisionarnos de todos los elementos necesarios, algo que podemos conseguir adquiriendo artículos de masaje, por ejemplo. A continuación tendremos que adecuar la habitación en la que haremos el masaje.
A ser posible tendremos que conseguir una mesa de masajes, ya que es lo más cómodo para el masajista al tener un mejor acceso a las zonas del paciente y sobre todo, facilitando su labor, ya que sufrirá menos dolor de espalda que si emplea una mesa normal. Otro de los plus es que estas mesas poseen un agujero para la cabeza, por lo que el paciente ganará también en comodidad. No obstante, si no disponemos de una mesa especial, tendremos que decantarnos por otras opciones.
Se puede dar el masaje en el suelo, aunque es duro y las rodillas del masajista sufrirán algo; también se puede dar en el sofá, que es una superficie más suave que el suelo, aunque por contra no tendremos acceso a uno de los lados del paciente; otro recurso será una cama, en la que podemos acceder algo mejor al paciente y es blanda, pero al tener que realizar el masaje seguramente de rodillas, nuestra espalda se resentirá; y claro, si el objetivo de dar un masaje es aliviar a una persona y nosotros acabamos con un dolor de espalda, no termina de ser algo incongruente.
Una de las mejores opciones será realizarlo en una mesa, con alguna colchoneta suave (como las que se utilizan para acampar) que amortigüe un poco la superficie, pero igualmente el paciente siempre tendrá la cabeza de lado y no estará muy cómodo. En definitiva, lo mejor siempre será una mesa especial para masajes. Colocaremos también una almohada o cojín a la altura del pecho de la persona (en el plexo solar) para que esté más cómoda aun.
Una vez decidamos dónde realizaremos el masaje, colocaremos una sábana encima para que absorba el exceso de los aceites o productos que podamos emplear en el masaje.
Ya sólo nos queda la ambientación para que el paciente esté cómodo. Habrá que controlar que la temperatura sea lo suficientemente agradable. Siempre tenderá a ser algo más caliente, ya que el frio hace que estemos tensos, y no es una buena predisposición para estar relajados.
Buscaremos una música tranquila. Optaremos por estilos New Age, músicas ambientales o música clásica que tenga un tempo tranquilo. Hasta podemos elegir algunas selecciones de sonidos de la naturaleza para trasladar al paciente a diferentes paraísos naturales. Aunque esta música nos ayudará a tranquilizar a la otra persona, tendremos el volumen bajo, quizás más de lo que pensemos en un principio, pues cuando estemos en silencio en la habitación, el volumen siempre parecerá más alto de lo adecuado. En el equilibrio está la virtud.
Por último, cuidaremos las luces, que deben ser algo tenues, lo bastante para que no existan reflejos en la sala. Si queremos, podemos bajar las luces algo más para encender velas de aromaterapia, que darán muy buena ambientación y olor a la estancia. Y con esto tendremos nuestra habitación lista para poder dar un masaje adecuado. Como siempre, con cuidado y sin realizar gestos bruscos, ya que el fin es que la otra persona se relaje y disfrute de una experiencia que le haga sentir confortable.