La verdad que no sabemos cómo llegó el perro a ese iceberg o placa de hielo que iba a la deriva por el mar helado, pero tuvo la suerte de ser rescatado por unos marineros rusos que pasaban por allí. El pobre perro volvió a nacer, lo que es una alegría y una sorpresa en esta sociedad en la que parece que nadie se preocupa de los perros. Por eso, ante tanta malas noticias de galgos ahorcados y otros canes que sufren maltratos de gamberros, se recibe con agrado una buena noticia que nos encoge el corazón.
La secuencia es tiernísima y en ella vemos cómo el marinero ruso se lanza él mismo a las gélidas aguas para poder coger al perro sano y salvo, algo que hay que elogiar, pues el hombre demuestra tener una gran valentía y habilidad para el rescate.