Apenas a unos kilómetros de distancia, al otro lado del Mar Mediterráneo, hay un mundo exótico de sabores, olores y paisajes diversos. Marruecos es nuestro país vecino, y a veces no somos conscientes de las inmensas posibilidades que ofrece como destino turístico: desde el interminable desierto de arena del Sáhara a las kasbah fortificadas, pasando por sus famosísimos mercados populares, como el de Marrakech… Marruecos es un país lleno de estímulos, listo para ser descubierto.
Además, organizar un viaje a Marruecos es fácil si acudes a especialistas que sabrán guiarte por los lugares imprescindibles y se asegurarán de que todo sean facilidades cuando llegues. Es cierto que en algún momento el idioma puede suponer un obstáculo, pero muchos en Marruecos hablan español, y el francés es su segunda lengua.
Tan sólo tendrás que acostumbrarte a utilizar su moneda, el dírham marroquí, para evitar salir perdiendo en las negociaciones que, sin duda, tendrás que entablar en algún momento u otro. El otro requisito imprescindible es disponer de un pasaporte con una validez mínima de seis meses. Los españoles no necesitamos visados para viajar a Marruecos.
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Algunos datos básicos de Marruecos
El Reino de Marruecos se extiende por casi medio millón de kilómetros cuadrados del Magreb. Tiene, por tanto, una superficie parecida a la de España, donde viven casi 36 millones de personas. Tiene, como España, salida al Mar Mediterráneo y al Océano Atlántico, lo que le convierte, de entrada, en un destino apetecible para quienes buscan la playa.
Marruecos no lleva tanto tiempo siendo Estado independiente. Consiguió su plena independencia en 1956 de España y Francia. Hasta entonces, y durante casi todo el siglo XX, fue un protectorado. Si has visto Casablanca, la genial película protagonizada por Humphrey Bogart e Ingrid Bergman, lo entenderás.
El Jefe del Estado es el rey alauita Mohammed VI, y su presidente del Gobierno es Saadeddine Othmani. Aunque la capital es Rabat, su ciudad más poblada es Casablanca, y cuenta con otros importantes núcleos urbanos como Fez, Marrakech, Tánger o Tetuán.
¿Qué ver en Marruecos?
El turismo es una de las principales industrias del país, por la sencilla razón de que Marruecos es un país con mucho que descubrir. Además, se trata de una industria bien desarrollada centrada en su cultura y su historia. No es extraño que sea el país más visitado en África, y que tenga el objetivo de alcanzar próximamente los 20 millones de turistas al año.
Marruecos lo tiene todo: ciudades azul añil, como Chaouen (la perla azul), y ciudades de rojo adobe, como las kasbah, que puedes visitar en ruta; las playas de Essaouira y las montañas del Rif. Marruecos tiene nueve destinos considerados Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco. Son los siguientes: la Medina de Fez, la Medina de Marrakech, el Ksar de Ait Ben Hadu, la ciudad histórica de Mequinez, la Medina de Tetuán, el sitio arqueológico de Volubilis, la Medina de Essauira, la ciudad portuguesa de Mazagán y Rabat.
Pero es que además, a esos lugares con indiscutible valor, debes añadirle, por ejemplo, atractivos irresistibles como el Sahara. ¿Hay algo más subyugante que observar las estrellas en la quietud nocturna de este fascinante e inacabable desierto? Quizá contemplar el atardecer sentado en sus dunas…
Algo más que lugares
Sin embargo, Marruecos no se agota en sus muchos sitios fascinantes. En realidad, hablamos de una experiencia multisensorial. Los sabores, los olores, los colores. Todo es diferente en Marruecos, donde siguen conservándose muchas tradiciones que te harán sentir de vuelta a un pasado que a veces te parecerá irreal.
Por ejemplo, no hay persona que no salga fascinada de algunos de sus irresistibles zocos. En estos lugares sigue respirándose la tradición del comercio antiguo, basado en el regateo de igual a igual entre el comprador y el vendedor. Son lugares donde se ponen a prueba tus habilidades como negociante y donde podrás encontrar productos increíbles que son, por sí mismo, una llamada a los sentidos.
Es el caso de los dulces típicamente marroquíes, o de las especias que se amontonan en los diferentes puestos, a los que dotan de un espectacular colorido.
Los zocos son vida porque son bullicio y ajetreo. Comprenderás en cuanto los veas la enorme diferencia entre el comercio que se ha impuesto en nuestras sociedades occidentales, estandarizado y uniforme, frío, y el que sigue rigiendo en estos lugares, en el que se respira autenticidad y emoción.
¿Y qué decir de sus hammam? Los baños son otra apelación a los sentidos. Si vas a Marruecos, incluye uno de estos baños entre tus actividades, porque saldrás de ellos completamente renovado.
Mezquitas, palacios y tradiciones… Todo en Marruecos remite a una sensualidad muy especial, a un embrujo que se disfruta a través de los sentidos. Tan solo tienes que dejarte llevar.