Esta autómata dulcémele «Tocadora del tímpano«, fue adquirida por Maria Antonieta en 1785, y según se dice, la tela del vestido que porta es de la misma reina, así como el cabello que luce. Fue un trabajo que se encargó al fabricante de relojes Pierre Kintzing y al ebanista de la corte David Roentgen (1743–1807), fabricándose en Alemania en 1772.
Al año de poseerlo, Maria Antonieta lo donó a la Academia de Ciencias. El propio doctor de la reina contaba lo siguiente: «La reina ha adquirido recientemente esta pequeña autómata que representa una mujer, de unos 45 centímetros de alto, que interpreta estupendamente diferentes melodías en una clase de dulcémele (que simula ser un clavicémbalo). Los rasgos, proporciones y medidas de la figura son muy elegantes. Va golpeando rítmicamente y de manera precisa y acertada las diferentes cuerdas del instrumento. Para ello se ayuda de dos pequeños martillos hechos de metal que porta en ambas manos.
Además, mientras la autómata toca la melodía, los movimientos de su cabeza y ojos varían ofreciendo un espectáculo agradable y una ilusión sorprendente. Está sentada en una silla que se acomoda encima de una espléndida plataforma de madera, donde se aloja el dulcémele. Todo el mecanismo está encerrado y oculto en esta caja de madera.
Este mecanismo fue construido por hábiles artesanos alemanes especialmente para la reina. Estos artesanos ya crearon anteriormente varios artilugios que eran sorprendentemente perfectos, y otros trabajos para el rey de Francia. La reina quiso que la figura de la autómata fuese examinada por los especialistas de la Academia de Ciencias. Si se considerase digna de ser expuesta en la vitrina de mecanismos de dicha entidad, su majestad estaría encantada de donarla a la Academia.»
Actualmente se conserva en el Museo de Tecnología (Musée des Arts et Métiers) en París.
El tímpano o cimbalom está compuesto de 46 cuerdas que la miniatura de la joven va golpeando con dos palitos, pudiendo interpretar unas 8 melodías diferentes. La autómata mide 45 centímetros de alto y después de resultar dañada tras la Revolución Francesa, fue restaurada en 1864 por Robert-Houdin, un especialista en reconstruir estos autómatas.
En el vídeo la podemos oír tocando la ópera Armide de Christoph Willibald Gluck. ¿Qué pensaría la gente de aquella época al ver esta maravilla? Incluso a día de hoy parece magia.
Si el vídeo no funciona, puedes verlo aquí.
Que bonita, es una pasada ver como se mueve a ritmo, incluso el movimiento de la cabeza, impresiona ver que eso lo hicieron hace más de 200 años.
es preciosa, tanto ella como la cancion
bellísima, una obra de arte O_O