A día de hoy, se trata del yacimiento arqueológico más visitado de Gran Bretaña. Equipos de televisión y grupos de turistas pasean sin descanso durante todo el día, tratando de no perturbar el encanto de un lugar mágico. Sin embargo, sobre Stonehenge se sabe demasiado poco. No existe ningún tipo de inscripción. El gran círculo de megalitos -piedras enormes y pesadas- es el fruto de un largo trabajo que, a través de distintas reelaboraciones, duró más de mil años en un arco de tiempo que va desde el tercer al segundo milenio antes de Cristo.
Ruinas sugerentes: En esta imagen aparece Stonehenge en toda su grandiosidad. ¿Conocerémos algún día el mensaje que desde hace milenios encierran estas piedras?
Los estudios arqueológicos han determinado que en un primer momento, el círculo de Stonehenge se compuso de 56 hoyos, conocidos como «de Aubrey» por su descubridor, dispuestos a igual distancia y que servirían para sujetar gruesos palos. Además del círculo de palos había un gran foso con un diámetro de cerca de 114 m. rodeado a su vez por un terraplén. Algo muy curioso si pensamos que un foso dentro de un terraplén no tiene carácter defensivo.
La estructura de madera original fue sustituida, siglos después, por grandes piedras. En un primer momento, se realizó un gran círculo formado por treinta arcos de piedra cuyos arquitrabes descansaban sobre los monolitos de tal manera que el círculo quedaba completamente cerrado. Más tarde, en el interior del círculo se erigieron otros cinco enormes arcos, esta vez sin unirse unos a otros, cuyos bloques de piedra oscilan entre las 20 y las 50 toneladas de peso.
La planta: Los elementos señalados representan los megalitos del yacimiento arqueológico de Stonenenge que se mantienen en pie. Se pueden apreciar los dos círculos externos y la estructura interna en forma de U, realizada en una época posterior.
Avebury
En torno al año 3500 a. C, aparecio a 26 km de Stonehenge otro imponente circulo de enormes piedras, el de Avebury (en la foto de abajo). Quien lo conoce asegura que «Avebury es a Stonehenge lo que una catedral es a una iglesia de pueblo». Hoy en día, entre sus piedras vive un pueblo entero, pero en su origen la circunferencia medía más de un kilómetro, frente a los trescientos metros de la de Stonehenge. Pero, si bien los arqueólogos se inclinan a pensar que en su interior tuvieron lugar ritos propiciatorios para la fertilidad, un ex consejero de la NASA en cambio, declara que ha encontrado increíbles coincidencias entre este circulo de piedras y el de Cydonia, el sector del planeta Marte que alberga la famosa Esfinge Marciana.
Características únicas
El anillo externo de Stonehenge, con sus piedras unidas hasta formar una sola estructura, es una construcción única. Ningún otro monumento megalítico tiene características similares. Los cinco arcos en el interior del círculo estaban dispuestos en forma de U. Si lo dividimos en dos partes simétricas, siguiendo el eje vertical de esta U, obtenemos una línea que, prolongada más allá del círculo, llega hasta una gran piedra vertical, llamada Heelstone.
Construir un monumento así no debió de ser tarea fácil, teniendo en cuenta el peso de cada bloque de piedra. Y es más, cada piedra fue transportada más de 30 km, puesto que la cantera de piedra sarsen de donde provienen se encuentra en las cercanías de Avebury. Pero para llegar a Stonehenge fue necesario más tiempo y más trabajo. Al círculo original se le añadió otro más, formado con piedras más pequeñas, pero de una variedad calcárea llamada bluestone, cuya cantera se encuentra a más de 200 km de la ubicación definitiva de las piedras.
Según la leyenda, fue el Mago Merlín quien, con su magia y la ayuda de los ángeles, transportó hasta este lugar el enorme complejo, un círculo de piedras que ya en la antigüedad había sido trasladado por un pueblo de gigantes desde África hasta Irlanda.
La leyenda de Merlin: En un manuscrito conservado en la Biblioteca del Corpus Christi, en Cambridge, se narra cómo fue el mago Merlin, en el año 583 d. C, quien transportó un antiguo monumento llamado «La danza de los gigantes» hasta la planicie de Salisbury, donde actualmente se encuentra Stonehenge.
Un transporte imposible
En aquella época todavía no existían los instrumentos metálicos, así que, para extraer de sus respectivas canteras tanto el sarsen como el bluestone, los antiguos constructores dispusieron únicamente de mazos de piedra o cuernos de ciervo. Después tuvieron que trasladar con gran dificultad los enormes bloques de piedra hasta el canal de Bristol, desde donde, primero por mar y luego remontando el río Avon, llegaron a Stonehenge.
Hemos de decir que esta teoría todavía no ha sido probada. De hecho, el grupo de voluntarios Millennium Stone Project trató de realizar inútilmente el mismo recorrido valiéndose de los medios actuales, pero la gran piedra que transportaban se hundió en las aguas del canal. Richard Atkinson, uno de los máximos especialista de Stonehenge, ha afirmado que debieron de ser los «bárbaros gritones que se pintaban la cara de azul» quienes lo construyeron. Esta afirmación ha sido desmentida por el análisis con carbono-14 que se ha realizado a los cuernos de ciervo que quedaron durante milenios en el interior de los hoyos. Según los resultados de esta prueba, hoy sabemos que el círculo formado por los grandes bloques de piedra sarsen se remonta al año 2200 a. C. aproximadamente.
Abajo, una cabeza de piedra esculpida de época céltica.
Las estrellas, el punto de referencia
¿Por qué los hombres de la antigüedad emplearon durante tanto tiempo tantas energías? ¿Para que servía Stonehenge? ¿Se desarrollaban dentro del círculo de piedras ritos ceremoniales de los druidas, los antiguos sacerdotes celtas? Una respuesta a estos interrogantes nos llega de la observación del cielo. Si prolongamos la línea recta imaginaria que divide en dos el círculo de Stonehenge y llega a Heelstone, la gran piedra situada en el exterior del círculo, llegamos al punto exacto del horizonte por el que sale el Sol en el solsticio de verano.
A partir de este dato, se ha estudiado el círculo desde otra perspectiva, la astronomía. El astrónomo y científico sir Norman Lockyer ha dado una fecha para el complejo. Según él, los grandes megalitos se erigieron a partir del año 2800 a. C. Pero, poco después, fueron derribados para ser colocados de nuevo en su sitio, en torno al año 1500 a. C. Los avatares de este lugar misterioso no acabaron ahí y en los siglos siguientes muchas de las grandes piedras fueron nuevamente extraídas de su sitio. Todavía hoy no existe certeza de que las piedras tuvieran la misma ubicación que en la actualidad. En todo caso, en los años sesenta, otro astrónomo, Gerald Hawkins, retomó los estudios sobre la correspondencia entre las piedras y el cielo.
Antiguos ritos propiciatorios: Vista aérea de Stonehenge. Pese a los daños recibidos durante siglos y los diversos reposicionamientos de las piedras, todavía hoy se puede percibir la grandiosidad del monumento. Una atracción que no ha decaído a lo largo del tiempo y que se ha actualizado mas aún con los ritos que se celebran actualmente en el día del solsticio de verano.
Un ordenador de piedra
Tras un largo trabajo, Hawkins demostró muchos alineamientos astronómicos, llegando a definir Stonehenge como «un ordenador de piedra». Según él, utilizando un mecanismo basado en la posición de los hoyos de Aubrey, el monumento podía haber sido utilizado para prever los movimientos de la Luna, las variaciones en la salida y la puesta del Sol, y también los eclipses. En definitiva, los antiguos y misteriosos constructores de Stonehenge debían de tener conocimientos astronómicos muy avanzados, cuyo origen desconocemos.
Hoy en día, aunque los nuevos estudios han cuestionado la precisión de las referencias celestes de Stonehenge, el día 21 de junio de cada año se celebra el solsticio de verano en el momento en que el Sol asciende justo frente al monumento más misterioso de Europa.
Stonehenge y Atlántida
Según un importante investigador italiano, Stonehenge y otros monumentos megalíticos son los restos de la legendaria Atlántida, cuyo pueblo, llegado desde el Atlántico, se habría trasladado a los continentes caminando sobre la nueva tierra emergida. Una reciente datación con carbono-14 prueba que las muestras provenientes de las tumbas megalíticas son mucho más antiguas de lo que se creía. La civilización megalítica, por lo tanto, podría no ser solo un «embrutecimiento» de desarrolladas culturas llegadas desde Oriente Próximo, como los sumerios, egipcios o griegos, sino más bien expresiones de un pueblo mucho más remoto, miles de años más antiguo. Por otra parte, se pueden encontrar también restos megalíticos en Malta, Cerdeña, Sicilia, Puglia y Córcega, lugares que, según los sacerdotes egipcios, habrían sido dominados por Atlántida.
¿Pudo la Atlántida ser una masa de tierra denominada Doggerland que quedó sumergida tras la subida del nivel del mar hace 8200 años? Esto demostraría que Stonehenge estaría apuntado a Doggerland.